(y III) El Valle de los Caídos. ¡Ni mausoleo de Franco, ni mano de obra esclava! Por José Crespo

Estatua de la Virgen y Cristo yacente en el Valle de los Caídos.
Estatua de la Virgen y Cristo yacente en el Valle de los Caídos.

«En el Valle de los Caídos jamás trabajó mano de obra esclava, otra mentira que se repite una y otra vez, pues se habla de 20.000 presos esclavos muertos muchos de ellos durante la construcción del monasterio»

En el Valle de los Caídos jamás trabajó mano de obra esclava, otra mentira que se repite una y otra vez, pues se habla de 20.000 presos esclavos muertos muchos de ellos durante la construcción del monasterio algo que nadie puede probar pues es radicalmente falso. La verdad es otra bien diferente que nos muestra que en la obra hubo efectivamente presos republicanos pero en ningún caso realizaron trabajos forzados, fueron presos voluntarios acogidos a la legislación vigente sobre redención de penas mediante el trabajo para de esa manera rebajar la duración de sus condenas. Esos presos cobraban un salario exactamente igual en su cuantía que el de los trabajadores contratados para el mismo trabajo y que podemos comprobar en el ignorado pero exhaustivo trabajo del profesor Alberto Bárcena Pérez titulado «Los presos del Valle de los Caídos». Aparte del sueldo se incluía el alojamiento con las familias en un asentamiento familiar junto a la obra así como la escolarización de los hijos sin distinciones entre presos y trabajadores libres, todos vivían juntos.

En ningún caso hubo nunca 20.000 presos, número aleatorio inventado por la propaganda antifranquista, pues en diciembre de 1943 ascendían a 679 y cinco años más tarde, en mayo de 1947, la cantidad era de 1.029 y en noviembre del año siguiente eran 1278 quedando todos libres a la finalización de la obra.

Para la redención de penas mediante el trabajo, figura jurídica legal existente en aquel momento, los presos debían solicitarlo personalmente mediante una instancia dirigida al Ministerio de Justicia ante el Patronato de Nuestra Señora de la Merced establecido a tal efecto, para que de esta manera, mediante el trabajo se facilitara una más rápida reincorporación a la vida civil a la vez que se ganaba un salario con el que poder mantener a su familia en uno de los tres poblados en los que se vivía con libertad de movimiento y donde existieron dos escuelas infantiles para todos los hijos de los trabajadores donde se cursaba el bachillerato bajo la dirección de un preso Gonzalo de Córdoba, cuyos alumnos, incluidos sus hijos salieron bachilleres tras examinarse en el madrileño Instituto de San Isidro.

Lección de historia
Lección de historia

«En sus inicios la redención comenzó mediante 1 día de prisión por 1 día trabajado y se terminó en 6 por 1, a lo que debemos añadir que también contaban los días festivos»

En sus inicios la redención comenzó mediante 1 día de prisión por 1 día trabajado y se terminó en 6 por 1, a lo que debemos añadir que también contaban los días festivos, las horas extras, todos los trabajos que se hicieran, incluidos también los días de baja por enfermedad, sistema al que se pudieron acoger incluso, aunque no estaba contemplado, personas con delitos de sangre en la retaguardia, siendo al final en 1950, cuando se daría el indulto.

Todos los datos se encuentran recogidos en la tesis doctoral del profesor del CEU Alberto Bárcena recogidos en un arduo trabajo dedicado de investigación de siete años. Los datos se encuentran en el fondo documental llamado «Valle de los Caídos» al cual es de acceso público y se encuentra en el Archivo del Palacio Real de Madrid, algo que sería muy recomendable tanto para los señores Zapatero y Sánchez de cara a documentarse, señores que niegan el apelativo de dictador a personajes genocidas como Chavez o Maduro o sus compañeros de viaje separatistas, algunos que se llaman cristianos, que piden reparación para un genocida como fue Companys.

«Desde los primeros pasos de la edificación se habla de los caídos de ambos bandos, algo que queda meridianamente claro en el decreto de l.957»

De los miles de documentos recogidos en ese archivo dependiente de Patrimonio Nacional del que depende el Valle de los Caídos se concluye que ese «terrible dictador» Franco ordena edificar este monumento como un monumento de homenaje y como memorial al conjunto de los Caídos en la lamentable guerra civil provocada por un gobierno socialista de aquel momento que burlando la democracia trató de convertir España en una república soviética. Desde los primeros pasos de la edificación se habla de los caídos de ambos bandos, algo que queda meridianamente claro en el decreto de l.957, a punto de su inauguración y cuando se constituye la fundación del Valle de los Caídos se afirma que «los lustros de convivencia pacífica transcurridos desde el final de la guerra avalan con mayor motivo que este sea el monumento a todos los que cayeron en la guerra».

