El peligroso espectáculo de la tensión social y la violencia, de reestreno y sin red, desde el circo parlamentario a la calle

Agresividad, odio y violencia en el Congreso de los Diputados. Fue más o menos ayer ¿Se acuerdan? La foto se hizo viral, el motivo de la bronca esa constante en la política española desde la aparición de Podemos en el escenario político: Las víctimas del terrorismo. De esta otra secuencia quizás no se acuerden. La protagonizó el señor Beiras, portavoz del Grupo político Alternativa Galega de Izquierdas (AGE) que volvió a montar el número de la tensión social en sede parlamentaria.
Beiras expulsado del pleno tras arremeter contra la bancada del PP
El dirigente histórico del nacionalismo gallego es ya un clásico de la agitación, un político con experiencia que conoce bien el gusto de sus acólitos por sus acciones y como economista y escritor debe saber bien que una conducta o hábito pasa a ser costumbre, con su mera repetición. Y así, el acto, cualquier acto que repitamos hasta realizarlo sin tener que pensar en su mera ejecución, puede llegar a adquirir fuerza de precepto a los ojos del espectador. Es decir que como representante político de ese enjambre nuevo que se denomina Mareas, Podemos y algunos títulos más, buscaba con su acción el ser expulsado, todo un éxito para esa nueva forma de hacer «nueva» política, que ha demostrado en Lavapiés su salto sin red desde las tribunas parlamentarias a la calle.

«Después de los bochornosos espectáculos en Lavapiés, convertido en un plató televisivo, que el circo mediático ha saltado desde los foros de la representación popular a la calle»
Así vemos hoy que los jóvenes cachorros de la revolución marxista en las Juntas de Distrito de Ayuntamiento de Madrid permitieron a sus correligionarios gritar e insultar a los políticos de la oposición.
Y de aquí a la tradición nada mas que la subida de un peldaño, un bucle mas en la espiral del tiempo y los usos sociales. Porque en realidad se trata de nada mas que propaganda y una calculada puesta en escena política de esas nuevas formas de la eterna violencia que ya conocemos todos como escraches, o las insumisiones judiciales de los políticos independentistas y sus delirios ideológicos.
El caldo de cultivo también es conocido por una mayoría: El drama del paro, las pensiones, la injusticia que representa el enchufismo político, la corrupción y, en definitiva, ese fantasma que se aproxima desde el apocalipsis envuelto en el insulto, a caballo entre el ataque personal y la defensa propia, o la mas banal de los preceptos, la ideología o las prebendas.
Digiero hoy, después de los bochornosos espectáculos en Lavapiés, convertido en un plató televisivo, que el circo mediático ha saltado desde los foros de la representación popular a la calle y vuelvo a recordar aquello de que la política es el espectáculo de la clase financieras, pero aquí, en España además invitamos a ese espectáculo callejero de la sin razón que se aproxima, como un vendaval, a todos los que quieran sintonizar los canales de televisión.