«En el momento en que les falte el condumio, serán los primeros en salir a los campos con una escopeta para cazar sin hacer ascos a nada de cuatro patas»
Parece que hoy, mi subconsciente o el hado ese del que siempre hablamos y no sabemos dónde está, me empujan a imbuirme en el mundo animal quiera o no.
Algunas de mis mañanas suelen consistir en darme una vuelta por Internet después de haber repasado las diversas notificaciones que me envían las redes sociales sobre opiniones y noticias de los sitios a los que estoy suscrita.
Alguien, en alguna parte, se pregunta porqué a los perros les gusta más nuestra comida que las infames bolas resecas llamadas pienso con las que les ofendemos cada día en aras de nuestra comodidad…
¡Evidente! Los perros son animales muy inteligentes, tan solo que, ellos, observan el mundo a cuatro patas. Conocen su naturaleza; saben que son carnívoros y poseen el don del olfato privilegiado. Tienen papilas gustativas y un criterio instintivo muy desarrollado en lo que concierne a su supervivencia. Conocen la diferencia de olor y sabor… ¿Como no van a preferir nuestra comida a la suya?
El mundo canino está ahora de fiesta. Los animales en general ocupan ya un escalafón en la pirámide, y en muchos lugares, entre ellos España, han pasado a ocupar el rango de “familia”. De ahora en adelante serán tenidos en cuenta por la ley.
Hoy en día cunden en la red los buenos animalistas, aquellos que no dudan en anteponer a los “animales” frente a los humanos. Es una banalidad, en realidad se trataría nada más de igualar en rango, puesto que animales también somos nosotros, aunque racionales. Esto del raciocinio se pone en duda cuando contemplamos como ya no se ve tan obsceno que algunos afirmen que está bien que muera un torero corneado por su “víctima”. De hecho, estos buenos ciudadanos aspirantes a un puesto en el Cielo cuando fallezcan creen haber cumplido ya con su destino glorioso y ven, cuando se contemplan en el espejo, un ser de luz dispuesto para la gloria.
Como acostumbramos, muchos pretenden eliminar la historia tal como la conocemos y condenan lo que, quieran o no, ya ha sido.
Imaginamos que, para contentar a estos lloricas bien alimentados, se deberían borrar las pinturas de las cuevas de Altamira, Hornos de la Peña, Lascaux, y cientos más repartidas por todo el mundo donde, pinturas prehistóricas nos muestran a hombres cazando. No solo para comer, sino para demostrar a la posteridad el principio de las generaciones, el valor de los hombres y como la caza ha sido siempre el medio “noble” para proveer al universo intestinal de cada uno con el alimento necesario para la supervivencia.
Yo, lamento mucho el toquecito fastidioso en sus hombros glorificados, pero ¿alguien se ha dado cuenta de que somos un grupo de seres que no podríamos sobrevivir en la rueda de la vida sin comernos unos a otros?
El vegetariano, que no infle el pecho sintiéndose fuera de la inexistente culpa. El mundo verde está lleno de seres mudos pero sintientes que son devorados cada día con fruición por animales omnívoros y humanos que, a su vez, serán devorados por otros organismos vivientes, como los gusanos, que se dan grandes banquetes con nuestros cuerpos bajo tierra.
Cada organismo es un mundo lleno de seres infinitesimales, donde el equilibrio necesario se mantiene a base de darse matarile unos a otros.
Guárdese de que los parásitos intestinales que pululan por sus entrañas no proliferen más de la cuenta o que ganen la batalla a otras bacterias benignas o malignas según su hambre y capacidad de expandirse en el universo que es para ellas el cuerpo del hombre.
hombres y viceversa
Nuestra existencia se mantiene porque nos comemos entre nosotros.
El ecosistema va bien si los animales salvajes se devoran unos a otros al ritmo adecuado. Está prohibida la superpoblación animal y cuando los buenistas deciden prohibir el paso de la Naturaleza a su proporción, se producen invasiones de especies no deseadas que desequilibran el medio ambiente.
Nuestros animalistas extremos, viven tranquilos porque sus supermercados les proveen de alimentos que ahora no clasifico porque no quiero poner dedo en llagas ajenas ¡Qué repelús! Pero, en el momento en que les falte el condumio, serán los primeros en salir a los campos con una escopeta para cazar sin hacer ascos a nada de cuatro patas que se mueva por allí. Incluso, en ocasiones, dispuestos a comerse a un señor, compañero de viaje, si su avión cae en los Andes o en cualquier territorio desolado o un cataclismo impensado se cierne sobre ellos.
Es cierto que estamos en otra época; de momento, no necesitamos ejercitar la búsqueda de alimentos. Otros lo hacen por nosotros, y las salchichas, el jamón y la comida que nos llega y que proviene de animales, así como las lechugas o cualquier verdura que viven y respiran también, se encuentran convenientemente empaquetadas en las estanterías.
