
«La señora Celaá debe de ser atea, pero no se ha podido librar de las cadenas mentales que la tienen confinada en los lugares más sombríos y más recónditos de su cerebro adolescente»
La verdad es que hay una cosa que no entiendo, porque no es explicable. La realidad parece un programa de muertos vivientes, o de locos catatónicos, o tal vez de mundos paralelos, si no, para lelos. ¡Que impacto mental! ¡Que revolución cuántica! Lo que parece no es lo real. Un diputado no es muchas veces un señor, otras sí, pero ahora en este momento algunos no llegan ni a bobos de baba, o todo lo contrario listillos de tres al cuarto.
Dentro de tres años los Españoles deberían exigir responsabilidad penal a estos mangantes surgidos de la revolución del mil novecientos diecisiete y de la manipulación de realidades inexistentes, para meterlos en la cárcel. Y si aquí la fiscalía no sabe, no contesta o hace el tonto, habrá que llevar el tema a tribunales Europeos o internacionales si fuera necesario.
No me acostumbro a este pueblo de mansurrones que con tal de no sacar los pies del tiesto, por miedo, salvo honradas excepciones, traga todo lo que le echan encima aunque sea apestoso. Solamente los defensores de la escuela concertada, por ahora se han atrevido a manifestarse frente al Congreso pidiendo que no se imponga la ley Celaá. Y los sanitarios, claro con razón, pero apoyados por los sindicatos de izquierda que los movieron, no contra el gobierno si no contra la Ayuso y la Comunidad de Madrid, por cierto la que mejor ha controlado la Pandemia… del virus, no así la de los casposos sindicatos.
Por cierto, la señora Celaá debe de tener algún complejo oculto en relación a su enseñanza católica que, mira por dónde yo, nunca tuve ni tendré. Soy ateo, por la gracias de… no sé quién, porque hemos dicho que Dios no existe y aunque existiera, nuestros problemillas no serían asunto suyo, digo yo, pero tampoco me importa demasiado. Ella debe de serlo, atea, pero no se ha podido librar de las cadenas mentales que la tienen confinada, y eso sí es confinamiento, en los lugares más sombríos y más recónditos de su cerebro adolescente.
Porque la señora Celaá sí que ha llevado a sus hijas a un colegio católico, ¿me puede alguien explicar por qué? ¿Será precisamente por ese temor a la furia de un ser inexistente? ¿Cómo se le puede permitir a un ministro de principios del siglo XXI que abjure de su cultura, que tiene base en el judaísmo y el cristianismo, aunque solo sea por su incredulidad? Puedo asegurarte ministra que yo también estudié en colegio religioso y nada me ha obligado nunca a creer en Dios, porque eso no es un imposición. La fe se tiene, o no se tiene, nadie te la puede enseñar, ni tampoco imponer. Si tu lo crees así, compañera del metal, como dicen en los sindicatos, es que te faltan varios hervores. Si no es así es que tienes la mala leche de querer imponer tus convicciones a quién libremente ha decidido tener las suyas propias.
Estos hervores, juveniles y adultos, son los que deben haber pasado los ministros auténticos dignos del puesto y no los acomplejados corre ve y dile de diputados del congreso, como Podemos, cuya única voz pertenece al macho alfa… y cuidadito eh¡, no vaya a ser que te excomulgue de su religión izquierdista. A mí que me excomulguen o no, de cualquier religión o política me trae al pairo, vaya que me tiene sin cuidado.
«En el pueblo sin pretenderlo, tengo mala reputación, la música que marca el paso no me molesta» como dice Georges Brassens del TNP o Teatro Nacional Popular francés en los setenta y ochenta, nada sospechoso de ser de derechas, aunque estos sean capaces de calificarlo de fascista. Yo suelo hacer el gilipollas con mis creencias, porque me río de mi mismo y de quién se las de de listo, por supuesto, y no me importa en absoluto porque son mías. Soy libertario y liberal y a quién no le guste pues que se “refanflinfle”. Tengo incluso un puntito ácrata, adorno que sienta muy bien en ocasiones.
