
«Lo políticamente correcto es la actitud defensiva más ridícula e inservible a la vez que útil para los demoledores de la democracia»
No tengo una varita mágica pero tengo claro que lo conocido como «políticamente correcto» es la actitud defensiva más ridícula e inservible a la vez que útil para los demoledores de la democracia.
Mi amigo Salvador Larrúa (Q.E.P.D.), vecino de Miami, y conocedor/sufridor de la «democracia cubana», me remitió unos comentarios del doctor Luis Conte, presidente de la Academia Cubana de la Historia que paso a comentar y compartir.

«Podemos contemplar atónitos como se facilita y permite que los enemigos de la democracia, tomen universidades, cátedras, editoriales, publicaciones…»
Es vergonzoso y suicida que las democracias occidentales, a un lado y otro del Atlántico, vivan en el limbo sin preocuparse ni invertir en la defensa de la democracia que permite y propicia tanto nuestro sistema de libertades como el desarrollo del mundo empresarial en todos sus ámbitos, grande, mediano y pequeño.
Dentro de esa dejadez podemos contemplar atónitos como se facilita y permite que los enemigos de la democracia, tomen universidades, cátedras, editoriales, publicaciones y sobre todo los medios de comunicación tanto escritos como audiovisuales.

Otro mal clave, para quedar en la corrección política, es que derechas, centros e izquierdas permiten que los enemigos de la democracia, de todo color y tendencia, asalten las calles, marchen, vociferen, agredan, desborden y manchen la libertad.
De esta manera la violencia se convierte en terror y veneno diario, que los medios difunden y exaltan con cierta complicidad e incluso beneplácito. Se nos conmina a la tranquilidad, al sosiego, la reflexión y al diálogo (incluso al sentimiento de culpabilidad) mientras contemplamos por las redes agresiones a mujeres y niñas, manifestaciones contra las democracias occidentales y a favor de teocracias o de repúblicas comunistas/bolivarianas.

Todos olvidan que un simple cartel amenazando de muerte a Europa y a favor de un falso profeta o una pedrada o puñetazo de estos manifestantes a quien ejerce o no puede ejercer su libertad es una agresión directa a nuestro sistema jurídico, el que nos hace libres y protege tanto a la opinión privada como pública, derecho tan indispensable como el aire que respiramos, el sol que recibimos o el agua que bebemos.
No nos podemos cansar de repetir que básicamente la democracia verdadera consiste en el derecho a ejercer y exigir nuestros derechos, y en ningún caso dificultar, estorbar o impedir el derecho del otro.Recordemos que delinquen quienes llevan piedras, palos o los piquetes que mediante la coacción en grupo dificultan o impiden el ejercicio público de nuestra libertad.
Recordemos que la impunidad del agresor le estimula a seguir agrediendo y que es obligación de las fuerzas de orden público no sólo impedir la agresión sino poner al agresor a disposición de la justicia y esta de juzgarlo y encarcelarlo como al tal Bódalo o el famoso podemita Alfon detenido con una mochila de explosivos.
Recordemos que quien de forma directa o indirecta financia, contribuye, propicia, aconseja, cualquier agresión contra la libertad de opinión y el derecho a ejercerla privada o públicamente, comete contra la democracia un delito mayor que debe tener consecuencia de cárcel para cualquier agresor.
Para ello se hace necesario que las fuerzas del orden público dispongan de todos los recursos, equipos técnicos y prerrogativas para la mejor protección de la sociedad en vez de maniatarlas impidiendo el cumplimiento de su deber.
Cercar y atacar la sede de un partido político o lo que está ocurriendo en los EEUU donde vemos asaltar, sitiar, hostigar, amenazar, frente al edificio donde despacha el actual Presidente Electo es un hecho inusual y repugnante que refleja descomposición y la financiación o estímulo de los sectores electoralmente derrotados, o como sucede en España con la intención de desgastar hasta imponer una «democracia a la cubana».
En los EEUU, tal empecinamiento inútil y las exageraciones absurdas sobre la influencia rusa en el proceso electoral norteamericano, manchan a quienes inicialmente aceptaron elegantemente su derrota. No digamos en España donde en tantos espacios gobiernan los derrotados aludiendo a no sé qué mayorías sociales y de no sé cuál progreso.
«Podemos contemplar atónitos como se facilita y permite que los enemigos de la democracia, tomen los medios de comunicación tanto escritos como audiovisuales»
No hay excusas para acampadas liberticidas ni para impedir, agredir, estorbar, dificultar, el derecho de otros a pensar y expresarse. Se trata de una burda trampa el hacer uso y abuso de conceptos como “justicia” “pueblo” “revolución” “reivindicaciones”, o agitar espantapájaros como “globalización” y “neoliberalismo” para atropellar el derecho ajeno y quebrantar las estructuras que lo garantizan… que por otra parte lo garantizan para todos: pobres, ricos, blancos, negros, mujeres, hombres, viejos, jóvenes, izquierdistas, derechistas.
Esto nos lleva a anhelar una justicia totalmente independiente para dirimir diferencias y sin injerencia política en sus nombramientos y sobre todo un sistema electoral justo que dé la fuerza a la mayoría y no a las minorías disgregadoras con las que no es posible ni el consenso ni el diálogo constructivo.
En una auténtica democracia siempre es posible encontrar cauces y procedimientos legales para reclamar justicia, sin atacar ni menoscabar el derecho de otros a reunirse y manifestarse.
Es lamentable observar como minorías agresivas, insultantes e irreverentes se hacen con la calle mientras las grandes mayorías apenas o rarísima vez hacen manifestaciones callejeras, ejerciendo ese útil derecho cuando se ejerce en paz pues la calle a todos los ciudadanos pertenece y no podemos permitir que se nos arrebate.