A vueltas con la precariedad. Por Francisco Gómez Valencia

Lady Paro

«La precariedad no se mide por lo que se diga en un papel o por el tipo de contrato que se tenga en un momento dado de la vida laboral»

Dice Jordi Alemany (Business Mentor) que “la transformación más urgente que deben acometer muchas empresas no es la digital, sino la de mentalidad de algunos de los que ocupan posiciones de responsabilidad”. También dice que “la transformación de las empresas no es el resultado de la inversión en tecnología, sino el producto de la inversión en la educación y formación de sus líderes

Estando absolutamente de acuerdo con estas afirmaciones, permítanme que en esta ocasión me lo lleve al terreno de la actual política que emponzoña todo e invade nuestro espacio privado como nunca habíamos presenciado un día si otro también, incluso en el caso de aquellos que no lo perciben como una amenaza.

En parte de la izquierda están muy orgullosos de la ministra de trabajo porque el otro día en una de las comisiones de las que ella es protagonista, le echaba en cara a un diputado de la oposición que no fuese experto –como ella–, en derecho laboral sencillamente porque no admitía –o si lo hacía se lo calló–, que el contrato fijo discontinuo existe desde hace veinticinco años y las interrupciones del mismo otorgan siempre derecho al trabajador a formar parte de las filas del paro, cobrar subsidio si tiene derecho reconocido y como novedad contemplada en la “contrarreforma” laboral; si se tiene cincuenta y dos años en adelante en caso de no cobrar nada al haber agotado las prestaciones anteriormente, o no haber acumulado el periodo mínimo para cobrarlo, se pudiera acoger a dicha ayuda. De los menores de la edad mencionada (cincuenta y dos), sin derecho generado por su trabajo no dijo nada, pero para ellos también existen otras prestaciones aunque no sirvan para cubrir la situación de desempleo indefinidamente.

Del mismo modo otros líderes políticos en las izquierdas entraban al trapo contra la derecha (en especial contra Feijóo), defendiendo que gracias a este tipo de contrato se deja de sufrir la precariedad laboral, lo cual no es más que el reflejo de su manera de interpretar las cosas. Me explicaré: cuando uno da más importancia a la teoría que a la práctica tiende a vivir en un mundo ideal resultante de sus propias teorías. En estos estadios mentales propios de colectivos sectarios, ciertos líderes pueden llegar a ser el amo y señor como todos sabemos.

Recuerdo, por poner un ejemplo, que hace tiempo gracias a un artículo que escribí sobre Podemos, desde su entorno alguien nos hizo llegar el interminable Currículo Vitae de Pablo Iglesias para tratar de demostrarnos que el líder por entonces del conglomerado o batiburrillo morado, era un gran ideólogo perfectamente formado para atribuirse todo el derecho del mundo a disponer de nuestras vidas, gracias a sus decisiones surrealistas fruto de su calenturiento intelecto.

La precariedad no se mide por lo que se diga en un papel o por el tipo de contrato que se tenga en un momento dado de la vida laboral. La precariedad tampoco es culpa del empresario al 100% sino de las condiciones del mercado y las oportunidades de negocio que existan. “No faltan camareros porque los empresarios no los quieran pagar más de lo que se merezcan sino que seguramente lo que sobran son bares”, y mientras la sociedad no comprenda que el problema está en la premisa y no en la conclusión, la izquierda seguirá manteniendo el poder del relato y de paso el Gobierno de este país de ilusos.

Esta semana hemos asistido al bochornoso espectáculo de la presentación de los datos del paro de mayo. Una vez más son el resultado de la cutre manipulación de la institución prostituida en manos de los cargos políticos de Podemos en el Ministerio de Trabajo y el Gobierno con Sánchez a la cabeza. Como hemos contado de forma recurrente desde este medio a través de “los cuentos de las cuentas del paro”, el que reparte se queda con la mejor parte y el actual ejecutivo lo tiene bien claro. La increíble compartamentalización de los parados en estancos inventados “ad hoc”, deja fuera de la ecuación a tantos que sumados todos nos ponen de nuevo en la picota como campeones del paro en la Unión Europea doblando la media con la maravillosa cifra de 4.251.564 que es la cantidad real de demandantes de empleo, según el colectivo de las CCAA.

