
«Hemos sabido que Su Sanchidad en pleno ejercicio de la pedrocracia ha excluido en el último segundo a SM el Rey de la entrega en Cataluña de despachos a los jueces»
Hemos sabido que Su Sanchidad en pleno ejercicio de la ‘pedrocracia’ ha excluido en el último segundo a SM el Rey de la entrega en Cataluña de despachos a los jueces. Jueces que impartirán justicia, según la Constitución y en nombre del Rey, hasta que se cumpla el horizonte republicano previsto por Pablo “la geisha”.
La entrega de diplomas se viene celebrando desde hace veinte años en Barcelona, donde está la sede de la Escuela Judicial que en mala hora allí se estableció para satisfacción de los separatistas. El año pasado dados los ataques al Rey el acto se trasladó a Madrid. Como sabemos y así queda reflejado en sus discursos, el Rey siempre ha hecho una defensa firme de la independencia judicial con frases como que los jueces «únicamente están sometidos al imperio de la ley» (2018) o «respetar las resoluciones judiciales es indispensable en democracia» (2019). Frases que por supuesto resultan molestas para los separatistas, que intentan doblegar la justicia a sus intereses y motivo por el que existen los tribunales de justicia autonómicos algo que no debería existir.
Se ha llegado al absurdo bochornoso de que el CGPJ invitó a Don Felipe a presidir el acto de entrega de los diplomas, que se celebrará el próximo viernes en Barcelona, y como siempre desde el Palacio de la Zarzuela se respondió de forma afirmativa confirmando su asistencia. El Rey aceptó presidir la entrega de diplomas siguiendo la costumbre ya arraigada de los últimos veinte años, y que “Su Sanchidad” aplicando el rodillo “pedrocrático” ha decidido impedir en el último momento la asistencia real para con ello complacer a sus socios separatistas catalanes que le mantienen como equilibrista en el gobierno, por lo que puso en evidencia a la Casa del Rey que debió comunicar al órgano judicial la anulación de la presencia del Jefe del Estado en dicho acto.
Los separatistas se han vengado por boca de “Su Sanchidad” boicoteando la presencia de la Corona en Cataluña, tras aquel discurso del 3 de octubre de 2017.
Esta es una prueba más de la «desinstituicionalización» que padecemos, y que alcanza todos los campos de la actividad ‘premial’ que tradicionalmente está reservada a la Corona y que ha sido «canivalizada» por los gobiernos regionales desde el nacimiento de las taifas autonómicas.
Esto viene de lejos. En el ámbito de las Fuerzas Armadas hace años todos los empleos militares eran conferidos, refrendados y dictados en nombre del Rey, pero se sacaron de la manga que solo se haría con los Reales despachos al salir de las Academias Militares y los del ascenso al Generalato, con lo que de capitán a coronel ya ni siquiera serían concedidos en nombre de S.M. sino firmados por el jefe de Estado mayor de cada Ejército y de la Armada.
Con ello la calidad y consecuencia moral de esos títulos de empleos intermedios perdieron todo su valor por no venir de S.M. el Rey origen del derecho premial en nuestro país, una monarquía por el momento.
Todo ello no es casualidad, se empieza silenciosamente con cosas que parecen menores y se acaba dando una patada y destronando al Rey.
Recuerdo cuando un admirado jurista recordaba en un brillante discurso las palabras del canónigo Pedro Inguanzo cuando en las Cortes de Cádiz afirmó que «la igualdad no consiste en todos tengamos iguales goces y distinciones sino en que todos tengamos acceso a ellos».
El art. 62.f. de la Constitución Española, que está dentro del título II relativo a la Corona, habla de que corresponde al Rey «conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes», artículo que deja clara la consagración del monarca como fuente de honores y distinciones, artículo que se ha ido desvistiendo poco a poco mediante un descarado desdén y abierta hostilidad hacia la arquitectura simbólico-cultural del Estado, de la que forman parte, por derecho propio, los honores y distinciones oficiales.
Que hay un plan para el cambio y demolición del actual régimen constitucional es algo de lo que nadie debe dudar. Todo empieza con el control político de la judicatura y la fiscalía y se termina en una dictadura en la que el hecho de pensar diferente será penalizado. Ya lo dijo «Su Sanchidad» ¿De quién depende la fiscalía?… ¡Pues eso!
«Temed al hombre silencioso. Mientras unos hablan, él observa. Mientras los otros actúan, él planea. Y cuando todo el mundo descansa, él actúa».