Pastoreo y apicultura ecológica: Nuestros gobernantes generan un problema y luego se inventan una ocurrencia. Por Gusarapo

Pastoreo y apicultura ecológica. En imagen, un fotograma de La chica de París
Pastoreo y apicultura ecológica. En imagen, un fotograma de La chica de París

«Pastores y apicultores ecológicos: Nuestros gobernantes saben bien lo que hacen, primero generan un problema y luego se inventan una ocurrencia»

Hace años fui a Francia, a las inmediaciones de Toulouse, ciudad en la que tuve la gran suerte de degustar una de las mejores cenas de mi vida, suceso que aunque no viene al caso me ha venido a la memoria. Allí me encontré con algo que me sorprendió bastante, varios ingenieros técnicos agrícolas o su equivalente, trabajando como aprendices en un par de explotaciones de horticultura ornamental, como continuación obligatoria a sus estudios y formación.

Me dijeron que tenían que cumplir un periodo práctico de dos años antes de poder iniciar su trayectoria laboral o incluso de iniciar su propia andadura empresarial. Por lo visto, a las autoridades competentes les parecía imprescindible conjugar teoría y práctica.

Hay una película francesa que relata muy bien una aproximación a este asunto, creo recordar que se llama «La chica de París». Una joven decide dar un cambio radical a su vida y se instala en una explotación de caprino de leche para conocer el trabajo y con la intención de adquirirla tras la inminente jubilación del ganadero propietario. Una chica de ciudad acostumbrada a los horarios cerrados, a los fines de semana libres, a salir a la calle y disfrutar de cuanto quería.

En Francia, la agricultura y la ganadería aún son muy apreciadas por la sociedad. En amplias zonas se educa a los niños en la importancia del sector. Los consumidores anteponen en una importante mayoría los productos franceses a los de fuera. Y sin embargo, un agricultor francés se suicida cada día.

En España no somos de suicidarnos, pero sí de aguantar hasta arruinarnos y después marchar a la ciudad, a los polígonos industriales o al paro, dejando atrás modos y lugares de vida.

Durante años se han venido siguiendo políticas de restricciones y acosos al sector. Las subvenciones de la PAC se han desvirtuado a favor de intereses ambientales y dejando de lado el espíritu por el que se instauraron, el mantenimiento de la renta y la producción. Así, al precio de producción se le descuenta el porcentaje de la subvención, consiguiendo un paulatino empobrecimiento del profesional.

Hace años que muchos vienen reclamando la eliminación de las subvenciones, pero en la situación actual, dado el avance del problema, si se suprimieran, una parte importante del sector caería.

Una constante de un tiempo a esta parte, es la subvención y ayuda a la incorporación de jóvenes al sector. Cantidades a fondo perdido, financiación, bonificación de intereses de préstamos…

Si tu padre es agricultor y puedes quedarte con la explotación o parte de ella, se suele tener éxito. Si llegas de fuera, es casi imposible pasar de los tres primeros años. También se da el caso de quien lo hace por el simple motivo de captar recursos.

Hace un año y unos meses, un chaval de cerca de donde estoy, se vio obligado a abandonar la explotación a los cuatro años de haberla iniciado, y arrastró con él, en su desgracia, a sus padres, avalistas y padres.

Nuestros gobernantes generan un problema y luego se inventan una ocurrencia
Nuestros gobernantes generan un problema y luego se inventan una ocurrencia

Estoy cansado de oír a políticos y agentes sociales, tiene gracia el nombre, hablar de las causas del éxodo rural y de los remedios. Lo normal es que todo el mundo hable de inyectar grandes cantidades de dinero, de hacer observatorios, de plantear proyectos de desarrollo, etc etc. Nadie se para a comprobar las verdaderas causas, porque si bien la gente quiere tener médicos, colegios, tiendas, bares, lo primero que quiere y necesita es una forma rentable de subsistencia. Rentable, productiva, que te permita vivir.

Parece ser que uno de los ministerios de nuestro Gobierno ha tenido la idea de impulsar el relevo generacional del mundo rural con «empleos tradicionales y del mundo rural como, entre otras, el pastoreo de alta montaña, la ganadería extensiva, la apicultura, o la agricultura ecológica«. 

«Estos empleos ayudan a la creación de productos primarios de alta calidad y colaboran y contribuyen a una mejora de la calidad ambiental en todo el territorio nacional. De esta manera, además de luchar contra la despoblación, se va a fomentar la dinamización de la economía local evitando la desaparición de empleos tradicionales y necesarios».

No me cansaré de repetir que el mayor agente propiciatorio de la ruina del sector agrario español fue el Gobierno del Sr González Márquez, seguido de las diferentes Comisiones de la UE y los gobiernos de España y CCAA. En otros artículos he hablado sobre ello, no voy a repetirlo hoy, voy a otros aspectos.

El sector apícola tiene un competidor imbatible, República Popular de China, de donde importamos un producto que arrasa en precio, aunque sea de una calidad muy inferior y en muchos casos está adulterado, la Miel Milflores.

Quienes conocen la miel de calidad no tienen problema en diferenciar una buena miel de una mala, empezando por la solidificación, pero gran parte de los consumidores no saben distinguirlas y tampoco quieren encontrarse con una miel muy espesa o dura cuando meten la cuchara en el tarro.

Aumentar el número de apicultores por encima del nivel de relevo, implicará aumento de la producción y descenso del precio. Ya se acordarán o se lo recordaré yo en cuatro o cinco años.

