
«Más razón y menos vísceras a la hora de votar y que Dios reparta suertes o, mejor, ayude a hacer justicia»
Nada más lejos que intentar influir en la decisión de nadie ante la inminente jornada electoral del domingo 23 de julio, una fecha que sólo se le podía ocurrir a una mente maquiavélica, acompañada de una fuerte dosis de narcisismo y no lejana de una más que posible psicopatía. La conocida como “Triada oscura” ¹, que ha tomado especial relevancia tras unas declaraciones de Rosa Díez, plasmadas en su último libro, Caudillo Sánchez.
Es evidente, si tenemos en cuenta la mayoría de las encuestas serias, entre las que no se cuentan las que nos viene dejando el acólito sanchista José Félix Tezanos, presidente del hoy Centro de Invenciones Sánchez, parece que el principal objetivo de una buena mayoría de españoles es que termine la etapa de Pedro Antonio Narciso doctor Plagio cum Fraude Pinóchez Falconeti…
A propósito de las encuestas, que las hay para casi todos los gustos, dependiendo del color del medio que las encargue, también en su mayoría, dan por vencedor al Partido Popular que, sólo o en compañía de VOX, podría formar gobierno, compartido o no, en función del número de escaños de cada partido y, lo que es más definitivo, de la diferencia entre ambos. Las más optimistas para el PP le dan hasta 160 escaños, con posibilidad de superar un poco esa cifra y las más optimistas para VOX, lo sitúan en torno a los 30-32, aunque para la mayor parte no pasaría de 27-28.
Y también a propósito del voto para el próximo domingo, me llega un mensaje por WhatsApp, cuya autoría, me dice mi remitente, corresponde a uno de los comunicadores (más fanáticos –esto lo digo yo–) del partido de Santiago Abascal, desde sus inicios en 2014. Me consta fehacientemente que lo era desde esa fecha, aunque la travesía del desierto por la que pasó ese partido entre 2014 y 2018, lo tuvo un poco silenciado. Parece, según mi informador, que este comunicador de los fines de semana de uno de los dos medios audiovisuales que más eco se hace de los verdes, sólo en parte ahora, después de haber sido durante casi cuatro años su más ferviente impulsor, ha enviado su recomendación a las “personas que están dudando entre votar a VOX o al PP para asegurarse que Sánchez desaparece”. Y lo hace, desde su “objetiva” opinión, con esta sentencia: “Pues bien, lo peor para Sánchez es votar a VOX” y explica por qué, aunque a mi juicio, su fundamento es un tanto sesgado a la hora de interpretar la Ley D’Hont .
Continúa este mensaje diciendo que, “Según la ley D’Hont del sistema de reparto de escaños, los partidos políticos que están en una horquilla de voto superior al 22% de intención de voto, como es el caso del PP –añado yo que ya da que pensar elegir ese porcentaje, cuando la peor de las encuestas, excepto la del CIS, sitúa al PP por encima del 34%–, por cada punto porcentual de voto que pierde, pierde 3,75 escaños” –las medias tienen esa característica de obtener 3/4 de escaño, ¡pobre diputado el que le toque la “amputación” de un cuartillo! –. Prosigue nuestro mensaje con que “Según esa misma ley, los partidos políticos que se encuentran en una horquilla de entre el 13% y el 22% de intención de voto, como es el caso de VOX –una horquilla demasiado amplia si tenemos en cuenta que las citadas encuestas pronostican un resultado para VOX entre el 10 y 12%, fuera de ese rango–, por cada punto porcentual que pierden, pierden 6,6 escaños” –vale el comentario anterior, en este caso para 2/3 y 1/3, aproximadamente–.
Va concluyendo el mensaje, llevando a su terreno tan débil “argumento”, diciendo que “El bloque de derechas sale más perjudicado si el que pierde los votos es VOX”. Y para terminar de convencer a su parroquia –nunca mejor utilizado el término, porque parece un acto de fe lo que pide–, lo “fundamenta” así: “Esta conclusión se saca de un estudio de todas las elecciones que ha habido desde que estamos en democracia” –estudio, que no acompaña ni cita la referencia dónde encontrarlo, que tampoco parece muy científico–.
Finaliza el mensaje con una recomendación, una opinión, una afirmación y el resumen de un cálculo para creyentes entregados a la causa. La recomendación/conclusión/deseo es que “Es por eso, que no podemos permitir que VOX pierda el tercer puesto, porque entonces en vez de gobernar Feijóo y Abascal, gobernará Sánchez”. O sea, que si el PP obtuviera 160 escaños y VOX 20 –con lo que perdería, previsiblemente, la tercera posición– ¿no ganaría la derecha?, que es lo que viene a decir? Pero hay que barrer para casa.
No pasa de mera opinión, más bien brindis al Sol, esta “conclusión”, en línea con su “argumento” de fondo –hay que votar a VOX más que al PP–: “Obsérvese que Sánchez evita pronunciarse en contra del voto a Yolanda, ya que ese voto a Yolanda le asegura más la Moncloa que el voto al PSOE” –repito lo de antes para Feijóo, ¿prefiere Sánchez que se vote a SUMAR mejor que al PSOE?–. Y refuerza lo anterior apostillando que, “De ahí el inmenso interés del PSOE en que SUMAR aparezca en todos los debates y televisiones posibles”.
