
“Son capaces de todo, de atravesar todas las líneas rojas del sentido común y la democracia y, para ello, no dejan que la realidad les estropee su campaña de propaganda política”
Durante las primeras horas de ayer los periodistas subvencionados por el Gobierno liderados por sus ideólogos y líderes de opinión trabajaron duramente sobre los tres últimos ataques de homofobia que sucedieron en España a favor de la propaganda a favor del gobierno que cada día exprimen en España. Y, claro está, la ocasión la pintan calva, y máxime con el sudor frío a que les incitan las encuestas electorales, decidieron poner toda la carne en el asador de las noticias.
Resulta clara hoy su postura y decisión, una burda estrategia que llevaron a cabo como los mercenarios que son. Bien adiestrados para alimentar esa maquinaria engrasada de la corrupción política española. Y así, por ejemplo, en el telediario de laSexta a las dos de la tarde, sus quince primeros minutos estuvieron dedicados a mostrar a los espectadores, con directos, entrevistas e informaciones sesgadas, además de toda la parafernalia visual de banderas LGTBI, que el Gobierno de Sánchez había decidido una cumbre contra los delitos de odio. Y no ya entre líneas, sino con la más descarada manipulación, acusar a VOX de ese supuesto incremento en nuestro país de la violencia homofóbica.
Y hoy mientras insisten, erre que erre en la mentira, poniendo imágenes de Santiago Abascal mientras comentan la agresión a una persona trans, temo que lo peor es que todo este exceso de propaganda política y manipulación de la realidad les siga saliendo gratis.
Son capaces de cualquier cosa, de atravesar todas las líneas rojas del sentido común y la democracia y, para ello, no dejan que la realidad les estropee su estupenda campaña de propaganda política aunque sepan que el joven agredido en Velada, un pueblo castellano, es un afiliado de VOX. Que la policía confirme que en Malasaña, lugar con mayor número de cámaras de seguridad por metro cuadrado de Madrid, no se aprecia a ningún grupo coincidente con el que afirma quien dijo ser agredido en los glúteos con el término ‘maricón’. Y que en Melilla, los agresores eran musulmanes.
Al igual que pasó con el caso de los sobres con balas durante la campaña electoral a la Comunidad de Madrid y que permanece en el baúl de los recuerdos a la espera de que el verdadero periodismo retome el clásico de “Qué fue de…”, quizás estemos queridos lectores hoy ante uno de los últimos cantos del cisne negro que representa la poderosa y bien pagada izquierda, tan prepotente, insolidaria y egoísta, que olvida la esencia de la democracia para la que es necesaria el compromiso de los tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Porque ahora, y desgraciadamente, en España, ese cuarto poder tan necesario que es el de la información y el periodismo, ya se lo han cargado los propagandistas subvencionados.