
«Su canción, y también su gesto, me refrescan el Oblivion de Astor Piazzolla. Una auténtico tango cicatrizado en mi memoria llena de nostalgias»
Veo muy de mañana que el joven Mamadou. Se ha levantado con ganas de progresar y me alegro. Le he conocido pidiendo en la frutería de los chinos durante toda la semana pasada. Es fuerte y no tiene más de veinte años. Viene de Senegal y sabe qué significa cruzar el desierto del Sahara huyendo de la muerte, pero hoy ha madrugado y animoso canta dulcemente, y a toda voz, en el cruce de la calle León con la calle Huertas, en el barrio de las Letras de Madrid. Entona bien el africano, sin desafinar. Se ha aprendido además un lema que intercala con su canción: «Cómprame este mechero barato. Si no fumas pa’ cocina y, si no cocina, por mi vida».
Nos saludamos y me explica que ha invertido treinta euros en los mecheros porque está cansado de pedir. Su canción, y también su gesto, me refrescan el Oblivion de Astor Piazzolla. Una auténtico tango cicatrizado en mi memoria llena de nostalgias. Una de esas canciones que entra en el cerebro, y allá se queda para siempre, para recordarnos que no hay nada peor que despertar, y haber olvidado esas las claves de la felicidad que hemos soñado, tan claritas, nítidas, reales, pero que, con luz del día, se disuelven en meras cenizas olvidadas con aroma de belleza, serenidad y, un cierto matiz del amor que la calle nos niega y define de utopía.
En febrero de 1993, en Los Angeles, Astor Piazzolla fue nominado por los Grammy Awars por «Oblivion» en la categoría «Mejor Composición Instrumental». Pero no gano. Aún así los críticos internacionales han calificado «Oblivion» como unos de los temas más hermosos de Piazzolla. Al menos es de los mas versionados y grabados en la historia de las canciones cicatriz.
Hasta hoy había oído innumerables versiones, con el bandoneón de Piazzolla de solista tanguero, con el oboe, la tuba, el violín, guitarra o contrabajo…O con la voz solista en francés y en español. Esta, por ejemplo con cuatro violonchelos es de las mas bellas que había escuchado hasta esta mañana en que el joven Mamadou cantó por su futuro la que, precisamente, yo había soñado.
Estuve con Piazzola en Amsterdam en 1987. Estaba en gira por Europa y estuvo muy cordial.Un grande.
Un auténtico capo. Vivan los músicos.
me alegro que sigas viendo la vida desde que sales a la calle, Tu instinto periodistico lo mantienes agudo,pero me gusta,sobre todo, que observes tan de cerca y con espiritu de cooperacion a los mas oprimidos.
He escuchado la magnifica musica de Astor, hubo un tiempo que la oia gracias a que mi gran amigo Hector Quiroga,con quien comparti muchas horas de microfono y de vida era un hispano argentino de primera y amante del gran Astor Piazzola. Mis recuerdos se nublan con el paso del tiempo pero un ligero sonido de campana me reaviva la nostalgia.
Muy bueno Manolo. Un abrazo.
Siempre con la pluma cargada…como un buen cazador.
Un abrazo Manolo.
Don Manuel
siempre fuiste muy bueno, y no me refiero solo a tu profesión , periodista, ahora, te identifico en torno inclusive a la poesía. Esto que acabo de leer es importante, pero además tiene una gran belleza, por tu escritura. y por una sensibilidad, que probablemente sea uno de los instrumentos necesarios de la orquesta que haga seguir sonando nuestras voces, conjuntas.
Seguramente muchos sepamos de que se trata levantarse cada día, y muchos, que lo hacemos, también conocemos el no despertar. Por motivos como los que enumeras.
Luego, los que no pueden ninguna de las dos cosas. Ellos estás ahi, por unos segundos más, o unos días , o no se sabe. Luego serán «Paz Descanse».
Me abraza el aliento, cuando me encuentro con tu trabajo, y muchísimas gracias por Piazzola.