
No debemos olvidar. Fueron apenas un centenar de vecinos los que se reunieron a las ocho de la tarde en la Plaza Mayor de Manresa. Una especie de comando golpista y violento de izquierda radical y el independentismo catalán que siguieron, durante todo el día, la «gesta» de los cinco militantes de la CUP detenidos por quemar la foto del Rey y páginas de la Constitución, y que han declararon aquella mañana en la Audiencia Nacional de Madrid.
«Es una primera noche de los cristales rotos. ¿Y ahora qué?»
No debemos olvidar que estuvieron envalentonados porque las declaraciones de los acusados ante los medios de comunicación tras ser puestos en libertad con cargos, les hicieron ver el pusilánime proceder de las autoridades. Los acusados declararon públicamente y los medios de comunicación amplificaron su discurso que no aceptaban la Justicia franquista y que consideraban que no es delito incendiar imágenes de una institución que, a su juicio, ha «reprimido a los Països Catalans» y alegaron el ya tristemente famoso mantra de que se limitaron a ejercer su derecho a la libertad de manifestación y de expresión.

Así que entre gritos de «independencia» y «fuera las fuerzas de ocupación» llegan hasta el cuartel de la Guardia Civil y lo asediaronn durante unos minutos ante la mirada ¿temerosa? ¿atenta? ¿solidaria quizás? de los Mozos que hoy alegan que alguno de sus números sufrió en sus propias carnes el ataque de las bolas de pintura que los fascistas lanzaron contra la autoridad.
Es una primera noche de los cristales rotos. Y ahora ya tenemos las mil y una.