Asisto atónito a la conversación. Mi amigo le pregunta al economista de prestigio si estaría dispuesto a ser ministro de Economía. Estamos en una cafetería de postín y, al entrar he asumido que el aperitivo, una cerveza, me costará seis euros. Miro alrededor para ver si alguien tiene pegada la oreja a nuestra charla, pero percibo que aquí todo el mundo está enzarzado en sus propias conversaciones que giran sobre la recesión y la quiebra del euro.
El economista responde que no, que nunca ha tenido ambición política pero que, sin duda alguna, lo rechazaría, puesto que la situación española es tan desesperada que sería imposible llevar a cabo un trabajo en condiciones. ¿Pero tan mal está la cosa? intervengo yo y mis dos contertulios callan y vuelven al unísono sus cabezas hacia el camarero. La cuenta por favor.
Aprovecho que el de la pajarita suma nuestras deudas para mirar hacia el plasma de sesenta pulgadas que sintoniza con la BBC. Después del éxito que tuvieron con Rastani, el falso trader amplificado en España por todos los medios de comunicación, hoy abren con otra polémica entrevista, esta vez con Robert Shapiro, asesor del Fondo Monetario Internacional. Desde su punto de vista, si los líderes europeos no solventan la situación de forma creíble, el sistema bancario de la zona euro podría sufrir un colapso en las próximas dos o tres semanas.
Y mientras recuerdo el análisis que acabo de leer en la red IMPOK sobre como se forran algunos mientras otros no tienen ni para comer, el camarero alza la voz y nos cuenta que él vive en Parla y, que desde hace ya unos años, su ayuntamiento ha gastado 15 mientras ingresa 8 y claro está, ahora ya no puede pagar la deuda, pero que eso no es lo peor:
-«Lo que a mi trae por la calle de la amargura es que los responsables del desaguisado saquen pecho y digan que lo hicieron por el pueblo, para dotar a sus ciudadanos de un tranvía de ricos, una playa artificial y un montón de avances sociales. Miren señores en mi casa el crédito se pide para comer y no para irse de fiesta. Son 52 euros»-
– «¿Acepta usted la visa, señor?… Y disculpe, ¿Quiere ser usted ministro de economía?