Comunismo con coleta. Por Antonio E.

Donde quiera que hayan disturbios, caos y saqueos, allí estará la bandera comunista de la hoz y el martillo. Comunismo con coleta.

«En el comunismo con coleta actual no existe altura intelectual, ni siquiera ideológica, ni preparación, sólo existe el método, el suyo»

Mucho tiempo ha pasado desde que, un 3 de diciembre del año 1933, Don Cayetano Bolívar Escribano fuera elegido diputado a cortes por la provincia de Málaga. Aquel hombre, médico de profesión, ejerció en la barriada El Palo. Militante del PCE, fue excarcelado para que pudiera tomar posesión de su acta de diputado. Suyo fue el único escaño conseguido por el comunismo español en aquellas elecciones generales, y el primero que conseguía el PCE en España. La aparición del comunismo en España parte, oficialmente como tal, desde aquella fecha.

En la actualidad, después de haber fracasado en todos los países donde ha gobernado sin oposición e ininterrumpidamente durante décadas, como es el caso de la antigua URSS, el comunismo sigue machaconamente con su fétido y totalitario mensaje. Su paso por la historia de España, estuvo plagado de hechos delictivos y luctuosos. Lo que las urnas les negaron, quisieron ganarlo en las calles, amparando y alentando todo tipo de desórdenes públicos, hoy día lo llamaríamos terrorismo. El comunismo siempre fue el vector principal de todas las organizaciones terroristas que asolaron España. No hubo ninguna que no estuviese bajo los efluvios ideológicos, económicos y programáticos del método comunista.

Esta ideología, tan sectaria como criminosa, se purga a sí misma, asesinando con descaro a todo aquel que no camina al dictado del líder de turno. Desde Andreu Nin, al que despellejaron vivo para después hacer desaparecer sus restos, pasando por los miembros del partido a los que la dirección envió a una detención segura sabiendo que, con sus antecedentes durante la Guerra Civil, podrían ser detenidos, o ejecutados.

En la actualidad, y sin discusión alguna, el comunismo sigue siendo la ideología más totalitaria, genocida y fracasada que ha habido en toda la historia. En esta basura putrefacta, vivaquearon desde siempre todo tipo de aventureros, fracasados, inútiles y delincuentes políticos, la peor escoria jamás conocida. Delinquieron de todas las formas posibles, desde el tráfico de drogas, pasando por la trata de blancas, de armas y del blanqueo de divisas. Corrompen todo lo que pasa por sus manos, desde gobiernos, hasta organizaciones de todo tipo, humanitarias, comerciales etc. No ha habido nunca, ni habrá, un mandatario comunista a lo largo de la historia internacional que no haya tenido, o tenga, las manos manchadas de sangre.

Basta con echar una mirada a los países donde corrompen, y aniquilan, las libertades de los pueblos a los que cínicamente dicen defender y liberar. Echen un vistazo al panorama internacional, y vean qué tipo de sociedades han montado: dictaduras, satrapías, tiranías y todo tipo de gobiernos indecentes. Ni uno solo de ellos aguantaría el más mínimo examen, ni ético ni democrático. Arguyen todo tipo de mentiras y embustes, expandiendo la semilla del odio allá por donde pasan. Triunfan donde hay pobreza, prometiendo supervivencia, a la vez que encadenan futuros y personas. Nunca les encontrarán a la hora de aunar voluntades, que no sean las suyas.

En la España actual, no somos ajenos a esta lacra. Estos sujetos se han especializado en agarrare como garrapatas al cuerpo de una sociedad inane y estabulada. El comunismo es la tabla de salvación de todos aquellos que no quieren para sí lo que obligan por la fuerza a aceptar a los demás. Ideología condenada por el Parlamento Europeo, junto al nazismo, como culpable por acción propia de más de 120 millones de muertos. Este es su bagaje, su memoria y su mejor carta de presentación.

¿Qué tipo de personas pueden ser aquellas que siguen haciendo proselitismo de una ideología que, desde el primer minuto de su existencia, se dedicó a esclavizar mentes? Los millones de asesinatos cometidos bajo su poder son el resultado de esta ignominia. Masacres tan conocidas como el Holodomor (literalmente “matar de hambre”) en la actual Ucrania, con un coste de vidas de entre 7 y 10 millones. En el bosque de Katyn (Polonia), la policía secreta soviética de Lavrenti Beria asesinó durante semanas a más de 22.000 polacos. Desde generales y oficiales del ejército a policías, pasando por intelectuales y civiles. En China, “El Gran Salto Adelante”, propugnado por Mao y ejecutado por su gobierno, produjo entre 35 y 45 millones de muertos. Añadamos los millones de muertos en Camboya, Vietnam, Cuba, Corea, Venezuela, Perú, Nicaragua, los países del Telón de Acero, y una larga lista de países que tuvieron la desgracia de caer bajo la bota del comunismo. Los comunistas españoles nunca lo reconocieron, llegando el colmo de algunos al extremo de declarar que aquellos gobiernos no eran verdaderos comunistas.

