Me llegan recios ecos de los árbitros de la ética y paladines de la justicia social por todos lados. Desde las páginas de «El país» que se permite insultar a otros periodistas y hasta a los policías. Desde esos vecinos que tildan al PP de fascista por pretender una Ley de Huelga y hasta de los sindicatos de clase, representantes de los trabajadores de Paradores Nacionales que llevan dos meses de movilizaciones en lucha por sus convenios, cuando en la empresa turística pública, tienen una deuda de 30 millones de euros que pagamos todos.
Estos sindicatos han mostrado su «más absoluto rechazo al plan» de recortes, con ERE incluido que afectará a unos 1.500 trabajadores de los 4.600 que tiene en plantilla (400 en servicios centrales), y han pedido «la dimisión del Comité de dirección de la cadena hotelera, propuesto por el PP, cuando deberían conocer la información que ayer conocimos todos los españoles. Ni mas ni menos, que la anterior dirección designada por Zapatero, llevó con sus decisiones a la empresa pública a un balance negativo de sus cuentas y además disfrutaba, con dinero público de un velero, un par de casas y un montón de tarjetas Visa.
¿Es curioso, no?
¡¡Pobre España!! ¿Donde queda un resquicio en el que no exista la corrupción? ¿Qué mas nos queda por descubrir? Sinceramente esta España, me duele.