
«Hoy 23 de enero, se cumplen 24 años del asesinato del concejal de San Sebastián y líder de los populares vascos en Guipúzcoa Gregorio Ordoñez Fenollar»
Hoy 23 de enero, se cumplen 24 años del asesinato del concejal de San Sebastián y líder de los populares vascos en Guipúzcoa Gregorio Ordoñez Fenollar, cuando se disponía a comer con algunos de sus colaboradores, entre los que destacaba la secretaria del grupo municipal popular María San Gil, en el Bar LA CEPA de la parte vieja de la capital guipuzcoana, donde le descerrajaron dos tiros por la espalda, cayendo muerto prácticamente en el acto.
Gregorio Ordoñez, era un joven que, desde sus convicciones políticas y personales, se había convertido en nada más y nada menos que en el referente y en la conciencia revulsiva del centro derecha españolista en San Sebastián y en todo el P, Vasco, sacando a la ciudadanía de un miedo terrorífico al nacionalismo peneuvista por una parte, a la izquierda abertzale por otra y sin duda a la banda asesina ETA, que en aquella época, había recrudecido sus actos de extorsión y asesinato hacia todo aquel que osara no aceptar sus planteamientos y no fuera nacionalista o por ser simplemente empresario. Estaba a punto de ser el dirigente de la fuerza más votada en unas inmediatas elecciones municipales que estaban previstas para meses después, en las que las encuestas, le colocaban como el máximo favorito para ocupar la alcaldía de San Sebastián. ¿Un cargo público del PP alcalde de San Sebastián? Si, porque tal era la popularidad de Goyo en la ciudad, tal era la intensidad de su trabajo en el ayuntamiento a través del Centro de Atracción y Turismo, así como posteriormente como parlamentario vasco, en que Goyo Ordoñez, se convirtió en unos años, en el referente del antinacionalismo y en el primer político que se atrevió a enfrentarse cara a cara con las ordas batasuneras, sin miedo, con claridad en su lenguaje, con firmeza de sus planteamientos y con la fuerza de los hechos, porque Goyo, todo él era fuerza, tesón, arrojo y sobre todo heroicidad.

“Eugenio, he oído en la radio que han asesinado a tu amigo Goyo Ordoñez en San Sebastián”
Eran aproximadamente las cuatro menos veinte de la tarde, cuando diez minutos después de ser asesinado, mi vecina de piso en Bilbao, tocaba insistentemente a la puerta de casa de manera nerviosa, para decirme “Eugenio, he oído en la radio que han asesinado a tu amigo Goyo Ordoñez en San Sebastián”. Pegando un grito, puse la radio de inmediato y al confirmar la noticia dada por mi vecina, pese a encontrarme con un gripazo, lo que me había impedido ir esa mañana a San Sebastián para encontrarme con él, me vestí rápidamente y me encaminé hacia la capital guipuzcoana, con lágrimas en los ojos, lleno de rabia e inundado de tristeza.
En ese recorrido de apenas cuarenta y cinco minutos, recordé como le conocí, ocho años atrás, cuando en un mitin de una de sus primeras campañas electorales al ayuntamiento, acudí a San Sebastián para escucharle, con el entonces presidente del Partido Liberal, miembro a su vez de Coalición Democrática José Antonio Segurado, para inaugurar casi a la vez, mi corresponsalía en el P. Vasco en la Revista Época, dirigida por Jaime Canmany. A raíz de aquel mitin, nos conocimos personalmente y las coincidencias personales y políticas, eran absolutas y dada mi condición de guipuzcoano, vasco parlante, me ofrecí a ayudarle en su labor hablando en medios de lengua vasca representándole y haciendo varios reportajes sobre su personalidad, sus planteamientos y sobre quien era, pensaba y qué quería Goyo Ordoñez para el P. Vasco y su dura opinión respecto a la canallada de la existencia de ETA.
Goyo era un personaje increíble, hiperactivo a más no poder, siempre rodeado de gente, generalmente jóvenes y su cabeza, volaba a la velocidad de la luz, respecto a los temas de importancia de la capital donostiarra, del P,Vasco, con una capacidad de convicción asombrosa.