Han cambiado sus rostros, formas y métodos, pero son los mismos de siempre, los que hoy día imparten clases en nuestras universidades. Los mismos que alardean de su amistad y connivencia con dictadores caribeños y sátrapas de toda índole y condición. Durante muchos años se les ha permitido que eduquen a nuestros hijos, sin que nadie dijera una sola palabra. Han medrado en todos los segmentos de una sociedad amuermada, esparciendo poco a poco su ponzoña. Todo ello en nombre de la libertad, la misma que ellos niegan a los que caen en su trampa. Hemos sido tan estúpidos, como inconscientes, dejándoles el usufructo de palabras y costumbres. Palabras y consignas cuyo verdadero significado han prostituido hasta la náusea. Progresismo, libertad y democracia, palabras que, en manos de estos individuos, perdieron todo su significado. Retuercen su cinismo, hasta hacerlo insoportable.

Esta claque de acróbatas vive de aferrarse a todo tipo de banderas, que menosprecien la libertad individual, la colectiva y hasta la espiritual. El comunismo nunca fue vanguardia de nada, sino la cola de todo. Bandera común, donde se emboscaron los que no soportaron el epílogo de sus ideas. Hoy día, en occidente, en el mundo libre, y sobre todo en aquellos países donde el comunismo pisotea las libertades, el futuro de todos los hombres continúa estando amenazado. Decirse comunista es el peor baldón que una persona que se tenga por íntegra podría llegar a decir de sí mismo. Durante muchos años la sociedad les permitió todo, sin exigirles nada a cambio. Desde el insulto político, hasta el personal. En democracia no todo vale, en España al parecer sí, siempre y cuando sean los que no se postran ante ellos, los destinatarios de todos sus insultos e invectivas.

El nuevo comunismo nunca aceptó las reglas que la mayoría se había dado votando en elecciones libres. El anterior tuvo que dejar sus miserias al otro lado de la frontera, para poder mezclarse con una Nación limpia de espantajos. Hoy día a esta escoria las elecciones sólo les vale cuando las ganan. Y a partir de ahí, trabajan con todo su empeño para que no haya ninguna más. Ya no les hacen falta ni soviets, ni koljós. Los actuales dirigentes les desprecian, nunca les gustó la propiedad individual, ni la privada, y mucho menos que los obreros pudiesen prosperar sin su ayuda. Ellos aspiran a tenerlo todo, para a renglón seguido, arruinarlo. Para ello cuentan con un selecto grupo de ideólogos, gentes sin escrúpulos, cuya única razón de existir es esclavizar a los demás, aun sabiendo el mal que hacen. En el comunismo actual no existe altura intelectual, ni siquiera ideológica, ni preparación, sólo existe el método, el suyo. Ante toda esta calamidad, la sociedad permanece impasible, muda, silente, cobarde. La memoria de la sociedad española es poca, prácticamente inexistente. Aprender en pellejo ajeno no sirve, diríase que hasta puede ofenderles si se les recuerda.

El hombre pasa, nada es perpetuo, pero siempre quedará algo de él. Hijos, esposa, familia, amigos. Muy pocos nos preocupamos por su futuro, por su bienestar, sabedores de lo que les espera, si esta plaga infecta e infecciosa llega por desventura a ocupar el poder. Cobardear en tablas nunca es aconsejable, sobre todo cuando los “sobreros” te están mirando. El aserto viene al guante cuando se trata de aseverar lo que muchos piensan y muy pocos se atreven a decir. Nadie ignora, y si lo hace es por cobardía o algo peor, que el comunismo es la negación de todo lo que una mente sana puede albergar. Sin embargo, se le admite como animal de compañía. Echemos un vistazo a lo que es y significa el comunismo hoy día en España. Omitiré nombres, siglas y personajillos, que nunca fueron ni serán lo que siempre pretendieron ser, personajes. Alguno de ellos viejo conocido, de cuando las palabras no eran puñaladas, si no simples pedradas. Bastará con definir a uno, y a una, me repugna lo neutro. Por tanto, obviaré decir une, pues el verdadero significado no se ciñe a tanta ordinariez.

