Vale que hay que ser prudente ante los ataques terroristas, vale que no somos como ellos, somos más soplagaitas y por eso acabaremos con el culo en pompa y mirando a la meca en menos de doscientas o trescientas bombas más. Algunos ya se están untando vaselina, para que les entre bien El Corán. Todo el mundo está consternado, todo el mundo canta a la libertad de Europa y pone flores y velitas votivas junto a cartas, fotos, ositos de peluche y demás. Eso está muy bien hay que descargar el duelo de alguna manera. Pero está claro que las familias de los muertos no dejará de llorar y odiar nunca, por muy políticamente correcto que sea lo contrario.
Ningún ser humano debería de hacerlo hasta terminar con la brutalidad medieval de estos becerros con orejeras Mahómicas. Luego oímos con decepción y consternación que es imposible acabar con el sufrimiento que nos producen los ataques terroristas. Los asesinos están entre nosotros y forman parte de segundas o terceras generaciones de inmigrantes. Sólo se puede prevenir e intentar abortar con medidas de investigación y policiales esos atentados. También algún espabilado dice que estos salvajes responden contra los ataques que hacen los occidentales contra ellos en el Estado Islámico. Que los países que actúan allí favorecen que atenten con preferencia contra sus territorios. Pregunta ¿y que hacemos, aguantarnos con equis personas muertas cada cierto tiempo?.
Dicen no hay otra opción. Sí, si que la hay expulsad a todos justos y pecadores de primera, segunda o tercera generación, si no están a gusto con los estados que les acogen, no merecen vivir en ellos. Que habrá inocentes que paguen por los indecentes, cierto es, pero estamos en guerra, lo dicen ellos y lo dice El Corán en sus suras, no una, muchas. Nosotros no tenemos la culpa de que a los niños les laven el cerebro con postulados agresivos y crueles en las escuelas coránicas, sólo es culpa de ellos, del Corán y de Mahoma. Los creyentes pueden opinar que Cristo puso la otra mejilla, pero nosotros estamos poniendo hasta las mejillas de nuestros hijos por inacción. Y fue el propio Cristo, información para los creyentes, quién expulso a latigazos a los mercaderes del Templo. Lo mismo habría que hacer con estos mercaderes de religión medieval y odio.