
«¿Qué mierda de mundo hemos elaborado en los últimos veinte o treinta años? Y no me nieguen ustedes esta pregunta que a la vez afirma»
¿Qué mierda de mundo hemos elaborado en los últimos veinte o treinta años? Y no me nieguen ustedes esta pregunta que a la vez afirma. En el mayo del sesenta y ocho, las izquierdas elaboraron una especie de dicho guasa que instaba el “Prohibido Prohibir”, pero que a estas alturas de la sociedad del siglo XXI, y cuando se va a cumplir la primera veintena de esta centuria, carece de seguidores y de sentido, porque la sociedad de la globalización o los que la detentan, y quieren imponerla para sacar rédito de ella, prohíben día sí y día también, al más puro estilo estalinista, pero eso sí diciendo que no, que eso no es imposición que esas normas deben acatarse por nuestro propio bien.
Y nos hacen comulgar con ellas vendiendo a través de los medios las informaciones bien mascadas y elaboradas por redactores jefes y editores al servicio de la voz de sus amos, y elaboraditas, para que los pobres infantes indefensos, ante su propio pensamiento, no puedan atragantarse con él, ni con las píldoras que con embudo insertan en sus inexpresivas gargantas de borregos gritones con pataleta, que quieren un móvil como bien supremo. Caca nene no dejes que te sigan engañando.
«De entre la fauna animal y no educada humana, lo más vulnerables son los que dejaron de estudiar a la tierna edad de dieciséis años»
De entre la fauna animal y no educada humana, lo más vulnerables son los que dejaron de estudiar a la tierna edad de dieciséis años, edad en la que o ya eres un magistral delincuente y sinvergüenza, véase la fauna anti sistema que llega a englobar a individuos de esa edad o se es un tarambana que ignora que, sin formación, el futuro que le espera, excepción hecha del genio que muy pocos son, es un trabajo asalariado de poco valor económico, que te mantendrá arrastrándote toda la vida. En el colegio, antes de llegar a esta situación post educacional, el gobierno o gobiernos que aspiran a mangonear la situación y la riqueza, actúan desde allí con profesores, con lavado de cerebro general por mimetización coreográfica con el ambiente, salvo muy dignas excepciones, para aleccionar convenientemente a las personas incluso los que ahora son mayores de cuarenta años, con todo su poso vital y de experiencia a las espaldas.
Vemos una sociedad que, de los cuarenta para abajo, está totalmente infantilizada. Vamos es la deseada por los poderes del mundo globalizado, en el que todo debe ser uniforme, la inteligencia, la salud, las normas, los deseos, los bienes de consumo, las imposiciones coercitivas y las normas estimulantes. Vamos una especie de pecera de aguas convenientemente movidas al son que toca en cada momento la superioridad. En ella las afirmaciones de los grandes diseñadores de modas, pensamientos y todo tipo de cosas por disparatadas que sean, son impuestas, por repetición y saturación a los indefensos, por falta de formación y cultura, ciudadanos sobre todo en España que es el paradigma de ello, deben llegar a ser consideradas como dogmas de fe, realidades y valores, casi espirituales y hasta deseos cumplidos, cuando consigues nadar en el mismo sentido que todos los demás, a pesar de que puedas considerar que te engañan.
«Digamos que la política de la globalidad es prácticamente una religión repetida como un mantra. Incluso estás tan controlado que te permiten decirlo»
Digamos que la política de la globalidad es prácticamente una religión repetida como un mantra. Incluso estás tan controlado que te permiten decirlo, sabiendo que salvo cuatro enajenados como tú mismo, nadie te creerá. Para ello aquí en España se han sacado de la manga unos mecanismos que se llaman Maldito Bulo o de cualquier otra manera para desacreditar la noticia que según se mire puede ser cierta o no. No es ya que sean noticias falsas o verídicas, sino el mero planteamiento de ideas o hipótesis, son desacreditadas con una hipocresía propia de fascistas de cualquier tiempo y lugar.
Recuerdo que cuando yo tenía diez años y después de haber aprendido a nadar en una charca helada del río Morros cerca de la estación del Espinar, al volver a Madrid, por la noche soñando, pensaba que podía flotar y nadar en el aire del pasillo de mi casa. La sensación era tan real que durante algunos años pensé que esto, no solo era posible sino que, había sido real. Realidad y ficción son en la infancia dos mundos que tienen difícil separación, pero claro es un mundo infantil y ya se sabe que sí, que la imaginación puede con todo.
