
«Paso el fin de semana entre músicos y bendigo mi suerte. En el programa musical del acto al que asisto en Toledo hay un Concierto que nunca hasta ahora había oído en directo»
Paso el fin de semana entre músicos y bendigo mi suerte. En el programa musical del acto al que asisto en Toledo hay un Concierto que nunca hasta ahora había oído en directo. Se trata del Concierto para dos Violonchelos de Vivaldi. Uno de mis preferidos de los del » Cura Rojo» desde que oí una versión muy especial protagonizada por Bobby McFerrin junto a la violonchelista Veronika Wilhelm, en la Plaza del Mercado de Leipzig, en el año 2002. Inolvidable. Siempre pensé que aquellas personas que habían asistido al directo deberían haberse sentido unos privilegiados. Algo así a como yo me siento, de nuevo, este fin de semana al oír a dos jóvenes y grandes chelistas interpretar la partitura del Vivaldi.
Tras el concierto comparto mesa junto a dos grandes profesores, verdaderos maestros del violín y el contrabajo. La conversación chisporrotea. Me cuentan qué supone el hallazgo de una nueva partitura de Vivaldi, la de un concierto para flauta, «Il Gran Mogol«, que acaba de descubrirse en los archivos nacionales de Escocia. Paradojas de nuestro siglo de las comunicaciones y las redes sociales, aparte de que ya puede oírse, antes de que se estrene para el mundo oficial.

«La reflexión es por tanto barroca. De Vivaldi, el Cura Rojo, a Sánchez, el rojo inútil, tan lejanos entre sí»
Con los cafés la conversación deriva, como no, a la tristezas de la política nacional. Me sorprendo al oír los comentarios de preocupación que para los grandes músicos de nuestros días tiene la posibilidad de un Sánchez presidente gracias al Partido Nacionalista Vasco y los golpiustas catalanes. – «Es que, me explican, para este Presidente y sus socios en la actualidad, el apellido Nacional no es políticamente correcto y la Orquesta Nacional, en este río revuelto de restricciones, intereses y sálvese el que pueda, puede quedar herida-«.
La reflexión es por tanto barroca. De Vivaldi, el Cura Rojo, a Sánchez, el rojo inútil, tan lejanos entre sí, y para los que hay un atajo que los acerca en la conversación, porque sencillamente en este verano que acaba de comenzar, una mayoría de españoles se sienten verdaderamente preocupados por un Presidente que, sin acabar del todo de quitarse la careta, asusta tanto como la misma presencia de la muerte.