
«Pero ahí, en esa banda de la indecencia que protagoniza la izquierda, nadie dimite. Ellos no saben, ni quieren saber, qué significa la salud mental, el suicidio o la convivencia»
Vivimos y sufrimos queridos lectores un tiempo de impostación, indecencia e infinitos burladeros de la verdad que camuflan la propaganda con el único propósito de la supervivencia de tan solo unos pocos. Un auténtico laberinto para la razón diseñado para perder la educación, la convivencia y los principios que nos enseñaron nuestros padres. Esta mañana un joven de unos veintitantos años ha dejado su bicicleta en perpendicular a la acera y cuando, con educación, le he dicho que la colocara bien por respeto a los demás, con insolencia me ha comenzado a vacilar.
Estamos en la calle León de Madrid, en el corazón del Barrio de las Letras, que para más provocación a la decencia, en uno de sus laterales tiene una acera muy estrecha. Y ante mi solicitud acompañada de un sincero «Pero qué poca solidaridad y educación», el joven me ha increpado, y con pavoneo, preciándose de su mala educación. Como justificación, como su derecho y claro está como su tiranía. Como clara muestra de su miserable indecencia.
Me he dado la vuelta y mirándole a los ojos le he llamado «Miserable» y él, acobardado ha huido después de colocar su bicicleta como Dios manda, pero la anécdota me ha hecho pensar en cenagal que nos encontramos en nuestras calles, que no son más que un espejo del Congreso de los Diputados, corazón de la política que dirige nuestros días.
Y así vemos que los que piden la dimisión del diputado popular que ha gritado a Errejón «Vete al médico» por su discursito pactado sobre la salud mental de los españoles, son los mismos que se burlaban de la enfermedad de Andrea Levy o llaman loca a Ayuso. Y que además con esa insolencia y miserable discurso de propaganda manifiestan su preocupación por el suicidio cuando son ellos por sus nefastas políticas primera causa de la muerte.
Debemos y para siempre reforzar nuestra memoria y abandonar ese perjudicial hábito español de la memoria de pez. Y para ello recordar que la podemita Ada Colau, la misma que ha llevado a la que antaño fue ciudad de los prodigios a la más alta cota de la miseria, como se hizo famosa en las tertulias e informativos de las televisiones compradas publicitando el suicidio con su plataforma Stop Desahucios, que hasta la saciedad repetía, con miserable indecencia, que los españoles nos quitábamos la vida por no poder pagar la hipoteca.
¿Y es qué Acaso los españoles nos tendremos que marchar de España para sobrevivir? ¡Ya está bien! Que dimitan y se vayan ellos primero después de pedir disculpas. Pero ahí, en esa banda de la indecencia que protagoniza la izquierda, nadie dimite. Ellos no saben, ni quieren saber, qué significa la salud mental, el suicidio, la convivencia y ni tan siquiera el mal que están produciendo a la mayoría de vecinos.