En tierra nadie es un Príncipe Perfecto. Homenaje a Arturo Pérez Reverte

El Príncipe Perfecto. Lisboa Noviembre 2007
El Príncipe Perfecto. Lisboa Noviembre 2007

 

Recuerdo hoy, el día del gran amor para los chinos ( nueve del nueve del cero nueve) y de la comparecencia extraordinaria del presidente Zapatero  en el Congreso de los diputados, un extraordinario artículo que  Arturo Pérez Reverte publicó en la primera semana de agosto. Se titulaba «Esa gentuza» y en él, el maestro novelista y académico desde 2003, se despachaba a gusto al expresar su opinión por nuestra actual clase política de paso, que no paseo ni paseata, por la carrera de San Jerónimo, frontera natural del barrio de las letras: » No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica.

 

 

Arturo Pérez Reverte
Arturo Pérez Reverte

 

El caso es que la columna me llegó por varios caminos, comentada por mis amigos de Facebook y a través del correo electrónico,  y con ella descubrí que para muchos, jóvenes o no, el escritor está enfilado en el objetivo de sus antipatías, por chulo, dicen unos, y por antiguo, dicen otras. Pero hoy, a través de denominadores comunes y un poco de intuición, comprendo porqué el escritor asegura que el único refugio que  le queda es el del mar. Se trata de hombre público que  no alardea de progre oficial, ni de nada y, eso para los pijos de izquierda es imperdonable. Como hablar de España, de historia, de honor, honra y fidelidad. Y por lo que se ve esa enfermedad mental, la de tener un carnet pegado al cerebelo, sin llegar a pandemia, arrasa en nuestro país.

 

 

En su propio cajón de sastre literario que titula  «El cementerio de los barcos sin nombre» Arturo Pérez Reverte reúne variados textos que no tienen desperdicio. En uno de ellos, titulado «La vía europea al best seller», se define a sí mismo como escritor:»Soy un novelista profesional, y teorizar sobre literatura se lo dejo a quienes tienen ganas y tiempo para ello, o a quienes viven exclusivamente de sentar cátedra sobre lo que escriben otros; del mismo modo que la faceta artística de la literatura -que sin duda existe- se la dejo a los artistas profesionales, expertos en angustias creativas y duchos en las fascinantes zozobras de lo sublime...» Por ello estoy seguro que al maestro le traen, por completo, al pairo los comentarios que mis amigos utilizaron al adjuntarme su artículo, que por cierto no es el primero en el que arremete contra la clase política. Recuerdo hoy también el titulado «Permitidme tutearos imbéciles» dedicado al desastre de la educación en los últimos treinta años de la historia española reciente que hoy también, y por calendario político, debería figurar en todos los titulares a cinco columnas.

 

 

Por todo ello, por su capacidad provocadora, su independencia y capacidad innata para catalizar envidias, porque los dos sabemos que en la mar si puede existir el príncipe perfecto, le regalo el nombre del barco portugués que estoy seguro no tiene, hasta hoy, en su gran colección de nombres de barcos e historias del mar: «Incluso, para un oído atento al macheteo de la proa y el aguaje en las bandas, el crujir del casco, el vibrar de la jarcia y el gualdrapeo de las velas, algunos barcos hablan. Por eso, cuando hay mal tiempo y las cosas se ponen duras, el navegante experimentado blasfema –nadie tan proclive a eso como un marino– e insulta a Dios, al mar o a su perra suerte. Nunca al barco.»

Manuel Artero Rueda

Manuel Artero Rueda ha dedicado toda su vida profesional a la televisión en la empresa pública RTVE donde, en los últimos veinte años, y después de haber trabajado como ayudante de producción y realización. ha realizado su oficio de periodista como reportero en el programa Informe Semanal, para el que ha realizado mas de trescientos reportajes. Licenciado por la Universidad Complutense, es autor del libro "El reportaje para televisión un guiño a la noticia" , un práctico temario con el que ha impartido clases tanto en el Instituto Oficial de RTVE como en el máster de periodismo de la Universidad Rey Juan Carlos. Desde el ERE inventado por Zapatero para TVE, dedica su esfuerzo y trabajo esta "La Paseata" un sencillo blog personal que con el paso de los últimos años, se ha convertido en una modesta revista electrónica en la que colaboran un grupo de amigos a los que une el amor a España.

