
«Edmundo decidiste dedicarte a la política con ellos, con los inicialmente socialdemócratas, después liberales, y ahora lo que sea de centro según decís…»
Edmundo, Edmundo… no sé por dónde empezar. Perdóname si en estas líneas hubiere alguna incongruencia resultante de la “e_moción”; por ello te pido no me censures por ello por favor.
Decía que la emoción embarga y nubla mi ser y mi razón tras el fantástico acontecimiento. Fue tan conmovedor tu discurso… qué responsabilidad para con la ciudad de Madrid, aquella que me vio nacer, crecer, partir y regresar un tiempo después. ¡Oh Dios mío! Te postulaste como candidato para las próximas elecciones del cuatro de mayo. Te lo juro… intenté abrir una de las ventanas de mi oficina y gritar tu nombre a los cuatro vientos, pero: lastima es de esas que no se abren ni para afuera ni para adentro por lo que me cortó el rollo, pero como soy un hombre de recursos, lo grite así como “pa´dentro” (como hizo “el Padrino” en la última…, tú me entiendes Edmundo), y compartí el momento con el ficus que adorna mi despacho; compañero fiel de mil batallas, sinsabores y alegrías fruto del esfuerzo y la dedicación diaria.
Durante seis semanas, seis, trabajarás como nunca por y para que los madrileños seamos libres, Edmundo…, más aun de lo que ya lo somos. Y abandonaras tu zona de confort por nosotros, pobres desgraciados que ávidos de ti, esperamos ese esfuerzo inhumano como maná caído del cielo… ¡Oh regenerador de la política madrileña! Tan sucia y desgastada ante los ojos de tu partido y de tu sabiduría fruto de la experiencia persiguiendo malhechores del PP de la Gürtel.
Sin duda el calor de tu despacho de cuando eras abogado del Estado forma parte de tu ser y te hace tan especial que gracias a los disgustos provocados por la dedicación (y el proceso catalán, dicen…) tal y como comentaste tú mismo, te hizo posarte como una mariposa sin mochila en el partido de los regeneradores de la democracia, los adalides liberales resultantes del descontento de los pactos del majestic una vez que JoseMari le puso a Pujol la cabeza de Alejo en bandeja de plata, por España.
Qué tiempos en los que los jóvenes imberbes convencían a los catalanes que no se avergüenzan de ser españoles, esos que crecieron y crecieron en número hasta conseguir que tu futuro partido ganara allí, en territorio de rebeliones, sedición y golpes de Estado para después, ni tan siquiera dedicarlos una sesión de investidura. Que mal gesto Edmundo, que mal gesto… y tú no tienes la culpa porque por entonces vivías según tus propias palabras en tu zona de confort, con el calor de tu despacho, pero… Edmundo decidiste dedicarte a la política con ellos, con los inicialmente socialdemócratas, después liberales, y ahora lo que sea de centro según decís…, el partido bisagra os llaman unos, y la veleta naranja otros…
Y como no lo hicisteis bien como bisagra abandonando al poder establecido, intentasteis ganar el espacio del PP y la gente os abandono unos a la izquierda y otros a la derecha y le costó el cargo al joven Alberto que ya con la bella Inés en el petate, la dejó el camino expedito para que con la savia nueva como la tuya Edmundo, recondujerais el futuro del experimento que vio la luz en 2015. Tan jóvenes, tan preparados, tan guapos todos que parecían más un anuncio de ropa de segunda mano que un partido de gente al que el PP ya no le parecía “guay” pero eso sí, siempre impolutos ante la corrupción y estrictos, muy estrictos diría yo con la de los demás.

«Tu fallo es que has justificado la moción de censura en Murcia según tu experiencia como abogado del Estado y gracias a tu investigación de la corrupción del PP en Madrid»
Os acoplasteis a las sentencias de telediario como los primeros pues os negabais a que ningún investigado fuera en las listas de nadie con quien pudierais negociar ningún tipo de acuerdo, lo cual era curioso una vez que tantos y tantos casos de cargos peperos se han finiquitado judicialmente libre de cargas. Esos sacrificados por la verdad absoluta de las audiencias de los medios de comunicación, eso sí Edmundo, con la carrera política hecha añicos, pero… a vosotros os daba igual ya que cuantos más cadáveres (alguno literal) bajara por el rio, mejor.
Y claro, la nueva realidad de la insignificancia hizo que buscarais refugio nada más y nada menos que en quien nos tiene privados de muchísimos derechos fundamentales gracias a vosotros Edmundo, el gestor de la miseria, las colas del hambre, las cotas más altas de paro registradas, la crisis más profunda desde la Guerra de Cuba, cien mil muertos pero, eso a vosotros os da igual porque al final hay que sobrevivir como sea en este mundo cruel, en el que según tú, te diviertes cada día porque como dijiste por la radio Edmundo, sonríes continuamente al pasártelo muy bien con tus compañeros preparando los discursos y las intervenciones, pero y sin embargo… te sientes compungido cuando antes de tu intervención un periodista habla de la gente que ese día o el anterior, hizo cola para recoger pañales y leche gracias a la caridad.
Tu fallo es que has justificado la moción de censura en Murcia según tu experiencia como abogado del Estado y gracias a tu investigación de la corrupción del PP en Madrid al que tanto quieres. Y la has equiparado a la que según tú y tu partido existe allí Edmundo. ¿Y os acopláis con el único imputado que hay en Murcia Edmundo? ¿El socio del PSOE? Si hombre, el mismo que siendo alcalde guardo en el cajón una multa de otro concejal de IU para no perder las votaciones y la alcaldía. Si, ese mismo… Tu error Edmundo, es creerte por encima de la Ley a la que representas sentenciando al PP de Murcia incluso antes de que lo haga el Grupo Prisa donde te has dado, la prisa, de dar la primera entrevista en prensa como candidato. Tu fatalidad es que no vas a entregar tu acta como diputado antes de las elecciones para dedicarnos esas seis semanas de esfuerzo brutal como prometiste en tu discurso narcisista en rescate de la verdad y la democracia en Madrid, por si acaso no llegas ni a entrar en la asamblea no sea que tengas que volver al calor de tu despacho como abogado del Estado.
Edmundo: multiplícate por cero tú y tu banda, que en Madrid no os necesitamos…