Del Asco, como terapia. Por Manuel J. Pérez Lorenzo

Del Asco

«Ahora, los que llevaron cajas de pino al hombro, ladran por la paz en el mundo, en vez de morder a los asesinos»

 Los actos de traición son la manifestación más repugnante del instinto de supervivencia humano. Pero, que hablemos de supervivencia, no significa otorgar una patente de corso para la vileza. Y, aún más, hay un tipo de traición que es especialmente despreciable: la que no es necesaria, aquélla en la que no le va la vida en ello al traidor, aquélla en la que el judas de turno cambia supervivencia por simple interés en la ecuación de la vergüenza. Solamente encuentro una traición moral y necesaria: traicionar al traidor. 

 

Traición es, una, igual vender a los tuyos que engañarlos impunemente, porque se les dé algo distinto de lo que se les ofrece, como si fuesen tan estúpidos como parecen. Y, luego, está la otra, la traición propia, la de abjurar de los principios propios, de las palabras propias, de los compañeros de camino propios, de los muertos propios. Sí, de los muertos propios dejados en el camino, igual entendido, muertos, como los pequeños y agolpados pasos tenues y fúnebres con ataúdes al hombro, que, muertos, como la propia palabra violada, dejada atrás y olvidada. Pero, claro, esto era cuando se llevaba algo entre las piernas y cuando uno daba la mano y ese acto valía más que un documento. Ahora no. Ahora, los que llevaron cajas de pino al hombro, ladran por la paz en el mundo, en vez de morder a los asesinos; y, ahora, los que dieron su palabra cambian de opinión por el bien común y el interés de España. 

 

Lo que ocurre es que la sociedad actual tiene descontado ese deleznable comportamiento entre nuestros políticos y, sobre todo, entre nuestros gobernantes. Estamos desensibilizados después de tantos y tantos casos de corrupción económica, política y moral, sobre todo moral, de nuestros amos feudales. Una especie de resignación sodomita nos deja inermes y con el culo en pompa ante su soberbia y su chulería. Y lo peor es que parecen escucharse sus risas desde sus despachos, en sus coches privados y en sus comilonas, que, como dice el anuncio de marras, no es magia, son tus impuestos 

 

Estos servidores públicos reciben dos pagas: la del sueldo, que sale de eso que hemos quedado que no es magia, y, luego, la de sí mismos. Y, ésta es la más importante, la más gratificante para ellos y la más taumatúrgica para los súbditos paganinis, porque si hay algo por lo que destacan es por estar tan pagados de sí mismos que resulta inexplicable cómo algo tan pequeño puede cundir tanto. Tipos a los que no se les dejaría la gestión de un puesto de chuches dirigen nuestros designios; sujetos que no han dado un palo al agua fuera de su partido y que no han creado un puesto de trabajo en su vida se permiten hablar y legislar sobre el trabajo de los demás, sobre la hacienda de los demás, sobre sus empresas, sobre la educación y el futuro de los hijos y de los nietos de los demás; auténticos vendedores de material averiado nos hablan de moral, de virtud cívica y de honradez. Ésa es la realidad que tenemos y que aceptamos como borregos. 

 

Se ríen de ti, de mí, de aquél…, pero sobre todo de aquél; del que es de los suyos. No os equivoquéis, borreguitos: Judas —y sus cuates— de quien más se ríen es de los suyos. De aquéllos a los que les da igual lo que diga o deje de decir, lo que prometa o no, lo que haga o no, que, de forma abeeerrante, le siguen apoyando y beeetando —perdón, quise escribir “votando”—, aunque les haya tangado una y otra vez, porque les ha vendido que él o el caos, o que viene el lobo de la ultraderecha, aunque no explique por qué debe de ser mejor la ultraizquierda con la que duerme (sí, duerme, ¿recordáis?), o, simplemente, porque les ha convencido de que, al contrario, ellos no le pueden traicionar a él, ¡y se lo han comprado! En serio, no lo creo, lo sé. 

