
¡BUENOS DÍAS!
Traemos hoy a este rincón al pintor realista Enrique Beltrán Segura, (Valencia 1921-2009), poseedor de la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de la capital valenciana.
Beltrán Segura estudió en la Escuela de Artes y Oficios de esa ciudad, donde fue alumno de Salvador Tusset y, posteriormente, se trasladó a Madrid, donde continuó su aprendizaje al lado de Manuel Benedito. En la Escuela de Artes y Oficios de Valencia se dedicó a la decoración de fallas, por lo que recibió el título de maestro fallero.
En 1950 -después de una nueva etapa en Valencia en la que retomó el contacto con el mundo del arte fallero- Beltrán marchó a Buenos Aires, donde permaneció hasta 1968 trabajando como jefe de escenografía de los estudios Baires y del Canal 11 de la Televisión Argentina. En esa etapa realizó varias exposiciones en espacios culturales americanos en Buenos Aires, Montevideo y Nueva York. Durante su estancia en Argentina también se dedicó a reproducir obras de grandes pintores españoles, recibiendo encargos de marchantes estadounidenses.

En 1968 regresó a España con la intención de dedicarse por entero a la pintura, cultivando un estilo realista. En la década de los setenta mostró su obra en Madrid, Barcelona, Santander y Vitoria, además de participar en importantes exposiciones colectivas, entre las que destacan la Internationale d’Art Contemporain de París (1975) y Realismo español contemporáneo (1976), que organizó ese año el Ministerio de Cultura.
En esos años, residió largas temporadas en la localidad valenciana de Sot de Chera, donde impulsó el Concurso Nacional de Pintura Rápida.

El nombre de Enrique Beltrán Segura figura incluido en el ensayo «Un arte valenciano en América. Exiliados y emigrados», editado por el Consell Valencià de Cultura, y en los diccionarios «Artistas valencianos del siglo XX», de la editorial Albatros y «Diccionario de artistas Españoles», de Forum Artis.
Su obra, que, según los expertos se desarrolló «al margen de modas y como consecuencia de un trabajo constante», se encuentra repartida en numerosas colecciones privadas españolas y extranjeras y en diversos museos, y está considerada por la crítica de arte como una de los máximas representaciones del realismo pictórico español.