Lo que está claro es que ir en contra de la libertad de los individuos, negándoles la oportunidad de llevar a sus hijos a estudiar al lugar que quieran por no tener los recursos suficiente, es una actitud como mínimo partidista, si no fascista resoluta. Pero parece que a la señora Celaá le sale la rama Leninista, o Hitleriana, por algún agujero de su anatomía, que podría ser cualquiera aunque me inclino que le ha salido por la boca. Porque si hubiera salido por el sur, lugar del que viene ella misma, sería además asqueroso en una “señora”.
La pregunta es porque le tienen algunos social comunistas tanto miedo a la religión. Yo de verdad solo le tengo miedo a las religiones que fomentan gobiernos teocráticos, como los musulmanes, que además quieren imponerlos a todo el mundo, o sea a los infieles, “ratas peludas, perros asquerosos y cerdos”. A las demás religiones, aunque a veces puedan resultar cansinas, no les tengo miedo ninguno, es más les tengo un gran respeto, porque ponen en valor los comportamientos humanos decentes y de sentido común. Vamos esos que yo detento sin ser creyente y que debería detentar cualquiera de las tendencias políticas existente en el mundo.
Ello no solo es por la libertad, si no por el derecho fundamental del individuo que nace libre y que tendrá el criterio sobre las cosas que quiera tener. Imponer, señora Celaá, aunque sea por mayoría parlamentaria, por cierto muy justita con PSOE y Podemos, no es de recibo, máxime cuando esta mayoría se consigue con la unión de los enemigos de la nación como tal, esos que no aceptan la Constitución, ni la unidad del país. Esos que hasta hace poco mataban, ya en democracia, como forma de retorcer el brazo y las ideas a la mayoría de los Españoles, y que por supuesto, no deberían ocupar escaños en ningún parlamento y mucho menos en el nacional.
Que partidos regionales puedan tener voz y voto en el congreso nacional, es un despropósito que no se puede consentir. Nadie los ilegalizó en su momento por un falso intento de tenerlos tranquilos y calladitos, como deben estar, agradecidos de que les hayan dejado tener Autonomías y poner sus oscuras posaderas, alguno incluso presunto asesino en los escaños nacionales. Nadie que tenga delitos de sangre de terrorismo debería poder ejercer la política. Si en su momento decidió la lucha armada, tiene que estar, o muerto a mayor gloria de su causa, o en la cárcel, pero desde luego no adoctrinando y dirigiendo la nación desde el Parlamento Nacional en el que no creen. Porque la presidenta de ese lugar es Meritxell Batet, porque a mi nadie me habría colado un juramento modificado sobre la Constitución para poder ejercer de parlamentario, por muchos votos que tuviera detrás.
Ese juramento o promesa que hicieron tienen el mismo valor que una mierda pinchada en un palo. Si quieres ser parlamentario en España tienes que aceptar la Constitución que votamos muchos millones de Españoles en el setenta y ocho y si no vete a tu casa. Estas cosas son las que deben aprender en los colegios los niños y niñas y no las chorradas nacionalistas que les enseñan. Nadie impide a nadie saber cualquier lengua del país, pero solo se puede imponer a todos la que es común a todos. Me gustará reírme cuando en veinte años los que hayan sido educados en vasco o catalán, pretendan moverse por Hispanoamérica sin idea del Español, difícil lo tendrán y si lo consiguen será solo gracias a haberlo hablado en sus casas y en el colegio con sus compañeros.
Salud camaradas de la idiotez. La verdad es que hay muchas cosas que no entiendo, porque no son explicables. La realidad parece un programa de muertos vivientes, o de locos catatónicos, o tal vez de mundos paralelos, si no, para lelos. ¡Que impacto mental! ¡Que revolución cuántica! Lo que parece no es lo real. Y lo real quieren que no lo parezca. Sinvergüenzas, id a experimentar con electrones os irá mejor, no piensan, pero os fastidiaran lo suyo. Gobierno Dimisión.