
«En esta sociedad muy hipócrita y virtuosa la gente también percibe cuando se trata de aniquilar o de que te aniquilen, y el ejemplo más claro es el de la II Guerra Mundial. Ahí quedó claro en un momento dado que con esa gente no se podía dialogar, y no había más remedio que mancharse»
«Yo creo que estamos viviendo una de las épocas más hipócritas de la historia, ríete tú del siglo XIX, lo que pasa es que la gente aún no lo percibe o está imbuida de esa misma hipocresía, pues no lo admite. Pero estamos en una época en la que todo el mundo quiere ser muy virtuoso; y queremos transparencia, y queremos saber esto y queremos saber lo otro y queremos que se quiten los nombres de las calles de un señor de hace 150 años… En fin. No hay nadie impoluto. Y la sociedad en cambio tiene un afán por que todo sea impoluto y por que nosotros seamos impolutos, y la gente se siente muy bien y se da a sí misma una imagen ejemplar. Y, sin embargo, fíjate tú, en ese aspecto del espionaje, es curioso que de lo que no ha habido apenas protestas, que yo sepa, es del hecho de que en estos atentados de Barcelona a la mayor parte de los terroristas los hayan matado, sin más, cuando lo normal en esta sociedad tan virtuosa es que se dijera: “¿Cómo los han matado?, podrían haberles disparado a las piernas”, o: “Deberían haberlos detenido”. Esto sería lo normal. Lo cierto es que han pasado ya dos semanas desde lo atentados y no he visto que nadie haya protestado por eso. En esta sociedad muy hipócrita y virtuosa la gente también percibe cuando se trata de aniquilar o de que te aniquilen, y el ejemplo más claro es el de la II Guerra Mundial. Ahí quedó claro en un momento dado que con esa gente no se podía dialogar, y no había más remedio que mancharse. Y evidentemente si uno se mete en una guerra, y en una guerra con un adversario muy sucio, uno se mancha. A veces no hay más remedio.»