
«La película diaria de esta España actual, es inseparable de la ruina y del desasosiego, que perturba a las gentes de pensamiento plano y único»
Me gustaría no hablar hoy sobre desorden y drama, pero parece que la película diaria de esta España actual, e incluso de gran parte del mundo, es inseparable de la ruina y del desasosiego. Muertes por aquí, bandas por allá, puñaladas nocturnas de matón, robos y violaciones a mano armada. Muchas de ellas por bandas de Menas musulmanes. Dicen las estadísticas que se ocultan muchas. También se dice que quién pueda esgrimir y desee enseñarlas, las estadísticas, será considerado xenófobo, indigno de expresar sus datos objetivos, que no parezca que los habitantes de Hispania son racistas, que la mayor parte de los delitos de cualquier tipo son practicados más por inmigrantes ilegales que por cualquiera otra persona de origen español. Y tengo datos de primera mano de abogado, que actúa a veces en turno de oficio, de que es así. Que de cada cuatro casos penales que atiende tres son de extranjeros procedentes de África.
No creo que el racismo tenga nada que ver con los delitos flagrantes de cualquier tipo. Menos racista que un español dudo que haya muchos otros humanos en cualquier parte, lo demuestra el mestizaje que dejamos en América. No sé porqué ese empeño, que lo único que hace es poner en entredicho la verdad. Y que nadie me diga que la verdad es relativa, cuando para las víctimas de agresiones sexuales, esta, la verdad no es relativa, es totalmente real y particular.
Cuando hablaba la canción infantil de que el patio de mi casa era particular y que cuando llovía se mojaba como los demás, ya preconizaba, que esta anarquía delincuencial, estaba cantada, con la mano abierta y tendida a personas de otras culturas en las que las mujeres son solo humanos de segunda, casi objetos para fustigar, seres de usar y tirar. Pero curiosamente, todavía no hemos visto, enarbolar la bandera contra esos líderes religiosos que, tanto aquí como en Irán, hoy día, subyugan con violencia las manifestaciones que solo defienden el derecho de los seres humanos hembra a lucir sus cabellos al viento y todo por la única razón de que algunos clérigos, de por allí, sienten atacadas sus ideas medievales por inocentes señoritas, que merecen creer o no creer, usar velos del cabello y cara o no usarlos.
Que a sus excelencias se les empine lo que todos sabemos, por visión capilar, no es óbice para imponer ningún tipo de velo a nadie. Siempre pueden bajar sus ardores en solitario si no quieren pecar. Y si tienen miedo al pecado, considerando que enseñar más de lo permitido por sus reglas lo sea, este solo será culpa de quienes ven ofensivo el simple mensaje de ser hembra y mostrarse como tal.

No hay nada de malo en que cada ser humano se muestre a los demás tal como es, macho o hembra, incluso homosexual si es así, es inherente a la condición de animal sexuado. Al parecer en las sociedades regidas por teócratas este tipo de asuntos, les repelen, y temen que puedan usarse para combatir el despotismo de sus teocracias. De ahí a matar a indefensas mujeres que se manifiestan por sus derechos, tan simples como son el que las dejen ser seres humanos libres, estoy seguro que ni siquiera será del deseo de muchos, incluso de musulmanes.
Cierto es que los seres humanos hemos crecido como especie tanto físicamente como moralmente, pero esto ha sido una evolución no impuesta, fueron acciones de conjunto aceptadas en cada momento por las mayorías, si no, no hubieran podido sobrevivir a unos pocos años de imposición. Si hoy hay mayorías femeninas que están contra las imposiciones dictatoriales que les obligan a actuar de determinada manera están en su derecho de hacerlo saber y combatir por ese derecho. Si a algún Ayatolá de turno, no le gusta, debería hacérselo mirar, puesto que esto raya en la psicopatía. Esta es la razón por la que he empezado diciendo que me gustaría no hablar hoy sobre desorden y drama, pero parece que la película diaria de esta España actual, e incluso de gran parte del mundo, es inseparable de la ruina y del desasosiego, que perturba a las gentes de pensamiento plano y único.