De las convicciones y la fe. Por Rodolfo Arévalo

La realidad de las convicciones y la fe

«Las convicciones sí son reales, y es por esto quizás por lo que se dice que la fe mueve montañas. Las mueve sí, vaya que sí las mueve»

Hoy me ha invitado a comer un amigo, un ex compañero director del programa religioso de la confesión Evangélica. Por supuesto he aceptado, entre otras cosas porque siempre ha sido un compañero excelente, buena persona, muy trabajador, con los conceptos del trabajo claros y mejor amigo.

 

Yo, como todos conocen ya, no tengo la suerte de ser creyente. A veces me gustaría serlo, como ahora cuando mi suegro, que padece Alzheimer , al parecer ha perdido la capacidad de tragar, no puede comer, y le están alimentando probablemente por sonda nasogástrica. Mi familia, mi mujer y sus nietos, mis hijos han ido hoy a verle a Valladolid, siempre ha vivido allí, probablemente esta visita será ya la última, porque según dicen los médicos de la residencia en donde le cuidan, es prácticamente imposible que salga de la situación.

 

Mi suegro fue una persona luchadora, simpático, amigo de sus amigos y clientes del taller que regentaba. Era hace años inasequible al desaliento y luchó hasta el último día de trabajo para sacar adelante el sustento de su familia y de dos familias más de sus empleados. Al final se jubiló y dejó su taller a sus trabajadores. Siempre recordaré cuando después de casarme con maría del Mar, su hija, me pidió que la cuidara bien y que no perdía una hija, si no que ganaba un hijo, y como tal me trató durante muchos años.

 

Así que es probable que durante los próximos días pierda a otro padre, además del que ya perdí hace años. Mi suegra que es una persona muy nerviosa está bastante mal y es lógico. Es duro, pero cada vez que pasan los años de la vida se van perdiendo seres queridos y personas a las que debes gran parte de lo que eres. Ayer se me saltaron las lágrimas, me emocioné, por los acontecimientos.

 

En resumen, lo quiero decir, es que la vida se reduce al contacto con los seres humanos que aprecias, familiares y amigos. Puedo comprobar con gran desazón que cada día van quedando menos. Por eso celebro hoy con alegría este encuentro con mi antiguo director de programa. Sé que me dirá que rezará por mi familia e incluso por mí. Y sí, me parecerá bien, porque puede que los seres en los que las personas creen no sean reales, pero sí lo son sus convicciones, y es por esto quizás por lo que se dice que la fe mueve montañas. Las mueve sí, vaya que sí las mueve.

 

Toda batalla emprendida sin fe en el triunfo, está condenada a perderse. Creer en uno mismo, en la familia, en los amigos e incluso en las personas que no conoces de nada, pero que puede que sean buenas personas es probable que te hagan crecer como ser humano. Siempre me ha gustado mucho leer y al terminar algunos libros he sentido que perdía un amigo virtual, el autor, que aún desconocido para mí, ha volcado su emoción, su conocimiento y su intelecto en mí. Ha hecho un acto de fe ha confiado en que alguien como yo mismo lea su libro y sí, puede suponer que de alguna manera me ha enriquecido como ser humano, esté o no de acuerdo con sus premisas, las volcadas en el texto. Lo importante no es estar de acuerdo o no, lo importante es poder discutir los pormenores y es por eso tal vez que te invade la tristeza cuando dejas al autor o al personaje de un texto, porque por unas horas o días formó parte de ti, compartió algo humano contigo.

 

Así que si hoy voy a compartir la alegría de un amigo, con su comida para celebrar su jubilación veintisiete años en los cuales trabajó en un medio como es la televisión, que fue mi vida, mi sustento, mi trabajo y mi afición. Me alegro mucho de poder celebrarlo con él y con otros compañeros de los que he perdido la relación hace ya veinte años. Será un momento emocionante de reencuentros que esperemos se repitan más veces, porque como he dicho, da igual el qué, el cómo y el dónde, lo importante son las relaciones con otros seres humanos.

 

Hoy me ha invitado a comer un amigo, un ex compañero director del programa religioso de la confesión Evangélica. Por supuesto he aceptado, entre otras cosas porque siempre ha sido un compañero excelente, buena persona, muy trabajador, con los conceptos del trabajo claros y mejor amigo. Yo, como todos conocen ya, no tengo la suerte de ser creyente. Pero sí soy amigo de mis amigos, por encima de todas las cosas.

Rodolfo Arévalo

Nací en Marsella ( Francia ) en 1954. Viví en diversos países debido a los destinos que tuvo mi padre ( diplomático ). Estudié en colegios franceses hasta la edad de 12 años. Estudié bachillerato y COU en el colegio Nuestra Señora del Pilar de Madrid. Estudié música en el Real conservatorio de música de Madrid, formé parte y pertenecí a varios grupos musicales entre ellos “ Los Lobos “. Creé varios grupos musicales de Pop Rock. Toco el bajo y compongo canciones, música y letra. Estudié Fotografía general y publicitaria, diplomatura (dos años) de cinematografía e Imagen y sonido equivalente a Técnico Superior de Imagen y Sonido. Soy socio Numerario de la SGAE desde el 1978. Pertenezco a la Academia de Televisión. Soy un gran lector de libros de ensayo, divulgación y de vez en cuando novela. En el año 1985 Ingresé por concurso oposición a TVE. Fui ayudante de realización y realizador. En el año 2009 me pre jubilaron muy a mi pesar. En la actualidad estudio programas de tratamiento de imagen. He escrito varios guiones de cortometraje y realizado el que se llamó “ Incomunicado “, tengo otros en proyecto. Soy muy crítico conmigo mismo y con lo que me rodea. Soy autor de las novelas “El Bosque de Euxido” y "Esclavo Siglo XXI publicadas en Ediciones Atlantis. También me gusta escribir prosa poética. Me he propuesto seguir escribiendo novela.

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