
«Eso sí, estar jubilado trae muchas ventajas que no le deseo ni al peor de mis enemigos, a no ser que sean vagos redomados»
Estos días tras la detección por la gente corriente y moliente de la subida generalizada de precios, yo incluido, porque voy a la compra al supermercado, se han puesto las pilas los telediarios, con más o menos énfasis para contarlo, vamos, por lo menos Antena tres, de los demás no se nada, debe ser por si no había quedado claro o algún inocentón no se había percatado del hecho. Claro que muy inocentón debería ser para no caer en ello, inocentón o anacoreta después de haber pasado sin hablar cuarenta años en el desierto (a veces me pregunto si no es lo que nos ha pasado a los españoles).
Si hubiera estado ausente del país este último año, al volver estaría más que impactado. Pienso que mi situación sería, como en el juego de barcos, tocado y hundido. Tengo una pensión alta, por fortuna, y llego a fin de mes justito, muy justito. Por eso me asombra cada día más cómo pueden llegar a fin de mes con otras pensiones más exiguas. La verdad sea dicha todavía tengo a mi cargo dos hijos, una de ellos ya se saca las castañas del fuego sola, y estoy muy orgulloso, el otro sigue estudiando porque eligió unos estudios largos como pueden ser los musicales. Dentro de nada tengo que hacer la declaración de la renta y esto me asusta, porque debido a que tengo en alquiler el piso que heredé de mi madre, es probable que me salga a pagar, no mucho, pero a pagar.
Para este piso pago todos los impuestos y mi inquilino me da setecientos euros y paga la comunidad, es un piso de noventa metros cuadrados, le he subido este año un dos por ciento y no la inflación real, porque me parecía un abuso, pero estoy convencido de que aunque hubiera subido más seguiría quedándome en números rojos al final de mes. Al final el dicho aquel, de muchos de mis compañeros en la “mili”, va a convertirse en verdad obligatoria: “vaya donde vaya, bocadillo de caballa”, solo a eso podemos aspirar los de la clase media.
Dicen por ahí que muchos trabajadores cobran menos que muchos pensionistas, pero lo que no dicen es que los pensionistas estuvimos cotizando, muchos por la máxima pensión, durante casi toda la vida. Hay que ser justos, y dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, de modo que a este paso a los sufridos españoles solo nos va a quedar un agujero del ocho por ciento de inflación a fin de mes.
Eso sí, no sufran ustedes, porque los bancos, que en la actualidad no obtienen casi beneficios por la renta del dinero, les ofrecerán créditos a tutiplén con tal de que los devuelvan con un interés del siete, ocho, nueve o diez por ciento, total, ¿¡Será por minucias!?
Esta es la razón por la que he pospuesto la compra de una nevera nueva, una baratita de alrededor de los quinientos euros, y pagándola en cómodos plazos de felicidad con mi tarjeta de un gran almacén. Pero por ahora voy a esperar a ver si se produce una mejor ocasión. La nevera se me cae a pedazos, pero una cinta americana por aquí, una por allá, vamos tirando, parece una nevera que se ha caído rodando por una escalera, ¡pobre! Pero lo que hay es lo que hay, veremos después de la ¡“clavación de la renta”!
Eso sí, estar jubilado trae muchas ventajas que no le deseo ni al peor de mis enemigos, a no ser que sean vagos redomados, no puedes trabajar y si lo haces no cobras la pensión. Una vez me lié la manta a la cabeza y me fui al INEM que me corresponde, pedí poder trabajar, a lo que el funcionario me contesto: “no es rentable para usted, porque tendría que obtener un trabajo por encima de los dos mil quinientos euros y eso hoy en día, salvo excepciones es imposible, no le interesa trabajar”. Claro te lo ponen tan bonito que se te quitan las ganas, ¡coño trabajar por aburrimiento!, dice sorprendido un vago, ¡en la vida vi tal despropósito¡. Esto que parece sacado de una novela o cuento animado en dibujos de ayer y de hoy se presenta y se llama desgana, malos sueldos y poco incentivo en general para los “currantes”.
Si no fuera así, hacienda recaudaría mucho más, la gente normal, no los vagos, estarían más felices y probablemente tendrían más recursos a su disposición, claro que con el beneplácito de Sánchez si no los mira con ojos golositos, para meter bien la mano en los impuestos. Pues ya saben que “estaba un ciudadano ( o ciudadana, ojo, que no quiero líos, lara lara larito, estaba un ciudadane/o haciendo numeritos, y Pedro lo miraba, lara, lara, larito y Pedro lo miraba con ojos golositos… Ten cuidado Pedrito, que cualquiera de estos días, por espía, te cortarán el rabito.
La verdad es que hoy no tenía muchas ganas de contar nada, a no ser que me pagaran seis euros por palabra impresa, pero eso era en otras épocas, en tiempos de mi padre, que era lo que se pagaba por traducciones, hoy por leer y escribir lo que te dan es eso una… inflación del ocho jatetú. Estos días tras la detección por la gente corriente y moliente de la subida generalizada de precios, yo incluido, porque voy a la compra al supermercado, se han puesto las pilas los telediarios, con más o menos énfasis para contarlo, debe ser por si no había quedado claro o algún inocentón no se había percatado del hecho.