
«Un claro ejemplo de los lemas talibanes con que nos acosan a diario los golpistas catalanes»
En el aniversario de la muerte de Nelson Mandela recuerdo una imagen grabada en mi memoria por el gesto áspero, inolvidable, del ciudadano que aparece de escorzo al sostener la pancarta sudafricana que sin pudor califica de presos políticos a setecientos asesinos terroristas etarras y protagoniza la imagen de Otegi, el hombre de paz según la definición acuñada para la historia de los desatinos y las infamias por el impresentable contador de nubes. Un claro ejemplo de los lemas talibanes con que nos acosan a diario los representantes de la ultra izquierda y los golpistas catalanes.
Y me le imagino hoy, con su sudadera roja de la foto y como muchos de los herederos sectarios, de lloros en los recordatorios por Nelson Mandela, el Nobel de la Paz, el político con mayúsculas del siglo veinte, inspiración de las generaciones futuras y héroe del entendimiento por una sencilla, pero importante razón, por vital extraordinaria, y que desgraciadamente hoy olvidan muchos de los panegíricos y esquelas poéticas que en los cinco continentes se leen por la muerte del invictus Madiba.
Nelson Mandela supo corregir antes de asumir la responsabilidad de Gobierno los delirios terroristas y comenzó a acuñar lemas sobre el entendimiento, los peligros de la fractura social y la inexcusable necesidad de los puntos de encuentro que los seres humanos necesitamos para vivir en sociedad. De la importancia de las fuentes y del saber, la documentación, la reflexión y la empatía como necesarias unidades de la razonable medida humana para la construcción y la posibilidad de un futuro común y habitable para nuestros hijos y nietos, las generaciones futuras.
Aquí en España por el contrario y justo es recordarlo hoy en el día de la Constitución, muchos talibanes expresan por escrito su comprensión a las víctimas del terrorismo pero añaden el pero de su ideología sectaria con una frase mas que hecha, aprendida no de sus ancestros sino de su vacua ideología: «… estoy de acuerdo que las víctimas tienen que ser reparadas, pero eso no quiere decir que siempre tengan razón y, menos, que sus organizaciones marquen la política de un país.»
Una frase repetida en el Parlamento por algunos socialistas de postín y de rebajas electorales cuyos nombre no voy a señalar por vergüenza ajena y otros muchos políticos del arco parlamentario. Una frase hueca expresada por líderes sindicales. Palabras también aglutinadas con el cemento sectario de los profesores universitarios enchufados por los políticos que mangonean la maltrecha Universidad pública española y que desgraciadamente se repiten en un interminable coro durante las manifestaciones de funcionarios en lucha por sus privilegios verdes, blancos y coloraos.
De todos aquellos que en definitiva racionalizan el falso a derecho a decidir como el punto once de las nuevas tablas de Moisés y confunden la democracia de todos con su voluntad sectaria de marcar ellos mismos y con sus grandes ideas totalitarias la política de un país.
Lo peor sin embargo es ese falso buenismo que les permite dormir tranquilos tras repetir en cotidiana oración nocturna que, en verdad, ellos son los buenos y la ética está de su parte. Amén.
Me gustó el artículo. Una democracia en un pueblo cada vez menos preparado y que se deja llevar por los sentimientos viscerales antes que por la razón y el análisis, es todo menos democracia. Y ese parece ser el mayor interés de nuestros políticos: un pueblo sumiso que se limite a votar cuando se le dé la oportunidad y, mientras, ellos siguen «mirando» por sus «representados» a través de sus decisiones partidocráticas y oligárquicas.. Un cordial saludo.
El 6 de diciembre de 2013 14:54, La paseata
Me gusto el articulo
Toda la indigna y desaforada pretencion de los manipuladores sin mas ideologia que la de sus bolsillos…..y un puñado de esplin.
Que satisfechas sus reivindicaciones mentirosas
Vallan a las siete de la mañana a una fábrica a producir.
Por favor!!!
Que va a ser que no.
Mientras no tengamos claro trabajar y tambien para para la concordia
Seguimos en guerra.