
«La habilidad que tienen para provocar cada vez más repulsa a una parte de la sociedad, asegura el interés al menos de los suyos»
La «escucha pasiva» está de moda. Escuchar no implica intención de hacerlo y por tanto no es un acto premeditado. Sin embargo que te aburran cada vez que hay ocasión con frases y eslóganes vacíos de contenido, es posible que a los de mentalidad mas simple les llegue a gustar, de hecho sobre esto hay un libro que circula muy interesante que se titula “Votasteis gestos; tenéis gestos” de la economista María González Blanco.
¿Podíamos decir que en estas anda el Gobierno en sus dos versiones contrapuestas de cara a la galería? Obviamente si, aunque los de Pablo Iglesias parecen estarse preparando para volver a la oposición y a las calles sin ningún pesar por lo que les ocurra a sus cuadros, de hecho él ya está en la oposición desde los (sus), medios de comunicación.
La habilidad que tienen para provocar cada vez más repulsa a una parte de la sociedad, asegura el interés al menos de los suyos, lo cual denota miedo a perder estrepitosamente. Esta premonición demoscópica, implicaría la pérdida efectiva de poder en las tres administraciones en un solo año casi de un plumazo sin tener opciones de volver a convencer al personal, hasta al menos otros cuatro años mas, lo cual el PSOE y sus miles y miles de cuadros, no se lo puede permitir.
¿Cómo esta tratando de mantener Sánchez activos a sus cuadros? Aparentemente mostrando seguridad y liderazgo norcoreano, pues no le ha temblado el pulso en lo que va de legislatura, pero ¿y con la gente de la calle? Es evidente que el desgaste al frente del Gobierno, han hecho mella en su persona y su discurso marcado últimamente por el altísimo número de referencias a lo de siempre para tratar de recordar a los suyos, porque derrocó de aquella manera a Mariano Rajoy. Da lo mismo en lo que se haya convertido pues los acontecimientos lo han sobrepasado y no sirven como excusas. Las arengas populistas, sólo convencen a los más extremistas y a los que en cierto modo viven más cómodos gobernando ellos al pertenecer a algún colectivo de los del estómago agradecido, aunque el negocio se arruine a velocidad de vértigo.
Aún así ¿Cómo alguien se puede mostrar cercano cuando una inmensa parte de la población lo siente como una amenaza? Esta bien claro, mintiendo y escenificado encuentros antinaturales que provocan más la risa que la empatía que se buscaba lograr ¿Realmente le queda otra opción? La verdad es que no, y por muy chusco que resulten los actos y el dineral invertido en propaganda, la poca simpatía que el personaje ha tenido desde siempre, no parece calar en esa parte del electorado al que realmente salvo por pequeños detalles y líneas rojas aparentemente ya traspasadas, le es indiferente el rojo o el azul.
Sin embargo la cobardía del presidente a presentarse en público sin filtros, demuestra que él si que considera a la población una amenaza, lo cual justifica a su buen entender su comportamiento autócrata, tomando decisiones a toda velocidad sin el consenso previo necesario. Esta realidad se presenta para los demás adversarios como una debilidad y por tanto una oportunidad, aunque la obsesión por mostrar sentido de Estado en la oposición y respeto a las normas no escritas en política, les puede llegar a jugar una mala pasada, pues Sánchez mueve los hilos directamente manejando a su antojo a los altos mandatarios de las principales instituciones del Estado, no al servicio del Estado como sería lo normal en democracia, sino por primera vez en la Historia constitucional, al servicio del propio Presidente del Gobierno, de ahí lo de bautizar al partido socialista como partido sanchista, pues en el PSOE han pasado del presidencialismo habitual al personalismo más enfermo.
Decir como hizo ayer “que la gente de la derecha o el centro derecha le dice por la calle que menos mal que estaba el PSOE en la pandemia, la crisis del volcán, o la crisis posterior económica y geopolítica”, es de aurora boreal. Obviamente no sé lo cree ni él, pero me cuesta entender que cualquier persona sensata, salvo los anteriormente citados, es decir los paniaguados, no se revuelvan, aunque como decía al principio: tiene más poder un líder de un ejército de atontados que otro de uno de espabilados pues los primeros, no sienten la vergüenza ajena.