La traición es una mala decisión. Inés Arrimadas es victima de una festinación política muy patente. Por Nacho Rodríguez Márquez

«Creo que Arrimadas sufre festinación, esto es, celeridad, prisa, velocidad, por alcanzar el poder y el estrellato cuanto antes mejor. Y de cualquier manera»
Las prisas no suelen traer beneficios. Todo lo contrario. Ya conocemos el viejo refrán de «vísteme despacio que tengo prisa». Lo difícil es escoger, desde el principio y sin aceleraciones, en una madeja enredada, el hilo principal que debe llevarnos a la verdad a través de todas las complicaciones, ardides, trampas, silencios y falsedades. Sin desmayo y con la fe de que la verdad siempre prevalece sobre la mentira.
Nadie escapa a esta realidad. Es algo que debería tener mas en cuenta Inés Arrimada y su grupo Ciudadanos, que comenzó muy bien su singladura política en Cataluña, pero que tras el éxito electoral, olvidaron su compromiso con sus votantes catalanes y emigraron a Madrid en busca de nuevos horizontes. A toda prisa. Enorme error que les ha llevado a ser una fuerza que, poco a poco, se va disolviendo entre la indiferencia general y el repudio de no pocos. No se puede nadar y guardar la ropa. Han demostrado ser poco fiables, lo peor que puede pasar en política. Van camino de desaparecer dejando un mal recuerdo. Y en cabeza esta ahora Arrimadas, una mujer que creo grandes expectativas pero que ha demostrado ser una chaquetera inmensa. Su falta de credibilidad ya es absoluta. Abandonar la nave será su mejor decisión.
Creo que sufre festinación, esto es, celeridad, prisa, velocidad, por alcanzar el poder y el estrellato cuanto antes mejor. Y de cualquier manera.
Una enfermedad neurológica que se define como la tendencia involuntaria a acelerar la marcha, y a inclinar involuntariamente el cuerpo hacia adelante, lo que provoca una tendencia a apresurar la marcha para evitar caer. Pero en su caso, ese exceso de velocidad es el causante de su inevitable caída.