«Los nuevos globalistas que a fuerza de deshumanizar a los individuos, consiguen monstruos, que cargaran con todo tipo de despropósitos con tal de no ser vituperados en las brillantes redes sociales»
Me gustaría decir a las personas que procuren no perder este valor, porque vale más cualquier pensamiento imaginario que nos lleve en una dirección de libertad, como nadar en el aire, que someterse a la charca estancada de los nuevos globalistas que a fuerza de deshumanizar a los individuos, consiguen monstruos, que cargaran con todo tipo de despropósitos con tal de no ser vituperados en las brillantes redes sociales de oropel. Di no, atrévete a disentir y a pensar por ti mismo. Como decía Sócrates, primero “conócete a ti mismo”.
Y lo primero para conseguir esto es huir de los machaques repetidos por políticos, sobre todo antisistema y globalizadores. ¿Por qué tienen tanto odio y a la vez miedo a una persona como Trump, que ha hecho que América vuelva a ocupar el centro del universo humano, la respuesta es fácil, porque es en la actualidad casi el único en el mundo que puede oponerse a la globalización beatífica de izquierdas de Obama, Zapatero, Podemitas y las grandes fortunas que buscan una mano de obra barata permitiendo la invasión indiscriminada de personas de otras culturas, que por necesidad aceptarán cualquier trabajo a cualquier precio, haciendo que el valor del trabajo que se había logrado en Europa caiga por los suelos.
«Somos personas, individuos frente y sobre el grupo, el valor lo tenemos por nosotros mismos y por el lugar intelectual y social que ocupamos y es base de todo lo demás, la familia»
Nadie parece darse cuenta de esto y todos tiran como en un pin pan pun, contra los dirigentes que se oponen a ello y contra los que denuncian esta situación. Les han quitado la facultad de la disciplina interna propia, la necesidad de un pensamiento riguroso y crítico, que no es como dicen fascista, sino muy rentable en términos de valorarse como individuo antes que animal humano gregario. Somos personas, individuos frente y sobre el grupo, el valor lo tenemos por nosotros mismos y por el lugar intelectual y social que ocupamos y es base de todo lo demás, la familia. Eso es lo que quieren destruir, porque sin esos referente familiares y culturales el homo sapiens queda recudido a eso a un mero “Mono desnudo”, como dice Desmond Morris en su interesante libro del mismo título, escrito hace ya mucho tiempo y que pocos han leído.
Por eso digo: “Prohibido Prohibir” y lo digo yo que no soy defensor de la globalidad ni de izquierdas. Todo este guirigay se empieza a imponer a nuestros hijos y nietos desde el sistema educativo en el que se les hurta, un mundo propio, particular de ideas individuales, ordenado por disciplina y mérito. Esto en un sistema no competitivo y por lo tanto ajeno a la propia identidad de los seres vivos, que compiten por la supervivencia del más apto, que iguala a todos, directores, profesores, psicólogos, personal de mantenimiento y limpieza del colegio e incluso los mismos alumnos, y padres poniéndolos en un nivel que ni es real, ni debe serlo, salvo por el único motivo de que todos somos iguales como seres humanos y no como otra cosa, porque la realidad de la vida y sociedad no son así.
Existe la jerarquía y debe aprenderse lo antes posible, para no caer en engaño. En mi mundo adolescente no se atrevía ningún mocoso de quince o dieciséis años a enmendarle la plana a su padre o a un profesor. Porque la que se le venía encima, si no la del pulpo iba a ir bien servida de broncas y castigos o premios en caso contrario. Era una manera de educar, la única que funciona de verdad, ya lo dice Piaget: “educar es castrar” y efectivamente lo es, es cortar los deseos de omnipotencia en los infantes para acondicionarlos a la realidad de un mundo con jerarquías y reglas, sin ir más lejos a un mundo de sociedad primate, que en último caso es lo que somos, por mucho que se hable de racionalidad, de espíritu insuflado por un ente superior o cualquier otra cosa. Esa racionalidad que me cuesta mucho detectar en el mundo actual.
Racionalidad es llegar a la conclusión de que hay reglas por las cuales se puede convivir, y reglas que hay que rechazar porque coartan la libertad personal individual, la más importante, porque los individuos uno a uno son los que conforman las sociedades y culturas humanas, que no tienen porque ser iguales y por tanto no son o no pueden aliarse como decía nuestro insigne vende burras Zapatero. Cada uno en su cada y, el Dios de cada uno en la casa propia, no en la de los demás. Llega un momento, salvo quizás para las sociedades totalitarias, en que prohibir deja de tener sentido y debe de usarse el sentido común y la individualidad con la prudencia y precaución que necesite cada cual y el respeto a los demás. ¿Qué mierda de mundo hemos elaborado en los últimos veinte o treinta años? Y no me nieguen ustedes esta pregunta que a la vez afirma. En el mayo del sesenta y ocho, las izquierdas elaboraron una especie de guasa que decía “Prohibido Prohibir”. Pues sea así.