¡Caníbales! Hasta un inocente huevo es un futuro pollo…
Respecto al buenismo pacato, nadie debe estar seguro de si mismo acerca de su comportamiento en situaciones límite. ¿Y si viviera una guerra y tuviera que tomar parte en ella?… ¿Cree que aquellos que matan gente y cometen atrocidades con otros seres humanos han surgido del fondo del infierno?… ¡Pues no!
Son pescaderos, pediatras, barrenderos, arquitectos, actores, cantantes, padres dedicados… Son sus vecinos, gente como cualquiera; a lo mejor, animalistas de pro.
Dejo para el final mi justificación para evitar susceptibilidades: Yo amo a los animales. He tenido y tengo perros y he comprobado que estos, son seres dignos de ser amados y he considerado a alguno de ellos más que un ¡hermano!
Creo que soy la única persona que he percibido mediante la observación la personalidad de un pez, girando desesperado junto a otro hermano diferente a él por el angustioso vacío liquido de una pecera convencional, que eso, ya tiene un mérito.
¡Sí!, también quiero a los niños abandonados y a los pobres, a los enfermos y a los que necesitan atención. Tranquilo el disidente. Pero es el entorno de cada cual el que ofrece el ser vivo adecuado para ejercitar el cariño, la protección y la buena voluntad del sujeto.
No soporto una corrida de toros y como resultado de ello nunca voy a ver una. Pero jamás me lanzaría a las calles a prohibir una fiesta que proviene de cuando el hombre tenía que medir sus fuerzas con las fieras de su hábitat y, por lo tanto, debía ser capaz para ello.
Sí, me parecen aberrantes las fiestas de infinidad de pueblos españoles donde se persigue y martiriza a un animal porque son reliquias de tiempos en los que la bestialidad cotidiana era un arma para sobrevivir.
Pero, siempre ha sido necesario un circo romano para mantener calmadas a las masas. Antes de que salgan a despellejar gente, mejor que consuman las energías en bramar en algún espectáculo con animales salvajes. Eso, al menos, decían Nerón y algunos más; e igual algo de razón tenían, considerando nuestra parte animal, tan sanguinaria y feroz.
Hay quien, huyendo de tanta violencia cinematográfica, se acomoda piamente en su sofacito de flores para mirar, con tranquilidad emocional los documentales más terribles del mundo: Documentos visuales de animales.
Yo no sé qué sienten cuando el león invasor de la manada mata a la camada de cachorros de las leonas que encuentran y que eligen para implantar su herencia genética anulando la del antiguo líder vencido.
Ni sé si se estremecen a contemplar “bucólicas” escenas donde algún tigre, león o fiera carnívora, destroza sola o entre varias a un inocente Ñu, cebra o algún pequeño cervatillo, convirtiéndolo en despojos ante los ojos del tranquilo espectador que, después de la carrera persecutoria y el desgarro de miembros, admirará bobaliconamente sensible, como la Naturaleza no pierde ni un gramo de despojos, proporcionando a los buitres la última misión de limpieza en el ciclo de vida y de muerte.
La conclusión es que el que no quiera ver toros que no vaya. El que piense si depreda menos comiendo judías verdes que lo haga, pero que no importune a los demás porque las cosas se terminan cuando no hay demanda y, las corridas de toros, que tienen su público, terminarán cuando los aficionados se conciencien y no cuando un montoncito de, no diré insidiosos, sino despistados buenistas poco humildes quieran lavar la historia de siglos ocultándola bajo la excusa de la prohibición emotiva.
Nací en Madrid. Y como a casi todos los madrileños, todo el mundo me parece cercano y de casa: es el carácter de la ciudad. Esto me ha ayudado después para congeniar con toda clase de personas en los diferentes sitios donde viví. Soy curiosa, inquieta, autodidacta y un pelín dispersa, precisamente por que me siento atraída por muchísimas cosas, escribir es una de ellas. Lo hago al golpe de víscera, según el momento y me faltan algunas vidas para alcanzar a Cervantes o alguno de los inmortales.
Soy la primera sorprendida por que observo como últimamente me meto en berenjenales de opinión acerca de asuntos políticos, cuando en realidad, la Política, me importó un bledo toda la vida.
Puede ser sentido común herido o un amor recién descubierto por España y su unidad. No milite, milito o militare en nada. Pero estoy de parte de la razón y el sentido común.
Defenderé a cualquier gobierno que me facilite la vida y reprochare sin pausa a quienes me la incomoden.
La Libertad es para mi la única joya a lucir, la lógica una herramienta y creo que sin pasión por algo, poco se puede conseguir.
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