 

Intelectualmente, la Izquierda me parece un concepto repugnante: individualismo aplastado por colectivismo, libertad encadenada por intervencionismo, tanto juego con los sentimientos y las creencias de tanta gente, tanto engaño, tanta envidia, tanto rencor… Lo único que puede salvarme de esta confesión es que no estoy seguro de si es toda la Izquierda o solamente la nuestra; es decir, la que nos ha tocado en suerte, en nuestra querida Expaña y en este teatro en el que Einstein decía que Dios no juega a los dados, pero que, a lo que se ve, con los españoles el Universo juega al Teto. Y, de verdad, creo que no nos lo merecemos (bueno, o sí).  

 

Un fulano que escribe que se puede votar a la derecha y ser una persona decente (muchas gracias), pero que no es tan sencillo ser una persona de derechas de verdad y ser decente, y que, ¡oh, justicia poética!, se queda colgado de la brocha, cuando le dicen que la Agencia Tributaria está tras sus pasos y corre a ingresar lo defraudado para no ser acusado de delito; otro, que se inflama de espíritu de clase preguntando si entregarías la política económica del país a quien que se gasta 600.000 euros en un ático de lujo, y luego él se compra un casoplón en la sierra, del mismo precio, con una parcela de 2.300 metros cuadrados y con un préstamo blandito de la entidad financiera en la que tiene cuenta su partido; una hembrista a la que se le llena la boca de ridiculeces de género, pero que llegó a donde llegó casualmente cuando el líder de su partido cambió de novia… ¡a ella!; aquel adalid de la dignidad de la Izquierda, que tenía una beca black obligatoriamente presencial a la que no asistía, pero cobraba religiosamente por ella todos los meses, hasta que fue sometido a un expediente disciplinario por la propia Universidad; o el otro pajarraco, que declaraba impertérrito que es una vergüenza tener trabajadores sin contrato, pero que fue condenado por tener un asistente sin dar de alta en la Seguridad Social y, encima, con el morro de echarle la culpa al trabajador. Y suma y sigue. Mucho asco. 

 

Eso, por lo que hace referencia a la Izquierda más tramontana de nuestro maltratado país, pero hay más. También en nuestra Izquierda más presuntamente homologable. Desde el primero al último. No nos merecemos un expresidente que es la vergüenza internacional, dando pábulo y blanqueando a auténticos sátrapas caribeños, y aquí contando nubes y milongas. No nos merecemos a un tipo con aires permanentes de enfadado que, cuando era libre, le escupió a su líder que si acaso no sabía qué era una nación, y que ahora, cautivo y desarmado, le come los mocos con placer de sibarita por haber sido perdonado. No nos merecemos chulos y matones de portavoces y ministros. Ni ministras que ponen carita y se les cae la ropa interior cuando tienen al macho alfa a la cercanía de un palmo; ni exjueces que quién los ha visto y quién los ve; ni canallas que resultan ser honrados cuando roban porque no se lo llevan crudo ellos, pero se lo dan bien cocinado a los suyos; ni  hipócritas que largan contra la prostitución voluntaria, pero se van de putas jartos de copas y de coca; ni servidores públicos que se permiten no contestar a lo que se les pregunta, con toda arrogancia y sin rubor alguno, como si no tuvieran ninguna obligación para con los ciudadanos que les pagan… Asco y asco. 

 

Pero la bota de oro se la lleva el tipo decente, el hombre de palabra, ése que no olvida sus principios, sino que cambia de opinión; ése que actúa como si (¿como si?) le importaran un carajo los ciudadanos y creyera que solamente le deba cuentas a la Historia, a él mismo, a su persona, y a ese tumbao que tienen los guapos al caminar, con el diente de oro que cuando ríe se ve brillando; el que utiliza los medios del Estado para sí, para su partido y para irse de vacaciones con sus amiguetes; el que prometía luz y taquígrafos y ha traído oscuridad y silencio en negociaciones y en no ruedas de prensa. El que actúa por el bien de España, pero que a la vez dice que es que hay que hacer de la necesidad virtud (¿mande?); que ahora, lo que negaba como inconstitucional en la última campaña electoral, resulta ser el Bálsamo de Fierabrás para las heridas que los malvados españolistas de extrema derecha han infligido a unos pobres falsamente sediciosos y malversadores que únicamente querían darse un atracón de democracia; que se mueve por conseguir no sé qué reencuentro, no con Cataluña, como dice, sino con una minoría separatista, y por la convivencia entre los españoles, pero que le importa una higa desencontrarse con millones de compatriotas boquiabiertos y hacerlos sufrir una ignominia y una afrenta más, por quienes han repetido por activa y por pasiva que no quieren reencuentro sino adiós y que unilateralmente volverán a cometer las tropelías que cometieron; y que, tiempo al tiempo y si la presión ciudadana no lo evita, una vez él se ha convertido ya en el Poder Ejecutivo y ha ninguneado al Poder Legislativo, ahora, irremediablemente, va a emponzoñar al Poder Judicial y al Tribunal Constitucional forzándolos a mancharse las togas con el polvo del camino, e hiriendo de muerte su prestigio y su credibilidad, y, de paso, al Estado de Derecho.  

