
«Fear Liath Mor«, también conocido como: «El gran hombre gris de Ben Macdhui» (The Big Grey Man of Ben MacDhui), o más sencillamente: «El hombre gris» (The Greyman), integra una de las razas y clanes de vampiros de las tierras escocesas, cuya reputación ha sobrevivido casi intacta a pesar de su antigüedad.
El vampiro «Fear Liath Mor» acecha en los pasos de Ben Macdui, el pico más alto de Cairngorms, el segundo en altura de todas las islas británicas.
«La presencia de «Fear Liath Mor», el hombre gris, se reconoce en el viento como una voz fría, inhumana, cuyas vibraciones oprimen el corazón de los caminantes»
Montañeros de todo el mundo han hablado de sus apariciones, lo cual suscribe la opinión de sus primeros testigos: monjes irlandeses de la Edad Media que se establecieron en las alturas inhóspitas y hablaban de una temible estirpe de salvajes conocidos como Wudevas, los «hombres los bosques«.

«Al hombre gris lo describen como un ser de proporciones descomunales: de cuatro metros de altura, rostro cadavérico y voz cavernosa»
A «Fear Liath Mor» lo describen como un ser de proporciones descomunales: de cuatro metros de altura, rostro cadavérico y voz cavernosa, profunda como las grutas que se abren en los pasos de las tierras altas.
Estudiosos actuales han intentado vincular a «Fear Liath Mor» con el Abominable Hombre de las Nieves, incluso con el Yeti, pero se resisten a realizar cualquier clase de entrevista que confirme y desestime este hecho.
Según la mitología celta, «Fear Liath Mor» se enamoró de Oriana, una hermosa mujer mortal que correspondió a su amor con una promesa.
La encontró vagando por los valles, delicada como las hadas, y se acercó a ella sigilosamente, verdadera dificultad para una criatura de dimensiones tan espectaculares.
Temiendo ser rechazado por sus grotescas proporciones, «Fear Liath Mor» le habló escondido detrás de una roca.
Al preguntar la hermosa Oriana sobre su nombre, él contestó: «Yo soy el gran Hombre Gris», lo que no pareció importarle a la dama lo mas mínimo.
Acordaron encontrarse a la medianoche en la cumbre de «Ben Macdui» (la segunda montaña más alta del Reino Unido) y luego huir juntos hacia las tierra bajas y desde allí tomar el Camino del Cisne hacia la Isla de los Bienaventurados, donde ambos serían eternamente jóvenes.
Oriana partió secretamente, pero fue alcanzada involuntariamente por la flecha de un cazador, que se retiró de la escena del crimen sin ofrecerle ayuda. Cuentan las baladas que Oriana se desangró durante toda la noche, llamando en vano a su amado que la esperaba en la cima del monte.
Apesadumbrado, «Fear Liath Mor» descendió al valle con las primeras luces del amanecer, convencido de que Oriana se había arrepentido de la promesa. La encontró agonizando, aunque con el aliento suficiente como para narrarle lo sucedido la noche anterior. Oriana murió, y «Fear Liath Mor» se convirtió en un exiliado de su raza.
Desde entonces acecha a los hombres en los pasos montañosos alimentándose de sangre, tomando la precaución de no vaciarlos por completo para así observar como la vida abandona lentamente sus cuerpos, tal vez buscando en la macabra agonía algún gesto que le recuerde el rostro de Oriana, desfigurado y atravesado por la muerte.
Las leyendas narran también que existe una sola forma de evitar el ataque de «Fear Liath Mor»: escuchar su triste historia de amor. Se dice que si alguien observa su forma gigantesca en los pasos helados y le solicita amablemente que le narre sus desdichas, «Fear Liath Mor» se sentará junto al fuego y repetirá, incansable, la terrible historia de su amor por Oriana. Quien olvide escuchar atentamente su tragedia sentirá una presencia que paraliza a las aves y enmudece a las aguas; luego una voz profunda, antigua como las cumbres de las montañas. El gigante sin tiempo se revelará entonces en el camino, acercándose al viajero con los ojos inyectados de una gran negrura.
Solo pronunciará una frase, que también es un nombre, acaso lo último que todavía le pertenece: AM FEAR LIATH MOR…» «