No contento todavía nuestro comunicador, lanza su afirmación/consigna, al modo autoritario que exhibe en sus actuaciones su amado líder: “El voto a VOX asegura que gobierne el bloque de derechas”, “porque yo lo valgo”, le falto añadir.
Termina por fin, la “catequesis”, con un dato para fundamentar su cálculo: “Actualmente, según las encuestas –¿cuáles?–, PP más Vox suman 184 diputados” –podría citar media docena de ellas en las que la suma de PP y VOX oscila entre 170 y 190, o incluso más–. Y, de todo lo anterior concluye que “Con un 1,5 –por ciento, supongo que quiere decir– más al PP y otro 1,5 menos a Vox la suma disminuye a 174. Al revés si el PP tiene un 1,5 menos y Vox un 1,5 más la suma sería 194”.
Desconozco qué resultados electorales habrá analizado el autor de este mensaje enviado a través de ese “estudio” plurielectoral al que alude pero, aún concediéndole el beneficio de la duda, creo que conviene hacer algunas observaciones. Tal vez, de ser acertados o aproximados los resultados para esos datos de partida, el error puede estar a la hora de sacar conclusiones generales de unas elecciones que no se celebran con circunscripción única, como sería el caso de las europeas, sino en circunscripciones provinciales, muy diferentes en número de electores y en donde la división puede tener efectos bien diferentes.
Por eso, en lugar de hacer especulaciones sobre supuestos que dependen, en todo caso, de la encuesta que se tome, me he entretenido en hacer algunos cálculos sobre el escenario real de las últimas elecciones generales celebradas en España, las del 10 de noviembre de 2019. He utilizado esa receta del + 1’5% y lo que pudo ser, de haberse impuesto la razón a las vísceras.
Recordemos que, en aquellas elecciones se impuso la coletilla de “Las tres derechas”, que algunos de los comunicadores “convencidos/entusiasmados” con/por VOX se inventaron, e impulsaron a dos de ellas especialmente, VOX y Ciudadanos. Cualquiera que no estuviera condicionado, por la razón que fuese, hubiera visto claro que el “divide y vencerás” sólo podía beneficiar al que benefició. Pablo Casado, que todavía no había metido la pata, ofreció el ESPAÑA SUMA, que los líderes de ambos partidos, Abascal y Albert Rivera, despreciaron, los dos “saboreando” ya la deglución que ansiaban del PP. El resultado fue que la división destrozó el objetivo, con 89 diputados para el PP, 52 para VOX y sólo 10, desde los 57 de Abril anterior, C’s. Todo un “éxito” para esos entusiastas del trío de la derecha, que fue esperpéntico en el caso del Senado, para el que los mismos comunicadores, especialmente el de las mañanas radiofónicas de Es Radio, predicaron hasta el hastío el 1+1+1 (PP, VOX, C’s). Resultado, mayoría absoluta del PSOE en la no sé por qué llamada Cámara Alta, cuando suelen estar los menos “brillantes”.
Sobre aquellos resultados, en su cómputo global, con algo más de 24’5 millones de votos contabilizados, de los que poco más de 24 fueron a los 63 partidos que se presentaban, otra cosa que habría que mirar de la LOREG, pero eso no toca ahora, he analizado ese cálculo de nuestro mensajero anterior, el de la influencia de un 1’5% más o menos, respectivamente, para PP y VOX. En el primer caso, 1’5% más para el PP y menos para VOX, el primero hubiera pasado de los 89 escaños que obtuvo en 2019 a 95, mientras el segundo lo hubiera hecho de los 52 obtenidos a 47. Viceversa, los resultados hubieran sido de 83 para el PP y 57 para VOX. Y la suma de los dos hubiera sido de 147 y 140, respectivamente. Luego ¿qué era eso de que sumaba más si era VOX el que recibía ese 1’5% en detrimento del PP?
Lo que sí es cierto es que, de haber comparecido juntas “Las tres derechas”, los más de 10’34 millones de votos reunidos, hubieran reportado unos 183 escaños, es decir, mayoría absoluta. Y como la hoja de cálculo, una vez introducidas las fórmulas, facilita mucho la operativa, he ido un poco más lejos y también hubiera ocurrido que, en el caso de no haber existido VOX y C’s, y considerando que sólo el 50% de los votos de ambos hubieran sumado al PP, éste habría conseguido 136 escaños, uno más de los que hubiera obtenido el PSOE con el otro 50% de C’s. Y digo que sólo con el 50% de los votos de VOX porque, siendo muy generoso, considero que el otro 50% sería la parte más extrema que ya no votaba ni a AP ni al PP –son menos, pero no he querido pasarme mucho–.
