
«Hablo hoy de periodistas y su oficio que desaparece. Y para ello recuerdo el impagable «El Padrino» y un diálogo cinematográfico de «Todos los hombres del Presidente»
Hablo hoy de periodistas y su oficio que desaparece. Y para ello recuerdo el impagable «El Padrino» y un diálogo cinematográfico de «Todos los hombres del Presidente», la película estadounidense de 1976, dirigida por Alan J. Pakula y basada en el libro homónimo de Bob Woodward y Carl Bernstein, publicado en 1974, que relata la historia de la investigación periodística que condujo al famoso escándalo de «Watergate«, que obligó a Richard Nixon a dimitir como presidente de los Estados Unidos. En un momento de esa «carrera de obstáculos» que los dos periodistas realizan para seguir las exigencias del oficio periodístico que dicta que son necesarias tres fuentes para autentificar la información, Woodward le pregunta a Bernstein : «Pero si tu te acuestas cuando empieza a nevar y por la mañana hay tres palmos de nieve, se puede asegurar que ha nevado por la noche ¿no?»
Al respecto en España tenemos la frase hecha de «blanco y en botella» cuando nos referimos a la leche, que casi todos comprendemos con el mismo significado. Así, la mayoría sabemos discernir entre la ideología propia y el oficio que desempeñamos. Un relojero pongo por caso, puede militar en un partido comunista o estar afiliado a la derecha, pero reparará la maquinaria del carrillón de igual manera y de acuerdo con su oficio y las enseñanzas del maestro que le haya tocado en suerte, independientemente del sentido de su voto. Se trata del mínimo exigible para que cualquier sociedad prospere que paradójicamente en España no cumplen los periodistas por un doble motivo: La autocensura y la ideología.
Recuerden la primera secuencia de «El Padrino» que Francis Ford Coppola dirigió en 1972. En su primera gran secuencia, en la boda de su hija Connie, don Vito atiende las peticiones que le hacen sus invitados.
Aquí aparece el Señor Bonasera, que le pide venganza porque su hija ha sido atacada y desfigurada por su novio y un amigo de este. Amerigo Bonasera, dueño de una funeraria, le ofrece dinero a don Vito por sus servicios pero este le deja claro que el dinero no es nada en comparación con el respeto, la amistad, la lealtad y en definitiva las deudas de honor.
Y solo cuando el funerario le pide su amistad, le besa la mano y le llama Padrino, don Vito le asegura que su hija será vengada, y que a partir de aquí, Bonasera estará en deuda con él y que algún día, “y puede que ese día nunca llegue” podrá solicitarle un favor a cambio de éste, a lo que el funerario no podrá negarse en razón de su amistad y como pago del mismo.
Al final descubrimos que Bonasera tuvo mejor suerte que muchos de nuestros coetáneos periodistas, porque el Don le pidió, para saldar su deuda, el maquillaje mortuorio de su hijo deformado por los balazos. Don Vito le cobró con el cumplimiento de su oficio. Nada más. Y en, en cambio, aquí y ahora, veo en ese espejo de la actual situación política española, que a otros muchos periodistas deudores, sus amos les están pidiendo que abjuren del oficio. Y lo peor es que lo están haciendo.