
«El poder y la comunicación, su falta de oficio y la cruz personal de los arrebatados periodistas de RNE que tanto daño hace al mínimo ABC del periodismo»
En la Ruta de la Plata, en carretera, «On the road agaian» y en camino desde Mérida hasta León, paso unas horas al volante y conecto, de boletín en boletín, con los informativos de Radio Nacional de España, RNE.
Alucino con sus periodistas, su credibilidad y autoéticas. Con el oficio que en esencia golpean a cada hora.
A las once hablan de los separatistas rusos en contra de Ucrania y acto seguido mencionan como soberanistas a los catalanes que viven por separarse de España y han protagonizado un golpe de estado. Deduzco por tanto, que tienen alergia a llamar a las cosas por su nombre.
Tres horas después informan con unas declaraciones del anterior presidente del gobierno, Mariano Rajoy sobre la ilegal consulta que pretenden los separatistas catalanes y al «total» le pegan por detrás uno mas largo y puntilloso del vocero golpista, rebatiendo hasta las comas del don Tancredo nacional, con lo que quedan, para el oyente, y subrayadas, como aseguran los manuales del oficio periodístico, las razones del portavoz del ejecutivo catalán que no cumple ni acata las leyes ni la Constitución.

Es decir que imagino a esos periodistas de la cosa pública de Radio Nacional de España (RNE) aplaudiendo en Bruselas al señor Iglesias cuando el político comunista habló en su primera rueda de prensa como europarlamentario. Con aplausos y sin preguntas, sin credibilidad pero con sentimientos de vasallaje. Igual que las entrevistas realizadas al golpista Puigdemont de fuga por esa Bruselas y Berlín de los desatinos de Europa.
El poder y la comunicación, su falta de oficio y la cruz personal de los arrebatados que tanto daño hace al mínimo ABC del periodismo. Me les imagino al llegar ya a los doce, a Salamanca, tan felices al comentar sus proezas ideológicas junto a cualquier máquina del café de Prado del Rey, esas que tanto y tan bien conocí, epicentro de conspiraciones y autobombos. Es sencillamente, una deriva ideológica que por cierto, les lleva al mismo infierno de los periodistas en el que sufren sus colegas de aquella Radio Nacional de España rebosada de censores. La pequeña diferencia está en que hoy ellos son sus propios censores.
Así son algunos periodistas. Una de cal y otra de arena, don Manuel. Espero que vaya bien esa Ruta de la Plata. Un abrazo.
Calma e sangue fredo.
Así una sociedad que por definición no es que sea dificil de gobernar, sino que pretender esto es «inutil»
que es mi querida Italia sosiega diariamente su estado.
Ser honesto con la profesión es doloroso siempre, especialmente con la tuya Don Manuel.
Con la de ser ciudadano también.
Las sombras son más que las transparencias en los políticos a estrenar, aunque se empeñen en tonterías.
y por tu buen hacer como periodista te dejo unas líneas (y siempre por la transparencia)
«Llego a la sed
y a tu patio de naranjas»
Siempre alienta la gente que dice aquello que le parece cierto.
Bien denunciado, Manuel. No puedo estar más de acuerdo. Es lamentable lo RNE.
Me conmueve su ingenuidad ante un escenario sin actores.
El telón ondula con un simulado ir y venir de actore por el proscenio ocuto.
Nada más lejos de la realidad, es el tramoyista quien distrae la atención del espectador, mientras los supuestos actores le birlan la cartera en el patio de butacas.
Aplíquese a todas las profesiones simuladas, que profesar, profesar, sólo se profesa la afición al vil metal.
Salud.