Y para poner un poco en contexto la realidad electoral, he realizado los mismos cálculos para seis provincias con diferente número de escaños y resultados en 2019. Dos con 3 escaños, Ávila y Huesca, en una ganó el PP y en otra el PSOE. Una con 5, Castellón, en la que ganó el PSOE en votos y en escaños. Una con 6 diputados, Córdoba, en la que ganó el PSOE en votos, pero empató con el PP en escaños. Una con 9 escaños, Cádiz, donde también ganó el PSOE en votos y escaños, y empataron PP y VOX en escaños, con más votos para el segundo. Por último, la que más escaños disputa, Madrid, con 37, también con victoria en votos del PSOE y empate en escaños con el PP.
En Ávila, donde los dos citados y VOX, que fue el tercero obtuvieron un escaño cada uno, esa “regla” del + 1’5%, respectivamente, a PP y VOX, se hubiera traducido en un escaño más para el primero en detrimento del segundo y no hubiera tenido influencia al invertir los términos, con la misma suma de la derecha en ambos casos, dos diputados. Como en el caso global, poco más del 50% de los votos de VOX en el PP hubiera supuesto 2/1 para PP/PSOE.
En Huesca, el + 1’5% no alteraría en ningún sentido los 2/1 para PSOE/PP, con ninguno para VOX, mientras que con poco más del 50% de los votos de VOX en el PP, se hubiera invertido el resultado y el tercer diputado hubiera sido para el PP, con lo que la derecha hubiera sumado uno más.
En Castellón, el + 1’5% no habría alterado el resultado de 2 para el PSOE y 1 para PP, VOX y Podemos, pero el 50% de VOX en el PP hubiera dado un escaño más al PP, perdiendo VOX el suyo. Como en Ávila, la derecha hubiera sumado lo mismo, dos diputados.
En Córdoba, el efecto hubiera sido más nocivo con esa fórmula. Si el + 1’5% favorecía al PP, se mantenía el resultado que se dio, 2 para el PSOE, 2 para el PP y 1, respectivamente, para VOX y Podemos. Pero si ese + 1’5% hubiera favorecido a VOX, el PP cedía uno de sus escaños al PSOE, que habría obtenido 3, con lo que la derecha hubiera sumado uno menos que antes. En el otro supuesto, el 51% de votos de VOX en el PP, hubiera supuesto 3 diputados para el PP por 2 del PSOE, la misma suma para la derecha pero con mejor resultado en el Congreso, seguramente.
En Cádiz, tampoco la regla del + 1’5% hubiera alterado, en ninguno de los dos sentidos, el resultado de 3 para el PSOE, 2 del PP, 2 VOX y 1 para C’s y Podemos, pero de nuevo la mitad de los votos de VOX, sumados al PP, hubieran igualado en éste los 3 del PSOE, quedando VOX y Podemos con 1. En este caso, la suma de la derecha hubiera sido la misma, con el mismo efecto que en Córdoba.
Por último, he analizado los mismos supuestos en Madrid, donde el resultado fue de 10 escaños para PSOE y PP, 7 para VOX, 5 para la coalición Podemos-IU, 3 para C’s y 2 para Más País-EQ. En esta circunscripción, el +1’5% a favor del PP se hubiera traducido en la pérdida de un escaño para VOX en beneficio del PSOE, sumando la derecha un escaño menos. En sentido contrario se recuperaba la suma de la derecha al pasar un escaño del PP a VOX, pero seguiría beneficiándose el PSOE con 11 diputados. EN Madrid, como en el caso de los resultados globales en España, he considerado el supuesto de que el PP hubiera recogido el %0% de los votos de VOX y de C’s y el PSOE el otro 50% de C’s y el resultado hubiera sido de 17 escaños para el PP, 13 para el PSOE y los mismos para Podemos, 5, y para MP, 2. En este caso, la derecha sumaría los mismos que en la distribución inicial, pero con un efecto mucho más práctico, también seguramente.
Creo que la conclusión, esta sí, es obvia, como decía unos párrafos más arriba, cuando hablaba de las nefastas “tres derechas”, la división del voto de derecha propicia que, muchos votos, en este caso de VOX, mayoritariamente, sobre todo en las provincias con menos escaños, no sirvan para nada, salvo para que el último se vaya para el que más votos haya obtenido, previsiblemente el PSOE. “Elemental, querido Watson”, que dijera el famoso detective, Sherlock Holmes.
De ahí el título de mi artículo, porque como, creo que acertadamente, ha dicho Alberto Núñez Feijóo: “VOX es muy distinto del PSOE, pero ambos tienen un objetivo en común, que no gobierne el PP”. La segunda parte la vengo diciendo desde hace mucho tiempo y lo recordaba en mi anterior artículo del pasado martes: “Con VOX gana Sánchez… y él lo sabe”. Por eso, más razón y menos vísceras a la hora de votar y que Dios reparta suertes o, mejor, ayude a hacer justicia. Tiempo habrá para la crítica si se produjera un nuevo fiasco con el PP. Si gana la coalición Frankenstein, sólo habrá tiempo para salir corriendo, si se puede y se tiene a dónde, que tampoco es fácil la elección.
NOTAS __________________________
- (Dark Triad of personality, adoptado por Paulhus y Williams en el año 2002 en el artículo The Dark Triad of personality: Narcissism, Machiavellianism, and psychopathy (Paulhus & Williams, 2002).