
«El doctor fraude, representa a la nueva cabeza borradora de la convivencia, la paz y la democracia en España»
David Lynch estrenó su cabeza borradora en 1977. Una película inclasificable, considerada de culto y, a la vez, tildada de enfermiza y mal gusto por la crítica especializada. Su protagonista es un tal Henry Spencer, que trabaja en una imprenta pero está de vacaciones, que se debe casar a la fuerza porque su mujer pare un pequeño monstruo al que dedica todo su esfuerzo como un padre enfebrecido. Un ser que alucina con el radiador de su casa y copula con la vecina ajeno a los conceptos y esencias de fidelidad y traición. Un relato acerca de la monstruosidad del ser humano y una metáfora perfecta del que presidirá el gobierno de España durante los próximos cuatro años: El doctor fraude, la nueva cabeza borradora de la convivencia, la paz y la democracia en España.
Sánchez alimenta el monstruo de su ego con la misma estética del blanco y negro que Lynch utilizó para su obra. Pero a diferencia del personaje de ficción, el doctor Sánchez ha perdido la cabeza antes de su final, al confundir el gobierno con la publicidad, a la realidad con la mentira. En una campaña electoral sin solución de continuidad para las elecciones generales convirtió en su delirio ganador al Consejo de Ministros en obscena propaganda partidista. Y ahora, con la misma técnica del gano o gano y no hay más, utiliza cada una de las patas del estado en propio beneficio y el de ese monstruo que alimenta en su cabeza y cree le permitirá, para siempre, vivir ajeno a las miserias del mundo que ayuda a consolidar, al controlar todas y cada una de las parcelas del poder.

«En la cabeza borradora del doctor Sánchez parece que todo vale para que él, su ego y su monstruo vivan felices en la Moncloa y para siempre»
Y así además del lenguaje manipulado con los grandes conceptos, convivencia, paz, lib ertad de expresión o democracia, utiliza sin el menor recato al ejército español, las relaciones intencionales, a la abogacía de estado, a los golpistas catalanes y hasta a los servicios de información antiterrorista que, después de 17 años en busca y captura, consiguen detener a Josu Ternera gracias a la colaboración del gobierno francés, para conseguir ese par de puntos en las elecciones que le permitan continuar con su comercio y demoscopia, porque en la cabeza borradora del doctor Sánchez parece que todo vale para que él, su ego y su monstruo vivan felices en la Moncloa y para siempre, en esa egoísta realidad ganadora pero ajena a la desgracia social que el común de los mortales denomina, y sin dobleces propagandísticos, economía familiar, convivencia o libertad de expresión. Y mañana más.