Mártires caídos por Dios y por España. Por Unai Laño

Mártires caídos por Dios y por España: Una oración por el sacristán Diego, asesinado por un yihadista en Algeciras al grito de Alá. Que su sangre no sea derramada en vano, es hora de pasar a la acción. DEP.

«O nos organizamos y les paramos los pies haciendo un frente común al enemigo invasor en nuestras calles, o no queda de España ni el nombre»

Diego Valencia de 70 años, sacristán de la Iglesia de La Palma, estaba recogiendo el altar, cuando Yassine Kanjaa entró con una catana a gritos. Le pidió que se fuera, pensando que era un alborotador como otras veces. Sin embargo, el yihadista le clavó el arma y mientras este se dirigía a la calle para pedir ayuda, lo volvió a alcanzar y le asestó otra herida mortal, quedando tirado su cuerpo en medio de la plaza de Algeciras. Se trata del último mártir asesinado, que no fallecido, en España por profesar la religión católica, un hombre muy conocido y querido en la ciudad de Algeciras. Junto a él fueron heridas otras cuatro personas más, uno de ellos un cura, en estado grave al que el terrorista asestó un machetazo en el cuello y tuvo que ser intervenido de urgencia.

 

Ayer supimos que el asesino marroquí y que vivía de okupa, tenía orden de expulsión desde hacía 7 meses sin ejecutar por el Ministerio del Interior, recayendo la responsabilidad directa de lo sucedido en el Gobierno de España y en Marlaska como cabeza visible de tal institución. Pero díganme españoles, ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que dichos energúmenos vengan aquí, procreen, cobren nuestras ayudas sociales, tengamos que respetar su religión, asesinen a nuestros sacerdotes, exporten sus tradiciones y cometan violaciones y robos todos los días? Han tomado las calles, han tomado las escuelas. Colapsan la sanidad. Se creen con derecho a imponer sus costumbres. Se creen con más derechos que los propios españoles. Es una invasión demográfica en toda regla. Alianza de civilizaciones le llaman, pero son incivilizados.

Aborto legal y fronteras abiertas, no se me ocurre mejor manera de sustituir a una población, basta con ver ciudades como Barcelona en las cuales la inmigración ocupa ya barriadas enteras cuyos índices de delincuencia han aumentado considerablemente en las últimas décadas. Para que se hagan una idea, según datos oficiales del año 2021, la inmigración representa en España un 12,9% de la población total (5.375.917 personas). De los delitos cometidos en España el último año, el 74,5% pertenecen a españoles. Siendo un 12,9%, fueron cometidos por extranjeros el 25,5% de los delitos totales, 12,9% sin contar con aquellos que han adquirido la nacionalidad siendo también extranjeros y sus delitos se engloban en el 74,5% de españoles restante. No hay más ciego que el que no quiere ver que se trata de un problema serio y real a combatir.

En cuanto a delitos sexuales, jamás hubo en España tantas violaciones grupales como las que estamos viendo estos últimos meses, prácticamente a una por semana, en las cuales obviamente no se nos informa de las nacionalidades de los autores con el pretexto de no generar “racismo”. El porno es el nuevo culpable del aumento, el machismo que somete y oprime a la mujer consumido por varones es el que hace que diariamente nos encontramos con noticias de este tipo, tratan como verdaderos idiotas a una población en la cual dicha actividad existe desde hace siglos y no motivaba su disparo numérico. Lo que sí que todos sabemos es lo que no existía en occidente hasta hace relativamente poco mientras el porno era consumido. En definitiva, qué difícil debe de ser progre hoy en día, por un lado defendiendo una inmigración descontrolada y desordenada y por otro pretendiendo hacer creer que abanderan la defensa de la mujer, cuando tales energúmenos llenos de antecedentes sexuales previos son los que abusan de ellas.

No se trata de criminalizar xenófobamente a toda la inmigración, España también fue inmigrante, ni por asomo con las mismas condiciones ofertadas hoy en día, pero lo fue. Se trata de cultura. No todas las culturas son respetables, es más hay culturas que no tenemos el deber de respetar sino de combatir como sociedad, culturas que a diferencia de esos inmigrantes que vienen de manera legal a buscar un porvenir y futuro mejor, en lugar de obligar a adaptarse a nuestros valores, permitimos que ejerzan sus reglas, reglas que muy difícilmente en sus países a nosotros nos dejarían emplear. Reglas que ni por raza ni por nación, hacen que socialmente volvamos a un atraso social en el que sin ir más lejos ven a las mujeres como seres inferiores obligándolas a tapar parte de su cabello en público. Se trata de nuestra nación, en la que nuestras condiciones imperan, se respetan y defienden, no quedando más que la adaptación como única solución para formar parte de ella.

Desgraciadamente, el problema lejos de buscar remediarse se interesa fomentar, empesebrando voto fiel dependiente de ayudas sociales, que actúan como efecto llamada en un país que tiene más del 40% de desempleo juvenil. Pero eso sí queridos lectores, todas estas políticas llevadas a cabo por aquellos que viven alejados de la realidad social impulsores de agendas globalistas y buenistas, a derecha y a izquierda, les llegará también el día que recogerán lo sembrado y padecerán en sus propias carnes el estercolero en el que su patria han convertido. O entre la juventud española nos organizamos y les paramos los pies haciendo un frente común al enemigo invasor en nuestras calles, o no queda de España ni el nombre. Que en paz descanse.

Unai L. Matas

Mi nombre es Unai Laño Matas, tengo 20 años y resido en el País Vasco, doblemente por ello español. Defensor del constitucionalismo y la unidad de España en estas tierras hacen que mi lucha se convierta en obligación más que afición. Siempre he considerado pilar básico fundamental la batalla cultural y la no sumisión ante la izquierda. El verdadero español no lucha porque odia, sino porque ama lo que tiene detrás.

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