
«Enternece oír a Maduro hablar de PAZ. ¡Y con que mansedumbre sale de su dialogante boca: ante un mundo que por todo corazón exhibe dura roca»
(1)
Enternece sobremanera oír a Maduro hablar de PAZ.
¡Y con que mansedumbre sale de su dialogante boca:
ante un mundo que por todo corazón exhibe dura roca,
el suyo se desboca en sentido llamado universal:
oigan, los hombres, al ángel que Dios quiso mandar!
(2)
De no ser por ese ángel, Venezuela sería yermo páramo,
por criaturas reptantes y ponzoñosas sólo habitado.
Gracias a él, veintiocho millones de almas lo habitan;
y tan parcos en sus hábitos, que ni comer ya necesitan:
¡les basta el maná espiritual que su divino ángel les ha dado!
(3)
¡Sigan todos los pueblos su ejemplo noble y beatífico
y atiendan a sus ruegos de cristiano ecumenismo:
su pico pía bondades que sin duda vienen de Dios!
Si dice que la guerra cese, ¡es Dios quien lo ha dicho:
doblen la cerviz los políticos, que habló El Buen Pastor!
(4)
Lejos de darle la espalda, ¡unámonos a él en Cristo;
y do menudeaban cardos, rosas veréis brotar;
que si grandes prodigios la humanidad ha visto,
ninguno como el ángel pajarito clamando PAZ!
¡Su grandeza habrán de glorificar los siglos:
besemos el suelo por donde él venga a pisar!