Tras el paso cobarde de Carmona, Rajoy debe saber qué significa dejar el Gobierno en manos del frente de izquierdas

En su mesa de la Moncloa Mariano Rajoy tiene los datos de sus asesores y analistas políticos y después de una atenta relectura se mesa la barba y recuerda al bardo genial tras girar su silla y posar la mirada en el cuadro de Miró, que le guarda las espaldas hace seis años, «Le grand sorcier» un aguafuerte en realidad que colgó Zapatero y él, en este momento de zozobra, no se acuerda porqué dejó en esas paredes decoradas de gris caliente. El gran Hechicero, Mariano, que ahora tampoco le devuelva el significado que añoraba su antecesor, ese peligroso alquimista social adorador del histórico frente de izquierdas que gustaba de las admiraciones sobre su cabeza: Ser o no ser. Esa es la cuestión.
Esas conclusiones, sin firma de autoría, redactadas en un último folio sin numerar, le informan claramente de la proyección demoscópica de una mayoría parlamentaria absoluta junto a Ciudadanos. Un futuro prometedor para sus intereses que incluye dos imprescindibles premisas: Debe resolver con decisión el golpe de estado en Cataluña y, además, toma el protagonismo en un relato creíble y capaz de desmontar el lenguaje sectario elaborado por los golpistas. Toda una narrativa y costosa campaña internacional centrada en los importantes conceptos de democracia, el derecho a decidir, Quebec, Escocia y la libertad de las urnas, y que, en esencia, disimula con falsos pero mediáticos argumentos sofistas el sectarismo que impregna la sedición.

Ser o no ser. Rajoy no ve admiraciones en el aguafuerte de Miró. Las tachuelas mentales para él son interrogaciones profundas y mal traducidas. Le atormenta, además, la posdata de tres líneas que acompaña el escrito de sus asesores: En caso de de que el 1 de octubre se produzca un referéndum, de cualquier tipo en Cataluña, antes de que acabe el año perderá en el Parlamento una Moción de Censura del frente de izquierdas. Quizás por un momento Mariano Rajoy recuerde al socialista Carmona que por decisión de su partido rechazó la alcaldía de Madrid. Cobardía política y en esencia falta de respeto a los ciudadanos que ahora desde Madrid se puede amplificar en toda España.
¿Era Dalí el «Gran Brujo para Miró?
Encuentra sus bigotes, Maestro Artero.