
«Reflexiono por los padres y abuelos socialistas encantados por el muro levantado por su líder, el gran mentiroso»
Reflexiono por los padres y abuelos socialistas encantados por el nuevo muro levantado por su líder, el gran mentiroso, para ser investido como presidente. ¿Acaso creen que sus hijos y nietos van a poder vivir en paz en un país dividido? ¿Acaso creen que a sus vástagos les protegerá la mentira del nuevo gobierno del felón? ¿No se dan cuenta que al enfrentarnos de nuevo, todos perdemos el necesario futuro?
Lo he visto claro, me he deprimido en un primer momento y por ello me permito la denuncia, a las veinticuatro horas de la manifestación en la Plaza de Cibeles de Madrid, en los columpios del Paseo del Prado, a cien metros de la Casa de Correos, donde columpio a mi nieta que todavía no se sabe dar para impulsar su alegría.
A mi lado un padre ataviado con un pañuelo palestino que también empuja a su hijo de unos dos o tres años. Me comunico con él:
– Ayer esto estaba tomado por la manifestación.
– Sí, qué lástima de fachas.
Me callo, le miro indignado y el progre del «fulardo», cobarde, y sin ganas de comunicar, frena el columpio de su hijo, le alza en brazos y se marcha. A unos tres metros de distancia, gira la cabeza y me mira con cara de odio.
Entiendo que el papá socialista vive tan bien, que satisfecho y ganador, tras su ideológico y confortable muro, cree que su hijo estará protegido en su casa, con sus profesores aliados y subvencionados en la leyenda negra sobre España que él comparte; en la solidaridad de la poderosa asociación de padres y madres de su colegio, en la falsa memoria democrática, y en esencia, en el golpe de estado que su líder ha consumado al llevarnos a un nuevo confrontamiento entre los españoles, pero sufro al asumir que no entiende que su hijo está destinado a pagar las consecuencias del enfrentamiento social y las desgracias que comenzamos a asumir más de la mitad de los vecinos con el muro decretado por el nuevo tirano.