
«Los trabajos que solo requieran preparación de peón empezarán los primeros a ser sustituidos por los robots, esos seres metálicos o de plástico»
Ser de izquierdas o de derechas, no depende del dinero que se tenga, ni siquiera del trabajo que uno ejerza, tan solo depende de la forma de ver la vida. Los de derechas creen que la vida se la soluciona cada uno con su trabajo y por sus medios y logros, la izquierda cree que esto debe recaer en el estado o en el papá empresario. Vamos que el estado o el jefe, deben ser, en todo, el garante de tu felicidad o infelicidad. Digamos que debe de ser un papá bueno que reparte la propina del sábado a todos sus hijos por igual, para que no haya recelos ni envidias. Lo malo es que el mundo no es así, el mundo, la realidad natural es una implacable lucha para lograr ser más que los demás. Eso lo logran los animales combatiendo entre sí, para marcar las jerarquías, pero los humanos ya no luchan de esta manera, simplemente lo hacen a través de su inteligencia, esfuerzo y capacidad.
Hay individuos que, siendo más listillos, pueden engañar a sus jefes en muchas ocasiones, pero tarde o temprano esto se acaba descubriendo. Bien es cierto que algunos individuos pueden partir en franca desventaja por depender de una familia que carece de grandes capacidades intelectuales y financieras, pero esto no es óbice para que si tienen esas cualidades innatas tarde o temprano alcancen el mismo nivel que por derecho les corresponden en la sociedad humana. Por eso los sindicatos han sido y siguen siendo una lacra en España. El mero hecho de que existan, ya causa más problemas que beneficios, porque al defender a capa y espada a todo el grupo de trabajadores nunca puede apostar por la excelencia individual del trabajador concreto.
El sindicato representa a una globalidad que no tiene por qué ser homogénea. Por ello luchará por mejorar a todos, independientemente de que sean unos trabajadores natos o vagos redomados. Esto causa estragos en los individuos que dando mucho más de lo que les pide la empresa o por inteligencia o por esfuerzo, no ven recompensada su labor con aumentos de dinero o de puestos superiores. Que los aumentos salariales dependan solo de la negociación sindical y de los convenios colectivos, desincentiva el trabajo de los que por sus cualidades podrían rendir mucho más en sus puestos. Saber que un individuo que no pega un palo al agua cobrará, exactamente igual que tu que te dejas las pestañas día a día, no será acicate para que te esfuerces en el futuro, con lo que la tendencia general de los trabajadores se producirá a la baja tanto de la calidad, velocidad o la cantidad en la producción.
Tampoco es un buen sistema valorar al individuo por las horas de trabajo que realice, porque en un puesto de trabajo que no sea una cadena de montaje se puede rendir mucho en escaso tiempo o poquísimo en largos periodos de jornada sin dar golpe. Mas que la capacidad profesional habría que evaluar la actitud ante el trabajo, aunque la capacidad no pueda dejarse de lado, pero desde luego el número de horas trabajadas no tendrá nunca que ver con la calidad, ni la cantidad de la producción. Es preferible un trabajador que produzca algo menos pero con exquisita calidad que otro que produzca mucho con escasa calidad.
Habría que ir inventando ya los conceptos por los que evaluar el valor del trabajo para el siglo XXI, porque las labores en general se van a basar más en la creatividad y en la inteligencia que en la fuerza física y la efectividad hora – producto. Siempre será preferible la creatividad que, además ahorré a la humanidad pasar a competir con los sistemas artificiales, porque la creatividad, por el momento solo pertenece al cerebro humano y pasarán todavía muchos años hasta que la robótica pueda, ni de lejos, acercarse a la capacidad de creación e innovación de un ser humano.
Eso sí, los trabajos que solo requieran preparación de peón empezarán los primeros a ser sustituidos por esos seres metálicos o de plástico que llamamos robots. Algunos rápidamente se harán imprescindibles sobre todo los encargados de cuidar ancianos, y deberán estar programados con una empatía falsa pero que causará en el receptor de sus cuidados sensaciones de amor, aunque estas no sean más que imaginaciones del sujeto cuidado.
El mundo que se avecina, si el cabronazo de Putin lo permite sin soltar ninguna bomba nuclear, puede ser apasionante en diferentes frentes humanos, pero la inconsciencia de unos pocos puede acabar con este paraíso que podría empezar a ser el planeta Tierra, bien cuidado por los humanos. Por todo esto es por lo que digo que ser de izquierdas o de derechas, no depende del dinero que se tenga, ni siquiera del trabajo que uno ejerza, tan solo depende de la forma de ver la vida y esto va a cambiar o ya lo está haciendo a marchas forzadas y está a la vuelta de la esquina… ¿Habrá sindicatos de robots? ¿quién sabe? Yo no lo creo.