Tenemos un “marqués”. Comunista sobrevenido, o hereditario, no sabemos de qué. El sujeto en cuestión llegó a bordo del 15-M, con “buenas” ideas, y peores intenciones. Dijo que venía a asaltar los cielos, para tiempo después darse un guarrazo. De su pisito modesto nunca se iba a ir, hasta que pisó moqueta. Entonces pasó a ocupar un casoplón. El sujeto en cuestión pasó de proletario a potentado. Se quedó prendado cantando la Raspa en lugar de la Internacional. El sujeto desciende de una familia que siempre estuvo a la sombra, y al lado del poder. Ocupando un lugar a la derecha del padre, cómodo y bien retribuido, como corresponde. Tan voluble como etéreo, sin ser sutil, ni sublime. El tipo fue alguien, hasta que se quitó la coleta. Lo que no se rasuró fueron las rastas ideológicas, más arraigadas en su verdadero jaez de comunista de atrezzo. De su paso por el cielo sanchista nadie supo nada, ni quedó huella alguna. Lo único que quedó fue un largo rastro de cadáveres, de los cuales no quiso saber nada, siendo el vicepresidente segundo para asuntos sociales. Así lo dijo en una declaración institucional, de la cual guardo la copia correspondiente.

Acciones honorables, ninguna. Acciones ideológicas, cientos. No se puede hablar nada de otros asuntos, sin recurrir a las crónicas negras, a las páginas de sucesos, y a las necrológicas, donde todos los días puede leerse la esquela de la libertad. De este tipo se podía estar escribiendo hasta igualar el número de tomos de la Enciclopedia Británica. Lo malo, es que sería un trabajo baldío, pues al terminar de encuadernarlo nadie lo compraría, y habría que quemarlo. Hoy día, el fracaso le ha arrastrado hasta una cueva-radio, donde despotrica sobre lo que no sabe. Da lecciones de democracia con el nagant ideológico al cinto, manoseando como nadie la misma verborrea de siempre. Si fuese un objeto, sería un peine chino, de esos que sólo valen para un uso, con una etiqueta escrita en cirílico cuya traducción al español sería “Tirar antes de usar”.

Pasamos a la sujeta, tipa o individua, sujeta de difícil clasificación. Hasta que ella llegó, el mundo se regía por unas reglas inamovibles; cuando se vaya, todo seguirá igual, menos los psiquiátricos y las cárceles. De ella se ha escrito mucho, pero poco inteligible. Ella es la mejor instantánea del vacío, de la nada. Nunca pasará a la historia, lo hará a la crónica negra, junto a los violadores, pedófilos y pederastas que dispersó entre las mujeres a las que supuestamente decía defender. Esta pareja forma el estandarte del comunismo actual. Podía haber elegido como ejemplo a Enrique Santiago, a Monedero, o a cualquiera de los que menean los hilos de la ortodoxia comunista. Pero he elegido a los que más daño han hecho, por sus ideas, y por las de los que les pusieron para no dar la cara.

Del comunismo se puede hablar de varias formas. En tono académico, en clave doctoral, en modo histórico, o elegante y distante, o también en lenguaje directo. El artículo podía estar redactado en cualquiera de ellas, pero, sinceramente, prefiero ponerme a su altura, a la de ellos, la mejor es la que he empleado. Estos tipos el único lenguaje que entienden es éste, el fino solo lo usan para disimular. Si se dan cuenta en sus mítines hablan distinto, por un motivo claro, quieren que los ciudadanos que han ido a verlos, les entiendan. Ellos se las dan de lo que nunca serán, intelectuales. Entendiendo por intelectual a todo aquel que razona y piensa lo que su adversario le está diciendo, sea la que sea, la altura académica a la que ha llegado. Cómo es posible que se les permita alardear de la su tan cacareada “superioridad moral”, cuando la mayoría de ellos no sabe qué significa el término moral. “Dime de lo que presumes, y te diré que sastre tan malo tienes”.

Uno de los espectáculos más grotescos a los que he asistido fue un debate donde Don Antonio Escohotado (DEP) dio varias manos de pintura al intelecto de Iglesias. Podía haber dicho bofetadas, pero prefiero pensar en el intelecto de Iglesias, pintado de azul mahón.

Nada más que añadir a lo que opino sobre el comunismo, y lo que le cuelga.

Esta versión es la más suave, la mejor es la que he quemado.

Un saludo fuerte a todos ustedes.

Antonio E.

“Lo valioso no es lo conseguido, lo verdaderamente importante es mantenerlo”. Nacido en Valladolid, diplomado en el noble arte de trabajar y doctorando en la disciplina más importante que existe: conseguir ser un buen español. Autor de varios libros, desde siempre me gustó leer la historia de mi país, aprenderla, estudiarla y compartirla. Su desconocimiento nos aboca, irremediablemente, a tropezar en las mismas piedras de siempre. Odio la doblez, la traición, el engaño y la cobardía, rasgos que abundan cada vez más en nuestra sociedad.

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1 comentario

  1. Patricia C. García de Herrera

    Una interesantísima e impecable reflexión sobre el Comunismo, con la que estoy totalmente de acuerdo.
    Brillante artículo. Enhorabuena Antonio E, espero poder seguir disfrutando de más artículos suyos.

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