Así que nada de mausoleo para su mayor gloria dado que Franco tenía comprado un espacio en el cementerio de El Pardo que es donde está enterrada su viuda, doña Carmen Polo, y donde todo el mundo daba por hecho, su familia incluida, que sería enterrado. Sería decisión del gobierno de entonces y de don Juan Carlos el que Franco fuera enterrado en el Valle de los Caídos.

El Valle de los Caídos

«Es lamentable que se imponga o se trate de imponer por decreto como verdad una falsedad histórica y que representantes políticos que aspiran a la destrucción de España»

Es lamentable que se imponga o se trate de imponer por decreto como verdad una falsedad histórica y que representantes políticos que aspiran a la destrucción de España junto con otros que buscan su venganza y satisfacción en el escarnio a un muerto aboguen por la demolición de la Basílica haciendo cierta esa frase de los regímenes totalitarios de que una mentira repetida mil veces se convierte en realidad todo ello con objeto de presentar una segunda transición totalitaria que equipare el régimen de Franco con el nacional-socialismo, con la colaboración de los que abiertamente celebran a Lenin o Stalin artífices del mayor genocidio de la historia contemporánea apoyados por esa «prensa amiga» y acomodaticia a la que no le interesa en absoluto la verdad, todo ello con la herramienta de la mentira oficializada.

A todo esto y como se trata de hacer leña del árbol caído, de los que ahora le llaman «franquito», se critican las condecoraciones de Franco, las obtenidas en la Guerra de África, la Laureada de San Fernando, pero pinchan en hueso cuando han tratado una y otra vez de que Francia revocase la Legión de Honor que le reconoce como héroe de guerra tras los combates militares conjuntos de Francia y España durante la guerra del Rif, en el actual Marruecos. Franco recibió la condecoración en 1928, como oficial, y en 1930, como comendador y tal como se contestó desde la alta institución francesa la retirada a título póstumo está en contra del reglamento de la institución.

«Tratan de definir al que se oponga a la destrucción del Valle de los Caídos como fascista y antidemócrata dividiendo la sociedad española entre demócratas y fascistas»

Tratan de definir al que se oponga a la destrucción del Valle como fascista y antidemócrata dividiendo la sociedad española entre demócratas y «fascistas», estando entre los primeros los herederos ideológicos y responsables de esa guerra civil que se pretendió enterrar bajo el símbolo de reconciliación de la Cruz.

Convendría que los ansiosos de la profanación recordasen aquel hecho ocurrido tras la derrota de los protestantes en la batalla de Mühlberg durante la guerra de Esmalcalda (1546/47). Tras la entrega de Wittenberg el 23 de mayo de 1547, se dice que algunos de sus generales pidieron entregar a la hoguera los restos del hereje Lutero a lo que el emperador habría respondido: Ha encontrado a su juez. Yo hago la guerra contra los vivos, no contra los muertos.

Se dice que no es posible porque el cadáver de Lutero habría sido sacado de su tumba por precaución, y trasladado a un lugar conocido sólo por pocas personas. Cierto o no, la verdad es que el emperador no permitió el saqueo pues tras la apertura de la tumba en la iglesia del castillo, realizada el 14 de febrero de 1892 se comprobó que allí descansan los restos del reformador.

José Crespo

José Antonio Crespo-Francés. Soldado de Infantería Española, Doctor en Artes y Humanidades. Enamorado de Aranjuez la ciudad donde vivo, Colaborador en radio y publicaciones electrónicas, autor de trabajos históricos dedicados al Servicio Militar y Valores, y a personajes en concreto como Juan de Oñate, Vázquez de Coronado, Blas de Lezo o Pedro Menéndez de Avilés y en general a Españoles Olvidados en Norteamérica y Españoles Olvidados del Pacífico. Rechazo la denominación de experto, prefiero las de "enamorado de" o "apasionado por". Si Vis Pacem Para Bellum

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