
«Redefinamos al dictador: Traidor ilegítimo y miserable presidente, porque nada de lo que está haciendo lo llevó en su programa electoral»
El 24 de enero de este mismo año La Paseata me publicó uno de mis primeros artículos. Llevaba por título “Decálogo del buen dictador”. Se lo dediqué con todo mi desprecio, que es mucho y profundo, al más vil y repugnante político de la historia de España, el dictador Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Me consta, naturalmente, que no soy el único que siente lo mismo hacia ese despreciable sujeto, razón por la cual me siento gratamente acompañado.
Estamos viviendo los momentos más difíciles de nuestra más reciente historia, contemplando cómo este traidor está comprando con dinero público la presidencia del gobierno de España. Cediendo al separatismo catalán lo que la Constitución y la Ley prohíben expresamente, regalando a espuertas bienes, dinero e infraestructuras que son de todos los españoles, no de él solo. Administrar no significa regalar, ni mucho menos a cambio de nada que pueda beneficiar al que lo regaló.
Vascos y catalanes unidos en el chantaje, la extorsión y el crimen, pues crimen de lesa patria es despojar a la ciudadanía de lo que es suyo, su Patria, además de empujarla al abismo del enfrentamiento. España es propiedad de todos los españoles, y no de ningún hijo de la gran puta, por mucho apoyo que este tenga. Lo que vale para uno, vale para cualquier otro que lo intente.
No existiría ningún golpista que se atreviese a tanto, si no contara con muy buenos apoyos para lograr sus fines.
Este sujeto lo hace respaldado por gran parte de la prensa, su prensa adicta, prensa con rodilleras, algunos con espolones. Prensa a la que regularmente subvenciona, a la única que permite hacerle preguntas en sus escasas ruedas de prensa, naturalmente con la escaleta convenientemente preparada. Prensa compuesta por sujetos cuya moral empezó a cotizar a la baja, desde el primer minuto en que vendieron o alquilaron su integridad. Por sus hocicos les reconoceréis, algunas se lo han ampliado.
Lo hace respaldado, cómo no, por un grupo de indeseables, todos y cada uno de los que él mismo ha puesto al frente de su partido. Los mismos que dijeron lo que hoy niegan haber dicho, miserables activistas a sueldo del felón. Inútiles de profesión cuyo único sueño conocido, era pastar en el presupuesto público. Y a fe que lo han conseguido.
Lo comete, amparado en los jueces que le secundan, firmes, y en primer tiempo de saludo. ¿Qué tipo de juez es aquel en el que predomina su adicción a unas ideas, y no a la LEY a la que prometió o juró acatar preservar y cumplir? Yo se lo diré, un activista. De jueces para la demagogia, hasta jueces por la excepcionalidad de lo ilegal. Si para algunos cabe la interpretación de la ley, ¿por qué extraña razón no puede contar la interpretación de las sentencias? Si básicamente pretenden que se aplique la ley que emana de los representantes públicos, ¿para qué servirá tener jueces? Dos de los tres pilares básicos de una democracia limpia y honorable perfectamente descritos y señalados.
El tercero, el ejecutivo. Con estos activistas al frente en clara descomposición democrática, se confundirá todo, la democracia la compondrán ellos, las normas las dictarán ellos, y la ejecución de todas sus leyes y normas las aplicarán ellos.
Estos atributos manejados a conciencia les garantizará el triunfo del golpe. Estos son sus poderes, a todas luces ilegales, escandalosamente arbitrarios, por tanto, dictatoriales. Con ellos el dictador consumará su felonía, con la tranquilidad que le proporciona la impunidad del que se sabe intocable.
Volver a definir a este individuo es un deber, deber que nunca podremos abandonar hasta que las fuerzas nos fallen.
Hay que plantar cara al dictador, que millones de españoles le griten a la cara lo que pensamos de él, que nadie parezca que vegeta o está adormecido. Que nadie espere a que la tormenta amaine, que nadie espere a que este miserable le ordene que entierre a los que lucharon por su libertad.
Redefinamos al dictador: Traidor ilegítimo y miserable presidente, porque nada de lo que está haciendo lo llevó en su programa electoral, ni lo mencionó en su campaña. Es más, negó tajantemente hasta la saciedad que no cometería tamañas felonías. Perjuro porque prometió cumplir y hacer cumplir la Constitución, y lo que está haciendo es deshonrarla, traicionarla y despreciarla, haciéndolo cobardemente con la ayuda de otros traidores como él. Y miserable porque nadie honrado y digno trabaja para que entre españoles vuelva a nacer el enfrentamiento y el odio. Si en España vuelve a derramarse sangre, será única y exclusivamente por culpa de él, y de toda la recua de activistas y mercenarios que le secunda y obedece.
Poco más que añadir, a lo que todos ustedes saben. Lamento no haberme equivocado, lo que nunca lamentaré es haberlo dicho, y por tanto lo seguiré diciendo hasta que me dejen hacerlo.