
«Las clases medias a finales de la década de los setenta representaban el 60% del total de la población»
El consenso dice que el cambio de la democracia orgánica al sistema constitucional del 78 fue propiciado gracias al rey Juan Carlos I y Adolfo Suarez, pero yo no estoy de acuerdo. Mi argumentación gira entorno a que el cambio sobrevino por la disolución del Régimen o Movimiento. El ejército y las fuerzas armadas lo facilitaron pacíficamente -excepto alguna excepción aislada-, pero se apoyó fundamental para producir el cambio en las clases medias. Es más, el propio régimen con el Jefe del Estado a la cabeza (Francisco Franco), diría yo que hasta propició su creación potenciando la formación con una educación primaria obligatoria y gratuita y con el bachillerato becado, para que todo ciudadano pudiera acceder a la formación universitaria. Gracias al esfuerzo y al mérito, se formaron profesionales especializados en escuelas de maestría industrial y universidades laborales.
La actividad industrial se desarrolló desde el mismo régimen a través del INI y el sector privado con una presión fiscal, suficientemente baja para que las empresas fuesen rentables y se generaran ingresos vía impositiva con una presión recaudatoria baja. España se colocó en el décimo puesto de la economía mundial una vez superado el aislamiento al que fuimos sometidos. En definitiva el movimiento generó una sociedad bien estructurada compuesta de trabajadores especializados, profesionales muy cualificados, comerciantes y empresarios, germinando el origen del Estado Social bajo un proyecto común. Las clases medias a finales de la década de los setenta representaban el 60% del total de la población, llegando a superar el 70% a principio de los noventa. Francisco Franco empezó a dibujar la democracia multipartidista casi 20 años antes de fallecer, aceptando el final de la autarquía y asintiendo a la apertura económica del régimen. Esto mismo abonó el crecimiento de la clase media impulsora de la democracia evolucionando políticamente.
Un extracto de la entrevista que el general estadounidense Vernon Walters concedió el quince de agosto del año dos mil a un medio español servirá para ilustrarnos al respecto. Walters expuso que el presidente Nixon le envió para hablar con Franco sobre España, “sin él”. La excusa: “el interés sobre la situación en el Mediterráneo Occidental”. Y la respuesta del General Franco fue muy directa: “Lo que le interesa realmente conocer a su presidente es saber lo que acontecerá en España después de mi muerte… ¿no?”
A lo que el general americano contestó: “Mí general, sí”. Franco prosiguió: “Siéntese, se lo voy a decir. Yo he creado ciertas instituciones y nadie piensa que funcionarán. Están equivocados. El Príncipe será Rey, porque no hay alternativa. España irá lejos en el camino que desean ustedes, los ingleses y los franceses: democracia, pornografía, droga y qué sé yo. Habrán grandes locuras pero ninguna de ellas será fatal para España”. A lo que Walters contestó: “Pero mi general, ¿Cómo puede usted estar tan seguro?”… “Porque yo voy a dejar algo que no encontré al asumir el gobierno de este país hace cuarenta años”, contesto Franco. El general Walters pensó que iba a decir las Fuerzas Armadas, pero Franco dijo: “¡La clase media española! Diga a su presidente que confíe en el buen sentido del pueblo español… ¡No habrá otra guerra civil!”

«Con el paro vino el deterioro del bienestar y la pérdida de dignidad. Los gobiernos no respondieron a la desindustrialización adecuadamente»
Algo comenzó, sin embargo, a romperse a finales de los 70. Primero fue la desindustrialización afectando a las ciudades pequeñas y medianas. Con el paro vino el deterioro del bienestar y la pérdida de dignidad. Los gobiernos no respondieron a la desindustrialización adecuadamente. Dijeron a los nuevos parados por la modernidad sin industria, que emigraran a otros lugares o que se resignasen a permanecer ignorados en sus comunidades. La recuperación de la economía no ha traído la prosperidad a las comunidades locales. Tampoco los gobiernos hicieron algo para remediarlo cuestionando también los programas de bienestar. Los recortes de la austeridad hicieron el resto. Surgió así una nueva época de desigualdades y también de “jibarización” de la clase media.
Después desde finales de los 80 y durante los 90 todo empezó a cambiar gracias a las crisis económicas a nivel mundial, las crisis políticas generadas por el nacionalismo, así como por la sobredimensión administrativa culminada con la creación de las controvertidas CCAA a día de hoy para los partidos políticos de nuevo cuño en la derecha española. Al final las clases medias formadas por el “Movimiento”, se integraron a la socialdemocracia (PSOE) y en los nacionalismos (PNV y CIU), culminando la deriva con las tensiones políticas actuales. Y hay que decir que el comienzo del declive de esta dinámica social lo inició la izquierda tras tomar el poder, fundamentalmente desde mitad de los 80 hasta mediados de los 90. Al gobernar comenzaron a distorsionar el consenso tácito largamente madurado en la sociedad española, promoviendo la privatización y liberalización de los sectores estratégicos a cambio de la supuesta “homologación europea”.