Sobre la formación de pastores de alta montaña, no es algo que se les haya ocurrido ahora, no, ya lo contemplaban en el proyecto de la expansión del lobo. Nuestros gobernantes saben bien lo que hacen, primero generan un problema y luego se inventan una ocurrencia. Somos nosotros quienes no leemos los proyectos y el BOE, si fuera algo sobre fútbol sería otro cantar ¿Verdad?

La formación de los futuros profesionales es imprescindible y necesaria, algo de lo que durante muchos años ha adolecido el sector, y que gracias a las Escuelas de Capacitación e Ingeniería, se ha ido solventando. Hay escuelas muy buenas, con poca experimentación, pero muy buenas, no hacen falta más chiringuitos.

Supongo que la mayoría de quienes acudan a esos cursos y aspiren a recibir ayudas de incorporación, serán como hasta ahora, hijos de agricultores y ganaderos que ya conocen el oficio, porque este oficio es fundamental haberlo mamado desde chicos para no tener que pasar por verdaderas penurias.

Para que se necesiten pastores hace falta ganado. Otra cosa que se le ha olvidado a alguno. Se están vendiendo rebaños enteros.

Durante un tiempo, en mi zona, hubo muchos pastores norteafricanos, luego desaparecieron y vinieron búlgaros y rumanos, ahora apenas se ven un puñado. Todos acabaron en la construcción.

El consumo de carne de ovino va cayendo inexorablemente desde hace años, y con él la rentabilidad. Cada día se mandan ovejas a Turquía o al matadero. Los ganaderos ya no quieren la esclavitud de la oveja. No quieren saber nada de calor, lluvia y frío si el cordero no vale.

Además tenemos el asunto de la soledad y el aislamiento. De verdad que no lo veo.

Lo que yo veo es la necesidad de gente preparada que pueda sustituir en vacaciones, en enfermedades, que tenga ganas de trabajar y que ame el oficio, que se levante el domingo igual que el martes, y eso ya no lo hay.

Muchos tienen una idea romántica, bucólica, de las ovejitas y las cabras paciendo en un claro del bosque, allá en el verdor de la montaña, lo que nos mostraba Heidi. Y sí, para algunos de nosotros es impagable el contemplar esa escena, pero hay que subir con ellas hasta allí, y hay que comer todos los días de tartera, con cuarenta grados y con menos ocho, a no ser que alguien te suba la comida.

Y en algunos sitios no todo es verde, en verano e invierno todo está seco y lleno de barro.
Cuando entras en la cuadra, las pulgas se te suben por dentro de los pantalones. Hay que sacar la basura, la mierda, vamos, y si no tienes una explotación bien preparada y mecanizada, tienes que tirar de horca.

Y está la soledad. Días y días de estar sólo, acompañado únicamente por los animales. Y no siempre hay cobertura. Y no siempre hay ganas. Y a veces tienes una fiebre que no te deja mover.

En los pueblos no hay cines, ni bares de copas y de no copas, no hay tiendas de marca, puede que el panadero no pase todos los días. A lo mejor tienes que echar media hora por caminos o carreteras llenas de socavones, sorteando jabalíes, para ir a urgencias. Si en tu pueblo no hay bar y te vas de fiesta a otro, ya no puedes beber, tienes que regresar y no hay taxis.

Recuerdo a familias que vivían bien y tuvieron que construir instalaciones nuevas fuera del pueblo para que el chico o la chica se pusieran por su cuenta. A algunos les fue bien, otros están empeñados hasta el cuello. Lo curioso es que sus padres y abuelos nunca gastaron un duro y tuvieron el ganado bien atendido.

En Twitter hay cuentas de jóvenes emprendedores agricultores y ganaderos. Muestran una vida exitosa, grandes tractores. Se dedican a lo ecológico y tienen salida para sus productos.
Tengo vecinos y familia que tuvieron que dejar la producción ecológica porque el precio que obtenían no compensaba. No lo veo, sinceramente, no lo veo.

No veo a un chaval normal de ciudad, de pastor entre la niebla de enero. Esto es muy duro a no ser que tengas un buen respaldo económico. Te tiene que gustar mucho, mucho, y aún así …

Y como empleados tendrán que encontrar a alguien que les de trabajo, y o tienes mil ovejas o más, o no es posible contratar. Y del sueldo no hablemos, hay que elegir entre cuatrocientos euros por estar en tu casa, o mil euros por estar al raso, sin televisión y sin videoconsola.

Seguramente estoy equivocado. Cada día más personas me dicen que lo estoy, que en el campo hay muchas posibilidades, mucho negocio, que se gana mucho, que la vida al aire libre es preciosa cada minuto y para todos. Que los pueblos están vacíos porque no somos capaces de vivir en armonía con el medio.

Seguro que estoy equivocado y todos cuantos vuelvan al campo podrán vivir estupendamente en y de él.

Hace un momento he comentado la noticia con un trabajador de una finca cercana, votante además del partido en el Gobierno, entre risas me ha dicho: «que se vayan con las ovejas la ministra y su p… madre».

Gusarapo

Soy más de campo que las amapolas, y como pueden ver por mi fotografía, también soy rojo como ellas. Vivo en, por, para, dentro y del campo. Ayudo a satisfacer las necesidades alimenticias de la gente. Soy lo que ahora llaman un enemigo del planeta Tierra. Soy un loco de la naturaleza y de la vida.

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