Este 2013 ya se perfila como un gran año para nuestros agricultores y para los recursos hídricos de las Cuencas Hidrográficas. Ha caído agua y bien. Pero llegará una nueva sequía y el estado español continúa sin auténticos planes de futuro para solucionar sus históricos problemas de agua.
Es más, España en esta primavera verde y regada, comienza a mostrar las cuentas y debes de una de las primeras decisiones políticas que el alquimista social e impresentable tomó nada más llegar al poder tras el 11 M: La de cargarse de un plumazo el enorme trabajo que había realizado el Gobierno de Aznar, titulado el Libro Blanco del Agua, y que apostaba por la intercomunicación de las cuencas, los famosos trasvases que protagonizaba nuestro río mas caudoloso: El Ebro. Concepción de país, filosofía de la solidaridad entre autonomías y ejemplo de obra pública y desarrollo para la posteridad, que para mas «inrri» estaba ricamente financiada con euros provenientes de Europa.
Pero no. Al inútil de ideología barata le fue mas fácil hacerse la foto sentado ante la bandera norteamericana, retirar las tropas de Iraq y proponer las progres desalinizadoras. Y hoy los españoles que mas saben del precio y de la necesidad del agua, los regantes alicantinos, murcianos y almerieneses no quieren ni oír hablar ni de la calidad ni del abultado precio del agua que endulzan del mar las 16 plantas desaladoras sembradas por el socialista infame.
Y claro está el Gobierno de Rajoy tiene un problema heredado con la empresa pública que gestiona esa cara tecnología para ricos, y que por cierto, abona el Mediterráneo de salitre, nuevo residuo tóxico para unas aguas de por sí enfermas y achacosas, criadero de medusas, de nombre «Acuamed», que arrastra un déficit permanente y su deuda se ha disparado de 23 a 326 millones desde el año 2008.