 

Sí, ése, que confía tanto en los suyos y en su militancia, que les convoca a una consulta en la que se pregunta simplemente si apoya un acuerdo con sus socios comunistas —¡que resulta que ya tienen firmado!—, y con otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria…; pero, por un lado, sin nombrar a esas otras formaciones, no vaya a ser que se rasgue un poco alguna vestidura y le termine salpicando alguna gota de sangre olvidada, y, por otro, sin preguntar si aceptan que el precio a pagar —que, al fin y al cabo, también va a ser de ellos, si la consulta es positiva— se haga efectivo en rodillas descascarilladas y aliento a órgano genital masculino. Nada, nada…, a beeetar. 

 

En serio, todo esto da mucho asco. Pero reconforta poder soltar frases como andanadas, y balear dialécticamente a tanto mierda, a tanto traidor y a tanto mentiroso, a los que, por otra parte, no les queda más remedio que aguantarse (ya no tienen milicias socialistas en los Guardias de Asalto, como en el 36… de momento) y sufrir la burla cruel del populacho, que es lo único que le vuelve a quedar al pueblo llano para descongestionarnos de esas asquerosas suficiencia, impunidad y jeta de nuestros nuevos déspotas ilustrados de hoy. 

 

Y, lo bueno, es que todos éstos y sus corifeos paniaguados o lobotomizados solamente sabrán contestar que la Derecha es todavía peor, que los de derechas es que son muy egoístas y muy malos, que los codiciosos trajeados de sombrero de copa y puro humeante nos explotan, que los ultraderechistas almuerzan homosexuales y migrantes, y que los fascistas se cuelan en la cola del pan y quitan los asientos a las señoras en los autobuses.  

 

Es todo tan nauseabundo, tan burdo, tan ofensivo a la inteligencia, que es increíble que haya todavía quien se lo trague, ¡pero se lo tragan! Hay momentos en los que uno ya se pregunta si es que habrá que respetar al hombre, aunque se desprecie su ideología; si, al contrario, habrá que respetar la ideología, aunque se desprecie al hombre por sus actos; o, por fin, si no merecerá más la pena despreciarlo todo, directamente y sin más inútil pérdida de tiempo. 

 

Menos mal que todavía no existen los Delitos de Asco. 

 

Manuel J. P. Lorenzo

Soy abogado desde hace más de treinta años y empresario, y fui muchas más cosas, que son las que me han traído hasta aquí. Crecí de niño en el barrio de Usera de Madrid, fui Inspector de Policía en lucha antiterrorista en el País Vasco de los 80’, estuve preso y conocí once cárceles, defendí a algunos de los mayores narcos de España y mantuve contactos con servicios secretos y de información nacionales e internacionales. El resto no ha prescrito. Me gusta leer, escribir y ver series, sobre todo americanas; estudiar ajedrez y hacer deportes bestias de contacto; comer con mis amigos y reírme de mis enemigos; pensar que, como cuando era joven, sigo siendo inmortal y que, cuando llega la época de las renuncias, es mejor tener muchas cosas que dejar atrás que no haber tenido ninguna. En definitiva, un camino de mil kilómetros, que va, por lo menos, por el seiscientos sesenta y seis.

Artículos recomendados

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: