
«Hasta Lucifer -jefe de Sánchez- esboza, como señuelo, una sardónica sonrisa, con el fin de conquistar nuestra divina alma»
«Un político que sonríe es un político que no da miedo»,
escribía ayer, el ilustre Ónega, en La Vanguardia.
A saber en qué Tratado de Psicología o su compendio
habrá leído, nuestro buen hombre, semejante burrada:
Hasta Lucifer -jefe de Sánchez- esboza, como señuelo,
una sardónica sonrisa, con el fin de conquistar,
para su infernal imperio, nuestra divina alma.
Sigue así, Fernando; que vas camino del altar
y una pronta beatificación a tus puertas llama.