Después la derecha liberal desde finales de los 90 y comienzo del 2.000 continuó el proceso. La expedición del “carnet democrático” por parte de nuestros socios europeos no fue gratis: hubieron de ejecutarse los planes de convergencia, que significaron el desmantelamiento o reconversión de la industria la cual llegó a estar posicionada como la novena del mundo a finales de los sesenta. Formar parte de Europa como se negoció, significó abandonar a su suerte a la industria, es decir: los altos hornos (metalurgia y siderurgia), la minería, el agro, la pesca, las industrias lácteas, las empresas navieras y los armadores, entre otros sectores. La transformación del modelo productivo al gusto alemán y francés nos desactivó como competidor. Bruselas nos orientó por la senda del turismo fomentando la hostelería, la restauración y el urbanismo desaforado a cambio de cuantiosos fondos europeos.
Los recursos procedentes de los nuevos socios europeos degeneraron en numerosos actos de malversación por parte de una clase política poco acostumbrada a gestionar para generar desarrollo social, efectivo y duradero. El caso de Andalucía es el ejemplo de lo que sabe hacer la izquierda tras tres décadas y media percibiendo fondos europeos cuantificados en más de 100.000 M€, para terminar siendo una de las regiones más atrasadas de la UE, con un desempleo desaforado, una tasa de economía sumergida brutal, unas tasas de abandono escolar sin parangón, además de contar con la vergonzosa deshonra de haber protagonizado el mayor caso de corrupción institucional de toda Europa que supuso un latrocinio de 700 M€. Gracias a ellos y sus mansos sindicatos, España se desindustrializó convirtiéndonos en lo que somos: “un “país de vacaciones” con la economía viciada por el peso del sector terciario y de su actual baja productividad y competitividad.
El modelo social ahora sí que es acorde con su nueva estructura económica. Asumimos el tremendo desempleo estructural (15%), potenciamos el endeudamiento masivo del Estado y del sector privado, así como la descentralización del Estado con la consecuente duplicidad administrativa, la descoordinación de los organismos autonómicos y el encarecimiento de los servicios públicos. En definitiva, la implementación de este modelo quedó al desnudo en la crisis económica de 2008. Tras una costosa recuperación, en el que los políticos de todo signo socializaron las pérdidas de sus entidades de crédito mediante las estructuras del SAREB y del FROB, pidiendo dinero a Europa y asfixiando más y más a las clases medias con subidas masivas de impuestos. Y doce años después, el mismo modelo ha vuelto a quedar quebrado tras el shock pandémico de 2020, cobrándose nuevamente como víctima a la sufrida y contraída clase media, “paganini” de la fiesta y las negligencias y excesos políticos.
Actualmente la clase media no supera el 49 % de la población. Desde los 80 los movimientos mundialistas, globalitas y mal llamados progresistas, apoyados por los nacionalismos y los que se han incorporado, entendieron que para perpetuarse tenían que atacar al propio corazón de la nación, y para ello precisaron anular a las clases medias, creando una clase de base amplia -más del 80% de la población empobrecida y dependiente del estado-. Iniciaron una labor de anulación a la persona socavando y anulando los sentimientos identitarios, como el de “nación”, “bandera”, “territorio”, “educación”, “trabajo”, “merito” y “esfuerzo”, y los más importantes; “la familia”, “el sexo” –mal llamado género-, “el respeto” y “la preservación de la vida”.
Y sirva para finalizar una última reflexión: “no poseemos ejército con libertad de acción y capacidad bélica” al ser parte de la OTAN. Su transformación en unidades como la UME de carácter social realizando algunas labores que podría realizar Protección Civil lo dice todo. Un ejército de “acompañantes de armas” que se dedican a poner tiritas a los ilegales que entran en nuestro país, con la honrosa salvedad aún de la Guardia Civil. Reitero: “aún”.

«No existen clases medias, o se han reducido drásticamente al componerse estas principalmente de empleados públicos y clases pasivas»
Por todo ello finalizaré asegurando que España no tiene un régimen democrático constitucional, sino que está en el límite de una dictadura constitucional de no revertirse el camino recorrido por los servidores de globalismo. Después de este periodo de pandemia de coronavirus de China, queda probado que se está generando una escasez mundial de productos que impactara de forma negativa en breve plazo al consumidor español. Por ello hay que reindustrializar ya España, no nos queda mucho tiempo para evitar el gran colapso y el fallido del estado. No existen clases medias, o se han reducido drásticamente al componerse estas principalmente de empleados públicos y clases pasivas -no generadoras de valores añadidos-. Admitamos que el mayor error histórico ha sido la deslocalización de nuestra industria, debemos producir y fabricar con proximidad geográfica o en España. Se está generando una nueva crisis mundial sobre la oferta que recaerá en breve sobre el consumidor final -sirva de ejemplo la escasez de chips semiconductores por ejemplo, imprescindibles para el perfecto funcionamiento de la producción en la automoción en Europa-.
Lo impensable hace 3 años, ahora es una realidad, a causa de las políticas “verdes-ecológicas” desaforadas que nos obligan al desmantelamiento de plantas de generación de energía, nuestra dependencia exterior de ella supera más del 76%, ya que los molinos generados de energía los tenemos para ventilar el campo, ahora que la energía es un bien escaso, nosotros iniciamos un camino que solo nos lleva a la mayor ruina económica
Hay que reindustrializar el país, no nos queda mucho tiempo para evitar el gran colapso.