
«No es la primera pandemia de la humanidad. No es la primera vez que la gente debe enclaustrarse para evitar la muerte ante el genocidio vírico»
No es la primera pandemia de la humanidad. No es la primera vez que la gente debe enclaustrarse para evitar la muerte ante el genocidio vírico. Solo que, en otras épocas, únicamente unas pocas personas tuvieron la oportunidad de aislarse del contagio huyendo de él. Ignoraban la causa de lo que sucedía e interpretaban el horror como un castigo divino.
En el presente todo ha cambiado. Podemos ser encarcelados en nuestros propios domicilios, rodeados de toda una serie de comodidades que hacen mucho más llevadero el trauma. Aunque seguimos siendo ignorantes de las causas, podemos acercarnos algo a la raíz del problema y entender un poco más sobre microrganismos asesinos.
Por desgracia, sigue habiendo lugares en donde la epidemia se parece mas a los azotes “Bíblicos” que asolaron parte del mundo en la Edad Media: Algunos países en Sudamérica, por ejemplo, donde la gente muerta no es recogida por los servicios del gobierno y es arrojada a la calle por los familiares.
«Escuchamos y vemos a alguna criatura quejándose de que tiene a su madre fallecida en casa por Coronavirus y nadie ha ido a retirar el cadáver todavía»
Escuchamos y vemos a alguna criatura quejándose de que tiene a su madre fallecida en casa por Coronavirus y nadie ha ido a retirar el cadáver todavía. Porque Facebook, no nos ofrece ningún testimonio en sus vídeos acerca de los sufrimientos en España, pero nos tiene al corriente del dolor en Latinoamérica con pelos y señales: Intensos enfrentamientos de la ignorancia con la policía por negarse a guardar el toque de queda. Carencia de ayudas y un sufrimiento aumentado de tercer mundo. Muertos por las calles. Una medicina que es precaria intentando asumir este azote mundial tan peligroso…
Infinidad de testimonios: cubanos, hondureños, ecuatorianos, argentinos… Nada sobre España con veintisiete mil muertos admitidos y subiendo. Muertos sin nombre haciendo cola para ser enterrados: Tantas y tantas historias que no podemos conocer, porque, ni el consuelo de ser escuchados tienen los familiares y afectados. Imposible recibir empatía y comprensión por parte de sus semejantes. Que hay que ser delicados con el gobierno y no ofender con nuestro dolor. Ya tienen bastante los “pobrecillos” con ser timados, no tener ni una persona verdaderamente útil en este gallinero y no ser capaces mas que de decir tonterías en el mejor de los casos, y largar bolas de embustes intragables en el peor. Y pobrecillos de nuevo, también por trabajar denodadamente para controlar lo que se aúlla en las redes sociales, no vaya a ser que…
«Muchos, comienzan a querer explicar el genocidio vírico según el temperamento de la humanidad en general»
Muchos, comienzan a querer explicar el genocidio vírico según el temperamento de la humanidad en general y se inclinan a manifestar que todo está relacionado con la Naturaleza cribando inútiles; La Tierra, avisando de que está harta de nosotros o La voluntad de Dios castigando al desgraciado hombre con el peor castigo; curiosamente, lanzado sobre los más impotentes de todos, la mayoría de ancianos, que sin comerlo ni beberlo, se convierten en chivos expiatorios de esos dioses de humanos, tan parecidos a lo peor de ellos.
Mis disculpas a la Naturaleza y la Tierra y una miradita al Dios de los Cielos: Al que deberíamos acudir para suplicar que nos tenga un poco de paciencia porque ya sabe desde el principio que no sabemos lo que hacemos y que, por ello, nos hemos comportado siempre como bestias dándonos de palos entre nosotros y nuestros vecinos a la menor incomodidad.
Es verdad que la Estupidez campa por sus respetos. Que la Violencia es endémica. Que la Avaricia se sienta en muchos sillones gubernamentales. Que el mal se pasea por el mundo aprovechando nuestra incapacidad para la rebelión. Pero no es tolerable que corran esas peregrinas teorías derrotistas y acomplejadas acerca de que “Sobra gente en el mundo”. Todos tenemos la culpa de…
¡La culpa! Esa herramienta tan utilizada para desestabilizar a la buena gente y a los inocentes, que los otros, no son sensibles a esta emoción incómoda de los que tienen conciencia.
«En vez de las teorías esotéricas y religiosas que tan bien les vienen a los verdaderos culpables, mejor seria profundizar en las raíces del mal del momento, terrible genocidio vírico»
En vez de las teorías esotéricas y religiosas que tan bien les vienen a los verdaderos culpables, mejor seria profundizar en las raíces del mal del momento, terrible genocidio vírico. Viajar a sus fuentes, investigar de donde surgió realmente la pandemia. Cambiar la cultura gastronómica, en este caso de los chinos, como la capa exterior de la cebolla y empezar, además, a perseguir las maniobras en misteriosos laboratorios, generadores de formas siniestras de virus y bacterias con el pretexto de prevenir guerras bacteriológicas, por si acaso. Prohibir ese tipo de experimentos, tan temibles como las bombas atómicas. Empezando por el que hay en Wuhan.
–¡Qué casualidad, oiga! de allí nos llegó la manzana envenenada– y continuando por el resto de esas instalaciones en el mundo.
Destruyendo todos los laboratorios que usan esas investigaciones para la muerte y la destrucción que haya en la Tierra, lícitos o no. Que ya nos conocemos y sabemos que contamos siempre con un tarado dispuesto a apretar el “botón rojo” de cualquier medio destructivo.
Porque, con otro factor cuenta esta humanidad nuestra tan desgraciada: La locura.
En los últimos años hemos olvidado lo más importante, enseñar a las generaciones de niños que nacen, ciertas reglas que se llamaron principios, valores, respeto, consideración, empatía, nobleza, amor al prójimo… Todas ellas son las bridas con las que contener a los potrillos desbocados en que podemos convertirnos sin ellas.
«La Cultura verdadera no tiene fronteras, no tiene perjuicios, no tiene líneas rojas, no tiene ideologías concretas»
Debería también enseñarse la esencia de lo que significa la Cultura. ¡Pobre Cultura!, uno de los pretextos preferidos de muchos para salirse con la suya. La Cultura verdadera no tiene fronteras, no tiene perjuicios, no tiene líneas rojas, no tiene ideologías concretas, no tiene intereses personales, y debe ser el conocimiento de lo mejor para no caer en lo peor.
No solo tenemos locos, también tenemos sabios; Utilicemos esa sabiduría para el bien de todos mientras investigamos de donde procede la carencia general que nos hace caer en errores temibles, convirtiendo nuestro mundo en un manicomio lleno de enfermos mentales peligrosos.