
«Vivimos desde hace tiempo un fenómeno curioso. Valoramos las cosas que nos rodean más por el continente que por el contenido. Nos derrota el envoltorio»
He comprado un bolígrafo. Es un artilugio normal que sirve para escribir. Me lo han envuelto en un papel impreso con logotipos de una tienda. Lo saco del envoltorio. Ahora encuentro de nuevo el envase del producto. Tiene bonitos colores está impreso en cuatricromía. Un plástico transparente permite ver la herramienta de escritura a través. Saco el instrumento y tiro el resto a la papelera de mi escritorio. Vivimos desde hace tiempo un fenómeno curioso. Valoramos las cosas que nos rodean más por el continente que por el contenido. De esto se han encargado la publicidad y el márquetin.
«En una sociedad en la que se nos ha acostumbrado a valorar la belleza, la juventud y la apariencia por encima de otros conceptos, como la esencia y la sabiduría, esto produce singularidades»
Salvo por el nivel de contaminación que produce este hecho, no tendría más importancia que esta. Pero el problema es mayor. En una sociedad en la que se nos ha acostumbrado a valorar la belleza, la juventud y la apariencia por encima de otros conceptos, como la esencia y la sabiduría, esto produce singularidades. Se confunde en casi todos los ámbitos de la vida, el comercio, la cultura, la política, las artes, y las demás cosas, la forma y el fondo. Tanto es así que hemos desechado el fondo de los asuntos y su valor real en pro de sus envoltorios. Ha dejado de tener valor el contenido y se sobrestima el continente.
«Hay cosas bellas envueltas en papel de estraza y cosas horribles rodeadas de plástico de burbujas, caja de madera, virutas de plástico y papel cebolla»
Pocas personas son conscientes de ello. Hay cosas bellas envueltas en papel de estraza y cosas horribles rodeadas de plástico de burbujas, caja de madera, virutas de plástico y papel cebolla. No estoy hablando únicamente de objetos, sino también de música, literatura, pintura y artes diversas, incluso de nuestros propios pensamientos y sentimientos. Gran parte de la degradación en las sociedades modernas, de la convivencia, del respeto y del propio concepto de la envoltura, como lo es la buena educación se ha producido por no ver más allá del foco luminoso de la forma que no nos deja ver, sentir y comprender el fondo, la esencia lo fundamental.
Magnífica reflexión, de las que hay que tomar buena nota.