
«Si en España la creatividad, la cultura y la ciencia dependieran solo del eco que pueden suscitar y de la rentabilidad, hace tiempo que nadie haría ya nada en estos campos»
Si en España la creatividad, la cultura, la ciencia y las ganas de hacer cosas dependieran solo del eco que pueden suscitar y de la rentabilidad, hace tiempo que nadie haría ya nada en estos campos. Está claro que hubo un tiempo en que España lucía como una antorcha de la civilización occidental, queda muy distante ese lugar en la historia.
Lamentablemente hoy en día todas las actividades culturales están supeditadas al número de personas que uno pueda convocar, o a ganar concursos, de no mucha fiabilidad en cuanto a imparcialidad, o a ser un trabajador incansable, inasequible al desaliento y un inocentón de tomo y lomo.
En el mundo actual nadie tiene reposo para nada que no sea lo relacionado con el mucho tiempo de trabajar y dejarse la piel para subsistir amargamente. Es una continua supervivencia, ganar, tener, comer, dormir y como siempre yacer con hembra o macho placentero por mucho que moleste la realidad y la biología, por ser hechos impuestos no por la naturaleza si no por el patriarcado opresor y abyecto, a las mujeres de poco nivel intelectual escoradas a la izquierda siempre… eso por descontado.
«Las empresas discográficas, ahora son grandes multinacionales, o no son más que una mierda pinchada en un palo que solo ponen un sello para poder editar lo que tú has servido»
Ya sabemos por experiencia lo poco machistas que eran Lenin o Stalin… Las empresas discográficas, ahora son grandes multinacionales, o no son más que una mierda pinchada en un palo que solo ponen un sello para poder editar lo que tú has servido y comido por ti mismo en un estudio casero. Departamentos de gestión de ventas de empresas de arte, son utopías. Las editoriales tiran de los amigos de los autores para vender obras publicadas a medias en los gastos, sin asumir casi ningún riesgo y cuando lo asumen es por nombres ya consagrados previamente por algún concurso de mucho prestigio y que realmente casi nunca se sabe el criterio que usa para tomar sus decisiones.
Hoy en día Bob Dylan sería un tipo de los que canta en los pasillos del metro ante la indiferente mirada de los pasajeros de túnel. Todo porque no podría ir a un programa como la Voz y similares. Se perderían su sabiduría y sus versos. Los grupos musicales deben atraer por sí mismos a los locales de copas a los mismo veinte amigos que acuden cada vez que ellos actúan en un lugar diferente, hasta que cansados dejan de ir.
«Con los libros pasa otro tanto, en las presentaciones acuden pocos amigos, más si publicas sin parar. Este trabajo que asumen los creadores, de promoción de los actos, deberían ser asumidos por los promotores de los mismos»
Con los libros pasa otro tanto, en las presentaciones acuden pocos amigos, más si publicas sin parar. Este trabajo que asumen los creadores, de promoción de los actos, deberían ser asumidos por los promotores de los mismos. Porque la persona creadora tiene un mundo de relación limitado, ese que lo es para quién puede y debe hacer la gestión como empresa de cultura. Es la misma historia que con el cine y una primera película. El director debe ser el productor ejecutivo, el relaciones públicas, el guionista, el que gestiona subvenciones y si me apuras debe saber hasta hacer malabares con las manos y la nariz.
Aquí no se necesitan creadores, se necesitan hombres orquesta con bombo, platillos, armónica, guitarra y una moral a prueba de bombas. Estar en los medios es fundamental. Pertenecer a un medio tan alejado de la cultura como la actual televisión, siempre que seas el que sale en imagen suele ser imprescindible. Famosillos de diversa condición acaparan las listas de éxitos, solo por el hecho de estar en los medios, de ser conocidos aunque sus méritos artísticos sean solo asuntos carnales bajo los edredones de una casa sin intimidad. ¡Y la gente lo ve, oiga!
«El mundo va, como la Nave de Fellini a trancas y barrancas, pero va. Va que se mata hacia la destrucción total de todo lo que sea gusto y sensibilidad»
Después un negro, bien usada la palabra aquí y sin ánimo de ofender, escribe lo que el “autor”, solo leerá a posteriori en olor de multitud, asumiendo que la gente inteligente sabe que es incapaz de elaborar lo que haya sido que ha hecho, pero no la mayoría de becerros que pacen imágenes y engaños tanto políticos, como estúpidos, o tal vez sea lo mismo. Y el mundo va, como la Nave de Fellini a trancas y barrancas, pero va. Va que se mata hacia la destrucción total de todo lo que sea gusto y sensibilidad.
Convivencia y respeto, son palabras que han dejado de usarse por muchos por desconocimiento de que existen. Algunos incluso creen que las tiranías son sinónimos de prosperidad ignorando que son eso tiranías en las que pierden lo más importante su libre albedrío y la dirección de su vida. Esos políticos vende motos, sí que parecen hacer arte, escriben libros sobre la macabra realidad que nos rodea y tienen hasta el arte de convencer a las editoriales que ellos sí pueden publicar sin coedición porque cambian las almohadas de Moncloa a la primera de cambio y fíjate tú a la gente eso le encanta hasta sin hacer presentación de la obra.
La irrealidad virtual ataca con mundos aparentemente reales a esos paulatinamente descerebrados a los que mueven las cañas y el boquerón, pero a los que jamás moverá la creación, el esfuerzo y las ganas de cantar y contar las historias que deberían saberse para no estar tan pegados al suelo de las mentira sobre la que perdemos día a día la vida. En España hay mucha creatividad, pero está de caspa caída.