Sin embargo a “la trituradora monclovita” no le ha temblado el pulso y ha dejado la cifra en 2.922.991, ignorando a 227.782 (no ocupados), 274.657 (con disposición limitada), a los autónomos en cese de actividad, a los afectados por los ERTES, a los demandantes de empleo no parados y como novedad (aunque sea legal), tampoco se han contabilizado a aquellos nuevos premiados por la picaresca.

A vueltas con la precariedad. Yoli tenacillas

Por orden de la ministra experta en derecho laboral y sustentada con las miles de sentencias con las que amenazó aportar como prueba exculpatoria, gracias a ella los que disfrutando de un extraordinario contrato fijo discontinuo, increíblemente por lo que sea hayan acabado el mes de nuevo en paro, ni son parados, ni sufren por la temporalidad, ni tampoco por la eventualidad del mercado laboral. En “los mundos de Pedro & Yoli” ya no existe ni la desigualdad, ni la precariedad pues ha sido abolida por Real Decreto.

Lo obsceno no es usar un subterfugio gracias a una forma contractual totalmente legal, sino las maneras de hacerlo. La obligación sectaria escondida tras la ignominiosa firma con “sonrisas profiden” a la puerta de La Moncloa, reventó literalmente la credibilidad de la CEOE aceptando el chantaje del Gobierno y sus mafiosos sindicatos de clase bajo amenazas letales para su propia supervivencia. Así y pese a todo el 44% de nuevos contratos de esta guisa en mayo, cuando sean interrumpidos provocará que finalice temporalmente las idílicas relaciones laborales entre los trabajadores con sus empresas y por ende, pese a volver al redil del SEPE no serán felizmente contabilizados como parados.

No hace falta meterse en berenjenales como hizo el economista Daniel Lacalle comparando datos de mayo del 2008 (12.8% de tasa de paro) con mayo del 2022 (13.5% según el índice DENOs), pues visto así se terminará retrotrayendo a la época de Viriato. Para demostrar la farsa, solo hay que aclarar al personal que se está utilizando un tipo de contrato legal de manera obligatoria en beneficio partidista tratando de ocultar (aunque cada vez con menos éxito), la realidad a la opinión pública.

La chistera del mago Sánchez es de tremenda magnitud, como su desfachatez, pues de momento dicen que ya esconde a 600.000 conejos fijos discontinuos. Nada por aquí, nada por allá y… ¡Voila! Ya no están.

O como cantaba Cristina Rosenvinge: “cuando crees que me ves, cruzo la pared. Hago chass y aparezco a tu lado, quieres ir tras de mí, pobrecito de ti, no me puedes atrapar…, lalala, lalala, tiroriro tati, tirori tiroriro tatiro…

Francisco G. Valencia

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid en 1994 por lo tanto, Politólogo de profesión. Colaboro como Analista Político en medios radiofónicos y como Articulista de Opinión Política en diversos medios de prensa digital. De ideología caótica aunque siempre inclinado a la diestra con tintes de católico cultural poco comprometido, siento especialmente como España se descompone ante mis ojos sin poder hacer nada y me rebelo ante mí mismo y me arranco a escribir y a hablar donde puedo y me dejan tratando de explicar de una forma fácil y pragmática porque suceden las cosas y como deberíamos cambiar, para frenar el desastre según lo aprendido históricamente gracias a la Ciencia Política... Aspirante a disidente profesional, incluso displicente y apático a veces ante la perfección demostrada por los demás. Ausente de empatía con la mala educación y la incultura mediática premeditada como forma de ejercer el poder, ante la cual práctico la pedagogía inductiva, en vez de el convencimiento deductivo para llegar al meollo del asunto, que es simple y llanamente hacer que no nos demos cuenta de nuestra absoluta idiotez, mientras que la aceptamos con resignación.

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