Los remeros de la galera de oro del París Saint-Germain. Por Francisco Gómez Valencia

En imagen Mbappé uno de los tres remeros de la galera de oro del París Saint-Germain

«Veremos si los tesoros recibidos complacerán a los nuevos esclavos del siglo XXI. Los remeros de la galera de oro del París Saint-Germain»

Se dice que lo más valioso de un hombre es su palabra y nos ofuscamos cuando comprobamos como ciertamente aquellos a quienes por algún motivo consideramos ser dignos de admiración, en la mayoría de las veces si tienen ocasión de incrementar exponencialmente su patrimonio y/o poder, se lo pasan por el arco del triunfo.

Que paradoja hablar del famoso arco que adorna los majestuosos Campos Elíseos, los mismos que nos muestran cada mes de julio en la aburridísima retransmisión de la última etapa de “Le Tour de France”.

Más aún ¿Quienes allí habitan son merecedores de alguna triste admiración por algo al margen de su revolución francesa y sus miles de quesos? Me lo pregunto porque no soy capaz de atribuirlos alguna cualidad que difiera de su especialidad, es decir: la práctica de las intrigas palaciegas -históricamente además-, siempre en nuestra contra.

De veras que si consiguiera albergar alguna mínima esperanza de buena ventura vecinal, yo me quitaría el sombrero pero es tal la inquina que me provoca su pompa absurda que me agria el carácter.

Solo a los españoles se nos ocurriría ser devotos de un francés, un argentino o del de Camas (Sevilla) al mismo tiempo. Que pena damos. Los maleados seguidores en el mundo del mejor equipo de fútbol de la Historia o en su defecto del que nunca lo será, hemos quedados retratados.

Los españoles que somos también duchos en batirnos en duelo a muerte por la defensa de nuestro honor -como hacían también los gabachos-, hemos tenido la desgracia de especializarnos en la materia descarnadamente hasta nuestros días, readaptando a la modernidad esta absurda norma no escrita, salvo en las obras del gran Lope o Don Miguel.

Blaugranas, madridistas y demás hijos del mundo, seguidores todos. Finalmente: “hemos sio engañaos”…

Me viene a la memoria porque también viene a cuento la frase: “Estos son mis principios y sino te gustan tengo otros”, atribuida al gran Groucho Marx, -el de: ¡”Más madera”! O… “la parte contratante de la primera parte…” -, usada en ocasiones como esta, para tratar de encajar devaluando -y de paso haciéndonos los cultos citando también al otro Marx- , al contrario o al causante del dolor. Bien, pues en esta ocasión la pintan calva y se queda tan corta… Tratar de explicar las actitudes traidoras de los tres peloteros de los que hoy -junto con sus madres-, me acuerdo, reconozco que me cuesta.

Se comportan con vileza. Si los tuviera delante los acusaría de ser unos simples “pisoteadores” -si me permiten el palabro-, de los valores del deporte… Reconozco que de vez en cuando estás cosas, a los puristas de esto, nos jode mucho.

A nuestro buen entender -como forofos-, nos han pasado por encima. Han usado malas artes. Consideramos que ya no son merecedores de nuestra admiración pues sus actitudes no van en consonancia con lo que los pobres entendemos por defender con honor los colores de quien te paga o de la afición que los premia con su admiración.

Desde sus altares de “pichiglass” escupen a quienes alguna vez a distancia, se deleitaron con su arte, llegando a aplaudir sus actos aunque fueran incomprensiblemente en contra de nuestros intereses.

Hoy como caballeros andantes todos estamos heridos y humillados. Los madridistas nos conformaremos con quienes nos han hecho ganar -otra vez-, La Liga y quizás disfrutar de la decimocuarta Copa de Europa. Respecto a los otros, “los cules”: su cantera y ADN, los han hecho disfrutar otro año de la copa de Cataluña (desconozco si la ganaron), de su segundo puesto en La Liga y el 0-4 en el Santiago Bernabéu gracias a las gangas y ofertas de invierno (trofeos mayores teniendo en cuenta como han reptado todo el año).

Ellos, las estrellas -carentes de palabra y honor-, volverán a trotar juntos en París para el deleite de los “franchutes” y demás jauría infiel que habita por esos lares, correteando por los campos de la France en su triste y mediocre liga de fútbol; y si Alá lo permite, llegarán otra vez a octavos de final en la Champions League.

Veremos si las prebendas y tesoros recibidos servirán para hacer andar más que al trote a los nuevos esclavos del siglo XXI. Los remeros de la galera de oro del París Saint-Germain.

Francisco G. Valencia

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid en 1994 por lo tanto, Politólogo de profesión. Colaboro como Analista Político en medios radiofónicos y como Articulista de Opinión Política en diversos medios de prensa digital. De ideología caótica aunque siempre inclinado a la diestra con tintes de católico cultural poco comprometido, siento especialmente como España se descompone ante mis ojos sin poder hacer nada y me rebelo ante mí mismo y me arranco a escribir y a hablar donde puedo y me dejan tratando de explicar de una forma fácil y pragmática porque suceden las cosas y como deberíamos cambiar, para frenar el desastre según lo aprendido históricamente gracias a la Ciencia Política... Aspirante a disidente profesional, incluso displicente y apático a veces ante la perfección demostrada por los demás. Ausente de empatía con la mala educación y la incultura mediática premeditada como forma de ejercer el poder, ante la cual práctico la pedagogía inductiva, en vez de el convencimiento deductivo para llegar al meollo del asunto, que es simple y llanamente hacer que no nos demos cuenta de nuestra absoluta idiotez, mientras que la aceptamos con resignación.

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