
«España ha dejado de existir. Que afirmación más contundente ¿no?. Pues no. Un país que hace oídos sordos a todo lo que grita a voces roncas su Constitución, no, no merece existir»
España ha dejado de existir. Que afirmación más contundente ¿no?. Pues no. Un país que hace oídos sordos a todo lo que grita a voces roncas su Constitución, no, no merece existir. Quizás sea por eso que todo el esplendor que tuvo en su momento, desde finales del mil cuatrocientos, ha ido enmudeciendo y apagándose con el transcurso de los siglos. Este hecho que vemos, por demás, en todos los temas relacionados con el gobierno y desgobierno de nuestra nación, también podemos verlo en el ámbito de la creatividad, tanto científica, como cultural. No por falta de pensamiento y obra, pero sí por omisión, vergüenza debiera darles a los empresarios del sector.
No falta creatividad en España, no. Lo que falta es quién saque a la luz el trabajo creativo y lo promocione. En la actualidad ese cometido lo llevan a cabo muchas de las personas significadas con la izquierda o más concretamente con los movimientos partidarios de izquierdas. Si eres de izquierda es muy posible que contrariamente a lo que debiera ser, te bautices… Tienes padrinos, cinematográficos, discográficos, solo hay que cagarse en el capital para asegurarse el triunfo, y hasta literarios. Asistir a programas de radio y televisión, si formas parte de esa bolsa de talento ideológico, es más fácil que de cualquier otro modo. Esto es debido al alejamiento de la derecha que, por no sé que prurito, ha dejado el campo de la cultura general popular en manos de las ideologías de izquierda.
«De hecho creo que, las derechas, son realmente las culpables de que se haga icono de las izquierdas como soporte moral de la cultura»
De hecho creo que, las derechas, son realmente las culpables de que se haga icono de las izquierdas como soporte moral de la cultura. Este postulado, moral que es falso, como casi todo lo relacionado con el pensamiento, regulador de todo, de las izquierdas les funciona bien frente a su público. Desde los años ochenta hasta finales de siglo, los asuntos comerciales funcionaron bastante bien para los arriesgados inversores en temas culturales. Recuérdese por ejemplo la multitud de empresas discográficas independientes de las grandes multinacionales que se crearon y la enorme cantidad de grupos musicales que pudieron dar a conocer sus canciones. Canciones populares sí, pero que no dejan de formar parte de la cultura de un país.
En literatura pasaba tres cuartos de lo mismo, muchos autores noveles salieron del anonimato debido al riesgo, ciertamente controlado, de las editoriales. Eso en una época en la que producir material cultural era muchísimo más caro que en la actualidad y en la que había que competir con todo lo que provenía del mercado anglosajón, que prácticamente nos lo daba a fondo perdido, si no se vendía.
En la actualidad, las redes sociales de internet, son un escaparate para los creadores, que además de serlo sepan usarlas adecuadamente. Pero esto no es tan fácil, hay que dominar un espacio en el que sin ayuda, nuevamente pagando, no es fácil. Moverse en un ámbito que ha sido el detonante de la recesión de otras formas de producción. Sacar hoy en día a la luz un disco de canciones o un libro de cualquier tipo es una tarea que pasa por pagar del propio bolsillo del creador de parte o del total de la obra, por lo menos al principio cuando es un desconocido. Digamos que esto aquí no funciona como en un país como Norteamérica en el que los agentes de artistas, trabajan a comisión de los contratos que consigan, mueven a sus carreras y creaciones, haciendo ellos ese trabajo de promoción, que saben hacer porque es su profesión, de manera óptima.
«Aquí al contrario lo primero que pide un representante es dinero, un fijo mensual. Claro lo pagará quién pueda pagarlo, pero no la generalidad de creadores. Esta función se la ha agenciado la izquierda con sus partidos y asociaciones»
Aquí al contrario lo primero que pide un representante es dinero, un fijo mensual. Claro lo pagará quién pueda pagarlo, pero no la generalidad de creadores. Esta función se la ha agenciado la izquierda con sus partidos y asociaciones. Encontrar en la actualidad en España una editorial que arriesgue un mínimo por un nuevo creador de novela, como puedo ser yo mismo, es un camino salpicado de: – Solo podemos publicar su manuscrito, si usted paga los equis primeros libros, que es tanto como decirle al autor, autoedítese usted que luego cuando tenga nombre ya lo haremos nosotros, pero en las mismas leoninas condiciones. Esto que no parece tan malo, lo es. Y lo es precisamente porqué te comprometes a encasquetar tu obra a los amigos, si los tienes, y así una y otra vez. Que es lo mismo que pasa cuando haces un disco o tienes un grupo musical. De hecho los bares que tienen concierto acaban viviendo de los amigos de los grupos musicales, que después de la tercera o la cuarta ya no van, como es lógico.
Ahora sí, si tienes posibilidad de hacer publicidad de tu obra y consigues cierto nombre, entonces ya sí te van a patrocinar y hasta a estrujar para que la gallina ponga huevos de oro. Y yo me pregunto, ¿dónde están los arriesgados empresarios que tanta falta hacen en los países para que funcionen?, no sé, quizás es que soy un loco o así ¿no?. Ahora los creadores tendrán que poner un anuncio en búsquedas de empleo: BUSCAMOS EMPRESARIOS DE VERDAD QUE QUIERAN PUBLICAR OBRAS ASUMIENDO SUS RIESGOS COMO PROFESIONALES.