«No olvidaré nunca cuando ambos junto con el entonces presidente del partido en Guipúzcoa, José Eugenio Azpiroz Villar, acudimos a Loyola, para reunirnos con gente de mi Azcoitia natal y de Azpeitia»
No olvidaré nunca cuando ambos junto con el entonces presidente del partido en Guipúzcoa, José Eugenio Azpiroz Villar, acudimos a Loyola, para reunirnos con gente de mi Azcoitia natal y de Azpeitia, para intentar conseguir listas electorales del PP en ambas poblaciones. Bastó una hora de charla para que la treintena de personas que nos reunimos en el Restaurante Kiruri, empezaran a vibrar y animarse a presentarla, aunque finalmente, fue Pilar Elias, viuda del militante de UCD asesinado por ETA, Ramón Baglietto, persona además muy allegada a mi persona y familia, quien se levantó de la mesa, para decirle: “Goyo, yo me presento por Azcoitia y vamos a intentar quitar la mayoría absoluta al PNV, en el pueblo natal de Arzallus”.En aquella legislatura, Pilar Elías, sacó algo más de 700 votos que le permitieron ser concejal de Azcoitia, arrebatando esa mayoría absoluta al Pnv, en el pueblo natal de Arzallus.
Otro de los hechos que recordé durante ese viaje a esa maldita capilla ardiente, porque no me creía que Goyo estuviera allí de cuerpo presente, fue el día que asesinaron al dirigente batasunero Muguruza en Madrid, circunstancia de la que le avisé telefónicamente y emitió de manera inmediata, un comunicado de condena.

«Goyo era el líder innato, el revolucionario que movía las masas, con una mezcla de pasión, lenguaje políticamente incorrecto, pero con miles de actos que le significaban como una excelente persona»
Aunque Goyo era el líder innato, el revolucionario que movía las masas, con una mezcla de pasión, lenguaje políticamente incorrecto, pero con miles de actos que le significaban como una excelente persona, debo recordar el trabajo ímprobo de sus compañeros de partido y de candidatura, como José Eugenio Azpiroz, Eugenio Damborenea, Elena Azpiroz, María Eugenia García Rico y Roberto Fernández, además del buen y eficaz trabajo de María San Gil, como secretaria del grupo municipal en el ayuntamiento donostiarra.
Goyo tenía dos pasiones, una San Sebastián y recuperar esa gran ciudad, machacada por el terrorismo y lo abertzale hasta llevarla al casi completo rechazo en el mundo del turismo y la segunda era una chica rubia, Ana Iribar, de Cestona, de la que estaba completamente enamorado y que conoció cuando ella era estudiante de Geografía e Historia, o meses antes de morir y después de contraer matrimonio, con la ilusión de la llegada de su hijo Javier.
Goyo fue el segundo líder político vasco asesinado por ETA después del socialista Enrique Casas y el motivo de su muerte, fue precisamente la reacción de los asesinos de ETA, ante la posibilidad de que Goyo se convirtiera en alcalde de San Sebastián, lo que no podían permitir, al ser la capital guipuzcoana, un símbolo de lo que ellos querían dominar, pero Eta mató a la persona, aunque sin qurerlo, creó un mito político, ideológico y de sentimientos, que perdurará mientras que la memoria, siga siendo memoria.
Era un rebelde por naturaleza, un hombre que hablaba sin tapujos y decía lo que pensaba fuera ante quien fuera, siempre rodeado de jóvenes, con su fax portátil preparado para emitir decenas de notas de prensa a medios locales o de Madrid, bien desde el despacho o desde su Golf negro.

«Prometimos seguir su labor, su enseñanza y ejemplo, porque Goyo Ordoñez es, ha sido y será esa fuerza que desde el cielo, ayudará a mantener su obra»
Cuando llegué a la capilla ardiente, situada en uno de los salones del ayuntamiento de San Sebastián, a la que accedí en compañía de dos amigos míos y también suyos, como Gonzalo Piñeiro entonces alcalde de Santander y el presidente de Cantabria José Joaquín Martínez Sieso, lo que no queríamos creer estaba allí, el cuerpo de Goyo, instalado dentro de su féretro y rodeado de flores. Ni que decir tiene que las lágrimas nos caían por los ojos en cantidades industriales, el sentimiento de tristeza era enorme, pero en el fondo de nuestra alma, por lo menos en la mía, prometimos seguir su labor, su enseñanza y ejemplo, porque GREGORIO ORDOÑEZ es, ha sido y será esa fuerza que desde el cielo, ayudará a mantener su obra, luchar por esas ideas de paz, libertad y España y sobre todo, por la gran familia del Partido Popular, su familia como él decía, porque eso era el PP en el P. Vasco, pero especialmente en Guipúzcoa.
Querido Goyo, te tenemos presente, intentamos seguir tu obra porque tú eres nuestra razón de seguir en la lucha por unas ideas que amamos y que defendemos, a pesar del gran sacrificio que nos ha supuesto tu no presencia, al igual que la de otra veintena de amigos y compañeros que dieron su vida por sus ideas, por sus convicciones y por España.
Se cargaron sin piedad a Gregorio, sabian que era un rival muy bueno y fuerte y no podian soportar a un joven tan valiente y con unas ideas muy fuertes.