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6 comentarios

    1. Razón tienes: «Es pullitzer».

  1. Ay, Reverte, verte y no verte. Querido Martero, también yo admiro a Arturo, rey del bestseller y académico, que no sabe uno lo que molesta más a los de su antiguo oficio, que es el mío. Por lo que lo conozco, que no es tanto, me parece chulo, indelicado, pagado de sí mismo, pero también independiente, verbalmente dotado y capaz de soltar una pedrada donde otros dan un ósculo en el culo. Le pasa lo que a todos, que anda descontento con lo que es, o no del todo contento, y arremete contra lo que no es, pero le gustaría. Recuerdo su agarrada con Umbral, y sus epítetos decididamente denigratorios. Decía Reverte que Umbral no vendía libros, y era verdad, Umbral estaba lejos de la extraordinaria capacidad revertiana de vender, pero justo es decir también que de la pluma de Reverte no han salido nunca unas páginas tan dolorosamente líricas como las de «Mortal y rosa» o un friso tan fascinante de la capital de las Españas como el de «Trilogía de Madrid». A cada uno lo suyo y a cada capitán su espada, pero a mí me va el regusto canalla, la impronta de hombre libre de Reverte, su desprecio de la progresía de salón, su gusto por los clásicos, tan desdeñados por esos que piensan que la literatura empieza por Suso de Toro. Perdona Manolo que me haya extendido, pero es que tengo mucha prisa y no me he podido permitir el lujo de ser breve. Un abrazo para ti y tus lectores.

  2. El presidente Zapatero y su marinería desconocen el arte de navegar, son nuevos ricos embarcados en un yate que pagamos entre todos y les da igual si hace agua, si los motores echan humo o si el rumbo es el adecuado, utilizan el yate para ir de comilona en comilona, de juerga en juerga, subidos en el puente hacen ver que dan ordenes de cara a la galería, hacen ver que saben dónde van, que son expertos navegantes, pero la realidad es que vestidos para la ocasión solo les preocupa salir bien en la foto.

  3. Gran, gran, artículo sobre el tan admirado como controvertido Arturo Pèrez Reverte.

    Con tu permiso, amigo Manuel, me permito contarte aquí esta anècdota.

    Hace un tiempo, tuve la osadìa de pedirle una entrevista para una humilde revista de àmbito profesional que creè y dirigí mientras volaba, «Al Vuelo». Muy amablemente, y contra todo pronóstico, me la concedió, y supuso todo un hito en mi impostada faceta periodística. Dada la cercanìa de casi vencidad, vino a mi casa, y allí pasamos un par de horas sumamente agradables para mí. Èl volaba con mucha frecuencia y conocía bien los avatares de mi profesión, y yo me había leído todas sus novelas, y artículos, con lo cual no nos faltó tema de charla.

    La entrevista fue acogida con entusiasmo entre mis compañeros de profesión, ya que, para la gran mayoría, la compañía de una buena novela en la maleta era obligada, dado nuestras muchas horas de hotel.

    Unos meses màs tarde, por razones que aún desconozco – aunque casi me atreví a adivinar-, publicó un artículo, (inexplicablemente para mí) poniendo a escurrir a las tripulaciones de Iberia. Me pareció injusto y hasta cruel en su juicio hacia nosotros – sin perder de vista que algunos pocos nos los merecíamos-; artìculo radicalmente contrario a lo expuesto en mi entrevista, lo cual me obligó a publicarlo tambièn, y se armó una marimorena dentro de mi colectivo, llamando a boicotear sus libros. Ufff!!

    Las aguas volvieron a su cauce, y yo sigo leyendo sus artículos y libros con el mismo placer de siempre.

    Yo, a igual que Palmiro, tambièn te pido disculpas por la extensión. Un abrazo.

    1. Manuel Artero Rueda

      Gracias por el relato de su preciosa anécdota mi muy admirada Belén y también por recordar estas ya quizás rancias palabras mías en las que me permití regalarle a don Arturo el nombre para un velero. Un servidor también ha tenido la suerte de conocer personalmente al escritor y académico del que me considero fiel lector de sus novelas.

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