Camino del mercado me ofusca hoy el tufo político que como casi siempre en España llega desde Cataluña. Y es que vuelve, maldita nuestra suerte, el concepto de conspiración en el caso Jordi Pujol en el que ahora, y para mas inquietud, aparece en los papeles el rey Consorte y nuestros espías no aclaran nada antes del intermedio. Así no hay manera de disfrutar del ambigú en el que hoy tampoco compraré butifarras. El tercer, y último acto, está a punto de comenzar y la magnífica por grandiosa ópera bufa de la corrupción española, comienza a parecerse demasiado a los interminables culebrones en los que cada día el espectador se sobrecoge con un nuevo complot.